Muchas han sido las teorías acerca del fin del mundo: desde la caída de un meteorito que con tal fuerza y bestial brutalidad desapareciera todo lo que alguna vez ocupó un lugar en nuestro espacio, hasta un armagedón, la batalla final entre las fuerzas del bien y del mal. Pareciera que a nosotros, la raza humana, nos encanta ver el lado negativo de las cosas cuando ni siquiera han sucedido, ¿por qué diablos vamos a ponderar sobre las causas de nuestra futura extinción si estamos en el máximo esplendor de desarrollo que haya habido alguna vez en nuestra historia? Humanos...
Como el curioso insaciable que soy, me adentré en buscar las distintas teorías acerca del fin del mundo: apocalipsis zombi, enfermedad, Tercera Guerra Mundial... ninguna que me interesara, hasta que me topé con un interesante fenómeno astronómico: la Luna roja.
Por lo que leí, para mucha gente era un señal del final del mundo como lo conocemos, un presagio mortífero peor que ningún otro que haya sido conocido entre los más grandes expertos religiosos. Y el inicio de cantidades masivas de rituales satánicos ofreciendo a su amo y señor sus almas para traer al mundo el poder del caos y la destruc...
Pensaba que todo era un tontería y solo sería un espectáculo visual; para mi desgracia, descubriría más tarde que no sería así.
Al fin había llegado el día del gran eclipse lunar, durante el cuál la Luna se presentaría de un color rojo; los noticiarios transmitían incesantemente notas informáticas acerca de este fenómeno. La gente hablaba como si no hubiera un mañana sobre lo fabuloso que sería ver un suceso tan anormal y a la vez tan hermoso. Después de un rato resultaba molesto que se parloteara tanto acerca de ello como si de la venida del Mesías a salvar las almas inocentes se tratara, aunque eso no lo hacía menos interesante.
Paseaba por el centro de la ciudad, cuando llamó mi atención un conjunto de palabras escritas en un gran cartel que resultaba casi imposible no ver:
"El Sol se convertirá en tinieblas y la Luna en sangre, antes que venga el día del señor grande y terrible"
-Un religioso más sugestionándose por nada- me dije, la duda abrumaba mi cabeza, ¿por qué se tomaban tan a pecho todo este asunto?
Se me ocurrió pasar a la iglesia más próxima para hablar con el cura y adentrarme más en la perspectiva religiosa, después de todo, no perdía nada. Misteriosamente sentía que conforme avanzaba el ambiente que me rodeaba se hacía más oscuro; se nubló el cielo, empezó a llover y uno que otro relámpago golpeaba brutalmente. Traté de mantener la calma y pensar que solo era un acceso de mal clima.
Crucé las grandes puertas de madera en busca del cura; encontré vacío el lugar, estupefacto caminé con prisa hacia el altar, sobre el que descansaba un libro rojo forrado de maltratado y viejo cuero, con letras doradas en él; estaban en latín, pero por lo poco que pude traducir era un mensaje que decía del nombre de un monstruo. Dudaba cuál sería, pero ya no tenía tiempo para bromas.
-¿Qué te trae por aquí? ¿Acaso no sabes que corres peligro?- Oí que decía una vez temerosa a mis espaldas. Voltee rápido para ver qué persona tenía el atrevimiento de interrumpir mis pensamientos de forma tan brusca.
Como era de imaginarse, el cura fue; no sé si yo seré alguien muy frío o él muy cobarde, pero temblaba como un perrito llorón.
-Justo a usted quería encontrar, quería que, si su voluntad no se opone y dispone de tiempo para hacerlo, me hablara de lo que sabe sobre la Luna roja, ya que gracias a mis lecturas, me enteré que según la religión es una señal del apocalipsis y viendo que es la persona más indicada, me dispuse a buscarlo.
-Hijo mío, ten cuidado con lo que deseas saber.
-Oh, querido señor mío, créame que lo tengo. ¿No puede saciar esta sed de conocimiento que golpea furiosamente a mi conciencia?
-Es lo último de lo que quería conversar; más en este día, pero creo que no puedo negarme a tus peticiones.
-Muchísimas gracias.
Me condujo a una de las bancas, tomando el libro en sus manos, con aire despreocupado -al fin- me contó lo que sabía.
-Lo que contaré a continuación comprende 2,000 años de sabiduría y experiencia sobre las más oscuras artes, artes tan ominosas y macabras que jamás deberían ser practicadas por una persona en su sano juicio. Y ruego a nuestro Señor, por tu alma, que jamás cruce por tu mente la idea de cometer tales atrocidades.
-Está bien.
-Presta atención:
Una vieja leyenda cuenta que hace milenios, ocurrió de igual manera un eclipse lunar, catastróficas consecuencias tuvieron lugar: los adoradores de Satanás, ¡aquél ser maldito y mentiroso!, salieron durante la madrugada a infestar, como las asquerosas ratas que son, este mundo puro con sus pecados y sacrificios. Muchas vírgenes y animales fueron secuestradas y sacrificadas al Señor Oscuro. Innumerables rituales se llevaron a cabo, mil y más demonios fueron invocados y tuvieron libertad de circular por nuestras tierras, inundándolo de pestes, llamas, dolor e infernal sufrimiento. Todo el tiempo que este libertinaje demoníaco que azotaba la dimensión en la que nos encontramos, bajo la protección del manto nocturno fue un verdadero infierno; todas las puertas que fueron abiertas parecían no tener forma de cerrarse. En el momento que todo se creía perdido, en el horizonte se alcanzó a divisar el alba y con ella el retroceder de la noche y la desaparición de tanta energía demoníaca. Se dice que tomó siglos rehabilitarse de aquella trágica noche.
Aunque interesante, tedioso; no sentí más necesidad de profundizar sobre el tema, me despedí y salí. Divisé que la Luna ya estaba roja, una carcajada descomunal sacudió mi cuerpo al ver que miles de sombras se extendían por el suelo, garras enormes y mortíferas alcanzaron mi cuello y me sujetaban con fuerza inimaginable. No podía respirar, solo sentía la sangre correr por mi rostro mientras miraba directamente a unos ojos rojo sangre que mostraban un brillo fatal en ellos...
Autor: Jonathan Flores De León.
Fecha de producción: 14 de abril, 2014.