—¡Mira lo que tengo! —dijo el chico mostrando una bolsita repleta de bolas de chocolate.
—¡Ahhhh! —exclamó Akane abriendo mucho sus brillantes ojos azules.
Akane es adicta al chocolate. Es superior a ella. Solamente con imaginar que saborea ese delicioso manjar sus glándulas salivares comienzan a trabajar frenéticamente. Y no solo eso, el vello de la piel se le eriza, las pupilas se le dilatan... para ella es más que una adicción.
Y lo peor viene una vez que lo ha probado. Si come está perdida. Ya no puede pensar en otra cosa, solo en su amado chocolate y en saborear más y más.
Todo el mundo sabía lo de su adicción y siempre evitaban darle chocolate porque cuando comía chocolate se descontrolaba y era difícil contenerla.
Pero ofrecérselo era una tentación muy grande. Porque Akane comía el chocolate como nadie, era todo un espectáculo verla. Ver como lo llevaba a su boca y lo saboreaba lentamente, con aquel gesto entre lujurioso y satisfecho, ver como lo paladeaba y emitía aquellos ruiditos al hacerlo. Akane se olvidaba completamente del mundo, solo se concentraba en su chocolate y en el placer que le producía comerlo.
Cuando sabía que estaba muy enfadada con él, Akira siempre recurría al chocolate para conseguir que le escuchase. Era arriesgado, a veces no era fácil de controlar, pero es que Akira tampoco podía controlar el impulso de hacerlo, estaba comenzando a pensar que era un pervertido.
Akira sacó una de las bolas mostrándosela, Akane extendió su mano impaciente.
—Te lo tienes que ganar —dijo el chico con tono de picardía—. ¿Recuerdas las normas del juego?
Puso la bola entre sus dientes. Akane miró avergonzada a su alrededor y poco a poco empezó a acercarse a sus labios. De improviso Akira aspiró y la bola cayó dentro de su boca.
—¡Tramposo! —gruñó bastante molesta Akane
—Vamos, no te enfades. Tengo más ¿lo ves?
Sacó otra bola y la volvió a poner entre sus dientes. Akane estaba furiosa, muy furiosa, ya no importaba quien hubiera delante, ese chocolate sería suyo. Agarró a Akira de la nuca y le atrajo con violencia hacia ella, mordiendo con rabia aquella bola de chocolate aunque eso supusiese que terminaría lameteando los labios del chico.
Pero no tenía bastante. Ella quería todo el chocolate. Antes de que el chico pudiera reaccionar se abalanzó a sus labios para saborear los restos de chocolate que quedaban en su boca. Para una chica que decía que le daban ascos los besos eso era algo inaudito. Tanto que Akira no sabía que hacer. Cuando se separó de él miró triunfante su cara de bobo y le mostró la bolsa repleta de bolitas que había conseguido quitarle sin que se diese cuenta.
Parecía mentira que el gran genio superdotado no supiese que no se juega con el chocolate delante de Akane. Definitivamente era tonto.
Akira la miraba sonriendo. Ella tendría su preciado chocolate pero él se había llevado algo mejor.
A veces, merecía la pena parecer tonto.
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Tonto
RomanceAkira debería saber que no se juega con el chocolate delante de Akane... pero a veces merece la pena parecer tonto. One-shot con los personajes de mis novelas "Con sabor a mandarina" y "Hola, cielo" pero que se puede leer sin haber leído esas novela...