Parte única.

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Todo el grupo de amigos estaba sentado en la pequeña mesa de la única cafetería que abría a todos los raros horarios que ellos, un grupo de estudiantes de diversos tipos de arte, manejaban. Johnny estaba sentado frente a Yuta y al lado de él estaba YoonOh, al otro lado del estadounidense, estaba HanSol mostrándole unas fotos de cosas que veía en Instagram. Él, como siempre, estaba sentado al lado de SiCheng. Esa cuestión, como muchas otras, eran cosas que sus amigos daban por sentadas. 

Yuta siempre iba a rodear a SiCheng por los hombros cuando caminaban por el centro atestado de Seúl, porque le importaba una mierda lo que pensaran esos viejos retrógradas acerca del contacto físico entre hombres y en espacios públicos (incluso si en los países natales de ambos la cosa no era muy distinta). 

Yuta siempre iba a sentarse al lado de SiCheng en cada ocasión que tuviera disponible. En los almuerzos, en los ensayos, en las pocas clases que compartían, cuando iban a la casa de alguno. Johnny solía decir que Yuta existía al lado de SiCheng y el japonés se reía, feliz de que se dieran cuenta, porque esa era su intención. Por otro lado, el chino ponía ese gesto de incomodidad que ponía ante absolutamente todo. 

Y por supuesto, Yuta siempre iba a todos lados dónde SiCheng iba (o eso creía él). Si sabía que el muchacho asistiría a una fiesta, obviamente él también se apuntaría. No había problemas con los anfitriones porque el muchacho chino no conocía a mucha gente fuera del círculo social que compartía con sus amigos. En pocas palabras, Yuta se comportaba como si fuera su novio, aunque no lo fuera. 

Tenía la teoría de que, en algún momento, SiCheng cedería a sus encantos y terminaría aceptando que le gustaba tanto como Yuta estaba enamorado de él. Además, SiCheng jamás lo había rechazado directamente. Había momentos en los que el japonés creía que era correspondido, porque el menor lo abrazaba y le daba las gracias; se acercaba a él antes que a alguien más y le sonreía de una forma sumamente tierna. Casi podía ver corazones en sus ojos. 

Estaba intentando terminar aquel ramen instantáneo cuando notó como Johnny cabeceaba y HanSol quitaba los ojos de su teléfono. Los dos se miraban entre sí de forma muy sugerente, luego, el americano le metió un codazo nada suave a YoonOh (quien también había estado muy ocupado comiendo, el chico se quejó y casi se atoró con su comida) y señaló algo detrás de Yuta. La cara del muchacho pálido se transformó y automáticamente sus ojos cayeron sobre SiCheng. 

A Yuta le molestaba la cercanía entre YoonOh y SiCheng. YoonOh siempre estaba ahí, por más que no lo quería cerca. 

Luego de estar mirándolo intensamente por un par de segundos, SiCheng salió de su ensimismamiento y dejó de mirar su refresco para prestar atención a lo que los tres muchachos señalaban. Miró por encima del japonés. Entonces, el mundo de Yuta se derrumbó. 

El rostro de SiCheng se iluminó como un sol que jamás había podido ver antes, una sonrisa apareció automáticamente en su rostro y entonces, entonces Yuta sí pudo ver corazones en sus ojos. 

Se volteó sobre su hombro de forma nada disimulada para ver a Lee TaeYong ingresando a la cafetería. Eran las tres de la mañana. Joder. Tres de la mañana. ¿Qué estaba haciendo ahí? Para peor, aquel tipo siempre tenía la capacidad de lucir increíble en todo lo que hacía. SiCheng movió su mano, con su pronunciación torpe, llamó a aquel muchacho. 

Él no lo miraba con corazones en los ojos. Pero era amable y sonreía. Era cálido. 

Se sentó en medio de Yuta y SiCheng, justo donde ellos dos habían puesto sus bolsos un rato antes. Los otros tres muchachos los seguían mirando muy intensamente, seguramente TaeYong no era idiota y se daba cuenta de los sentimientos del muchacho extranjero y las intenciones de sus amigos de hacerlo sentarse ahí a propósito; pero era demasiado cortés como para rechazarlo. 

  —  Oh, Yuta —  masculló SiCheng, muy emocionado.— No te había presentado a Lee TaeYong-hyung. 

Ambos se saludaron con incómodos reverencias de cabeza junto con sus nombres dichos muy escuetamente. Suponía que TaeYong era tímido. 

— Es un hyung con el que comparto muchas clases. Él en realidad está por recibirse de otra carrera, pero ha empezado una más. — No era necesario que SiCheng dijera que era genial, en su tono de voz se notaba lo mucho que lo admiraba. TaeYong se rascó la nuca lleno de pena, pidiéndole que no hablara de ese modo de él. — Me ha ayudado mucho a entender lo que explican los profesores y su letra es con la única manuscrita que entiendo coreano.  

SiCheng nunca hablaba mucho, porque cuando lo hacía, luchaba por que las palabras salieran apropiadamente y se le entendiera. Pero ahora estaba hablando bastante y lleno de emoción. YoonOh sonreía brillantemente, como si fuera un padre orgulloso. HanSol, aún con su cara medio escondida detrás de su teléfono, también parecía feliz. Incluso Johnny, él era el más obvio. 

¿Por qué había estado fuera de toda esa situación y por qué era el único que no estaba contento por la emoción de SiCheng? ¿Por qué sus amigos no le habían contado acerca de TaeYong? La respuesta cayó de madura. Seguramente habría reaccionado muy mal si le decían que la luz de sus ojos estaba seriamente interesado en otra persona. 

Yuta picó con fuerzas los fideos de su plato, torciendo el gesto ante la animada conversación de las dos personas a su lado. ¿Por qué todo ese tiempo había tenido la ilusión de que SiCheng le correspondería? Siempre pensaba que era el único especial en la vida del retraído muchacho extranjero, el que podía ver más allá de las barreras que él interponía entre el mundo y su interior. Pero todo ese tiempo había sido incapaz de ver lo que lo hacía verdaderamente feliz. 

Los palillos estaban fuertemente apretados entre sus dedos. Alguien tenía que darle un premio por lidiar tan bien con un corazón roto. Lo que más le dolía era que ni siquiera SiCheng podría ser feliz con TaeYong, porque el muchacho probablemente solo lo veía como un dongsaeng tierno al que cuidaba por la ternura que le inspiraba. Pero si tenía que ser sincero consigo mismo, jamás podría aceptar ver a SiCheng al lado de otra persona que no fuera él. 

mal perdedor / yuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora