Capítulo 24

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Cuando llegué a la habitación ya habían atendido a Carlos. Los demás no estaban allí y estaba él solo durmiendo.

Decidí acostarme sin hacer ruido, no quería molestarle.

Al día siguiente nos dieron el alta a ambos. A mí me medicaron unas pastillas para controlar las pérdidas de conocimiento y los fuertes dolores que me daban y a Carlos le mandaron reposo y algunas curas para esos días.

-Que ganas de salir de aquí- dijo Carlos mientras íbamos por los pasillos del hospital.

Yo empujaba la silla de ruedas en la que él iba sentado e iba pensando en que iba a decirla a Fátima esa tarde. Estaba bastante distraída de lo que él me estaba contando.

-¿Diana?- llamó mi atención.

-Si- contesté agachándome a su altura.

-¿Estas bien?- me preguntó acariciándome la mejilla.

-Si... solo que ayer murió Susana, la chica del comedor, ¿la recuerdas?

-Claro- me contestó retirándome el pelo de la cara-. Lo siento mucho.

Yo le cogí la mano y la besé volviendo a incorporarme.

-Vámonos de aquí- continué empujándole mientras me secaba las lágrimas que empezaban a caer por las mejillas.

Cuando salimos nos dirigimos al coche de Fede que estaba esperando en el aparcamiento.

Eran las 9 de la mañana y mis amigos estarían estudiando en la universidad por eso no me sorprendió no ver a Ana allí.

Llegamos al piso y ayudamos a Carlos a tumbarse en su cama.

-Voy a por algo de comer, Diana y tú quedaros aquí descansando- comentó Fede prácticamente ordenándonos.

-La cama es bastante grande para los dos- dijo Carlos abriendo el otro lado de la cama.

Yo le sonreí.

-Ahora vengo- se despidió Fede saliendo del dormitorio.

Le seguí hasta la entrada del piso.

-Fede.

-Dime.

-¿Podrías hacerme un favor esta tarde?- le pregunté.

-Si ,claro.

-¿Puedes llevarme a Ávila? Te pagaré la gasolina.

-Vale, lo único que Carlos no se puede quedar solo así que tenemos que esperar a que llegue Fer a casa.

-Vale- afirmé.

-No te preocupes por la gasolina- comentó mientras cerraba la puerta del piso y me guiñaba un ojo.

Volví a la habitación con Carlos.

-¿Qué pasaba?- me preguntó mientras me quitaba las zapatillas y me metía en la cama.

-Esta tarde voy a ir a Ávila, al centro de menores donde estuve los últimos años de mi pubertad.

-¿Y eso?- me preguntó frunciendo el ceño.

-Una amiga de allí está teniendo problemas y tengo que ir a verla y hablar con ella.

-Vaya...- dijo mientras se resentía del costado recolocándose en el colchón.

-Descansa anda- le sugerí acomodándome en la almohada.

Estábamos uno en frente de otro, mirándonos a los ojos. Yo sonreí como una tonta y me giré mirando hacía el techo.

¿Confías en mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora