11.

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— ¿Recuerdas el primer día que nos vimos? — pregunto Ana mientras desayunabamos en la cama.

— Lo recuerdo siempre — ella sonrió — estabas enojada.

Ella me miro y tomo un poco del café que había preparado temprano para después despertarme con el desayuno en la cama.

Recuerdo ese día.

Me había levantado temprano porque tenía que ir a la Universidad viajando ya que tenía el auto en el taller. Había olvidado que ese día tenía que ir a la casa de Pablo, mi compañero y amigo.
Después de una larga jornada caminábamos al estacionamiento en busca de su auto, el dijo que debíamos pasar por su hermana.

— Por fin voy a conocer a tu hermana — le dije mientras me sentaba del lado del acompañante.

— Te rompere la cabeza — poniendo el auto en marcha — intenta no hacerte el galán, porque tiene novio.

— Tranquilo campeón — y le di dos palmaditas.

Pablo comenzó a conducir, en el camino lo moleste con su hermana ya que sabía que era muy celoso. Puso un poco de música e ignoro mi presencia y mis comentarios sin sentidos.
Frenó frente a un enorme edificio viejo, había mucho movimiento de gente que iba y venía. Gente que llevaba en sus manos hasta cuatro libros. Me agotaba el hecho de pensar de todo lo que tenían que estudiar.

— ¿Derecho? ¿tu hermana estudia derecho? — pregunte mientras esperábamos.

— Quiso seguir los pasos de mi madre — respondió Pablo.

No dije nada y volví mi mirada al movimiento de gente, cuando noté que una chica venía con su mirada perdida en el suelo esquivando de manera automática a las personas.
Subió al auto y largo un enorme suspiro. Pablo volteó a mirarla y ella sólo saludo. El viaje hasta la casa nadie dijo nada, Pablo miraba por el espejo retrovisor y negaba con la cabeza.

Bajamos del auto y ella se acerco para saludarme para después entrar rápido a la casa.

— Odio verla así — dijo Pablo antes de entrar a la casa.

— ¿Qué sucede?

— Habrá peleado con Ignaci — me miro — ya se le pasará las mujeres son así.

Con Pablo nos quedamos en el living haciendo el trabajo que nos habían pedido en la Universidad. Sentí pasos y era Ana bajando las escaleras, estaba con otro tipo de actitud. Ella sonrio y entro a la cocina.

Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer.

— ¿Que otra cosa recuerdas? — pregunto Ana.

— Hmmm — mordi una tostada — cuando te salve de las garras de ese borracho.

— El día de la fiesta de mi hermano — dijo — lo recuerdo y me da asco.

— Ese día me dormí en tu cama ¿eso te da asco? Acabas de romper mi corazón.

— Asco me da recordar a ese chico tan borracho — respondió — Esa noche no sabía que hacer cuando te dormiste en mi cama.

— Seguro morias por besarme, quizás te aprovechaste de mi y no lo recuerdo — ella largo una fuerte carcajada — Si te ríes es porque si.

Terminamos de desayunar mientras hablábamos y volvíamos al pasado como dos persona mayores lamentando el paso del tiempo.
El día no fue muy productivo, mi abuelo estuvo todo el día trabajando en su jardín y con Ana aprovechamos y salimos a caminar por el pequeño pueblo.

Había olvidado lo hermoso y tranquilo que era este lugar. Al regresar mi abuelo estaba preparándose para salir a comer afuera con unos amigos.

— Que lo pase hermoso — dijo Ana y se acercó a el para acomodar el cuello de su camisa.

— Muchas gracias cariño — luego me miro a mi — acá está la respuesta que tanto buscabas querido.

— ¿Qué respuesta? — lo mire sin entender.

— Se que todas las mañanas te levantas e intentas adivinar de donde sacaste tanta belleza. Saliste al abuelo.

Su comentario me hizo reír.

Subi a la habitación luego de cenar en busca de algo cuando la luz de la luna iluminaba todo el cuarto a través del ventanal. Teníamos a la luna ahí nomas acompañada de las estrellas. Enseguida la llame para que ella también disfrute de esto. Ana subió corriendo cuando la llamé, nos paramos frente al ventanal a disfrutar de una imagen tan hermosa que nos regalaba la noche sólo a nosotros dos.

La tome de la cintura y pegue su cuerpo junto al mío, ella enseguida rodeó mi cuello con sus brazos y se acercó para sellar la hermosa noche con un beso. Pase mi mano por su espalda, y jugué con el prendedor de su sostén. Ella enseguida quito mi remera, y continuo con el beso.

— Te amo — dijo entre beso y beso.

— Yo también mi amor — respondí.

Ella se alejó de mi y me quedo mirando. Su mirada recorrió cada parte de mi torso desnudo, sentí un calor en mi cuerpo y mi cara ardia. Me daba vergüenza pero me gustaba ver como ella me observaba. Luego apoyo una de sus manos sobre mi rostro y me acerqué a ella con el fin de no separarnos más.

— ¿No te irás nunca de mi? — pregunte.

— Nunca — respondio mientras su mano pasaba por mi espalda. Sentí sus uñas clavarse en mi piel.

— Nunca te vayas — volví a decir.

Ella sonrio y beso mi cuello.

El amigo de mi hermano [2da temporada] - Cameron Dallas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora