Única parte

610 80 48
                                    

Alemania, 18 de noviembre de 1938.

Soy Sandrick Hubermann.
Soy escritor y tengo 26 años.

Mis escritos casi siempre empiezan así, hablando de cosas banales, que no son de tanta relevancia como otras cosas que pasan en la vida.

O en la guerra.

Empezaré diciendo que me encuentro en un horrible lugar donde puedo ver al homofilo reprimido de Fristchman, que tiene el deseo sexual más desarrollado que su coeficiente intelectual nazi, teniendo sexo con John Meminger al que llamamos "el alemán-norteamericano". Y por lo que veo, los dos lo disfrutan.

Uno no tiene que ser un genio para saber por qué diablos estoy metido aquí.

Mi historia de cómo llegué aquí empieza con una fiesta formal en celebración a la publicación de otro de mis libros y termina con mi hermana cambiándome por un poco de dinero para comprarle cigarrillos a su esposo.

Lo que el amor llega a hacer.

Mi hermana, una mujer poco agraciada, se casó con el hombre de sus sueños: Un inglés. Aunque sea una mierda de persona, ella dice que lo ama tanto como a sus cuatro hijos, y que lo ve como un ángel que le dio una belleza divina a sus pequeños.

Yo digo que solo les trajo desgracia.
Pronto descubrirán que el esposo de mi hermana es judío y realmente me compadezco de sus hijos que llevan sangre sucia, según Hitler, en sus venas.

 Hace no mucho llegué aquí y ya siento que es una pesadilla.

¿Es así cómo se habrán sentido los judíos aquel día? ¿Cómo si ya estuvieras en el mismo infierno? Me pregunto a cada minuto, porque realmente no sé quién pudo tener más desgracia en su vida: nosotros o ellos.

A veces me desvío del punto central, y dramatizo mucho mi situación actual, es una costumbre mía que mamá decía que era muy fea, ya que no sigo de forma continua la riendas del tema que estaba tratando. Siempre lo hago porque me quedo sin argumentos.

Supongo que estarán pensando miles de cosas en este momento la persona o personas que estén leyendo esto, porque quizá quemen estos papeles, y no, no era un "marica" abiertamente (de esos que solo les falta publicarlo en el periódico)

Cualquiera que me veía de lejos, pensaba que yo era un hombre dandi muy listo. Siempre paré con libros en mano, una libreta y una pluma; nadie realmente pensó que yo estaba metido en estas cosas.

Prácticamente tenía dos personalidades, de día era un feraz escritor y de noche era un seductor de hombres que caían ante mí como si de la realeza fuera. Y como los chicos con los que pasaba una noche no querían que se supiera que eran maricas, acordábamos que nada había pasado al día siguiente.

Así funcionaba mi vida, hasta que alguien derramó su licor en mi saco.

Había pasado por mi lado siendo un completo incompetente. Estaba tratando de seguir a su melliza que salía llorando del lugar porque, que casualidad de la vida, ese mismo día, en aquel momento,  su novio terminó con ella, y sin despegarse del vaso de licor porque tiene un problema de alcoholismo, la persiguió. No pudo alcanzarla y al final se regresó, dispuesto a despedirse educadamente en nombre de su hermana, pero,¿ en un descuido me derramó una buena cantidad de su licor en mi saco mientras me encontraba charlando desinteresadamente con personas importantes.

Cuando notó su error y mi mirada asesina, se disculpó torpemente. Yo solo lo dejé pasar, porque era un chico guapo de unos potentes ojos verdes y de cabello castaño claro, mi tipo de chico definitivamente. 

El amor como atrocidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora