Caía la noche, solo podía ver el ocaso a la distancia. El bosque era muy espeso y el aroma a sangre me delataba. No podía escapar solo podía prolongar lo inevitable. Mi cuerpo temblaba, sentía mis pecados subir por mi espalda como un millar de agujas atravesando lo más profundo de mi ser. No podía hacer nada al respecto era demasiado tarde para corregir mis errores, ella ya me había visto. Su mirada era tan fría como una noche de invierno. Solo podía ver como se acercaba mi destino final lentamente.
Sus ojos, sus ojos me mataban por dentro. Cada paso que daba sentía como mi corazón se aceleraba, el aire se volvía espeso y frio, quería gritar pero estaba petrificado. Su presencia a tal distancia me atrapaba en un agujero de pesadillas quería arrancar mis ojos para terminar con el sufrimiento que causaba su mirar. Me rodeaba el frio, el dolor, la sangre de mis peores pensamientos los cuales giraban y giraban sin terminar dentro de mis ojos .Estaba llorando mis lágrimas me quemaban, con la sangre que he derramado con mis actos.
Ella puso su mano detrás de mi cuello, su tacto era frio y áspero, de inmediato, solo pude sentir el tacto de sus labios con los míos. Pude lograr sentir todo el sufrimiento de las personas atravesando mi garganta en forma de ácido hasta mi alma y a la vez como mi cuerpo ardía pero al mismo tiempo se congelaba sin fin alguno.
Esa es la historia de cómo llegue a las condenas de infierno.
