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Desde que se graduó de la Universidad la vida de Youngjae, a diferencia de sus compañeros no había dado un giro de 360 grados, dicho en otras palabras nada había cambiado en absoluto a excepción de que ahora ya era alguien independiente omitiendo la parte de que fueron sus padres quienes lo echaron de su casa porque "ya es hora de madurar hijo, que mejor que empezar a independizarte", para cualquier joven aquellas palabras podrían significar mucho y como tal una alegría pero para Youngjae no era así y es que desde que era un niño su único lugar de seguridad y apoyo eran los brazos de su madre, sintió una total decepción al ver que la mujer de su vida ni siquiera lo detuvo al momento en que partió, ya con el pasar de los años y una tanta experiencia laboral Youngjae comprendió que quizá sí se estaba convirtiendo en una carga para sus padres, lamentablemente sus sueños de adolescente nunca lo dejaron ver esa realidad.

Vivía en un departamento pequeño, pocos lujos y es que bueno ser repartidor de pizza no terminaba llenando sus bolsillos pero a pesar de no ser alguien de un estatus económico alto como lo era en su adolescencia se sentía tranquilo, a sus 25 años sabía y comprendía que la vida le tenía preparado mayores tropiezos así que por ahora prefería mantener la calma o eso pensaba hacer hasta el día en que lo conoció.

Fue un 14 de Febrero, la pizzería donde trabajaba terminaba llenándose de parejas acariciándose y expresando amor por todos lados ... Asco, nunca fue fan del romanticismo, ni mucho menos de las demostraciones de afecto que evidenciaran lo idiota que un enamorado puede llegar a ser, aún así no los criticaba, cada quién sabía quedar en ridículo a su manera, para sorpresa suya y de muchos de sus compañeros de trabajo aquel día tuvo una asistencia perfecta, no entendía por qué simplemente sintió que debía de dejar su casa lo mas pronto posible, al llegar al lugar todos comentaron aquel inesperado hecho haciéndolo pensar que muchas de las personas ahí no tenían una buena imagen de él necesariamente, el trabajo estaba a todo dar, los pedidos eran continuos y cada repartidor debía de preparase, un minuto tarde podría costarle la mitad de su sueldo y ningún trabajador (a excepción del jefe) quería eso, espero por más de media hora a que le dieran una orden que llevar pero nada pasaba así que exasperado se dirigió a la cocina donde justamente se encontraba su jefe.

- Oye Jackson por sí aún nadie se había enterado por aquí, hoy llegué a la hora puntual y llevo afuera más de media hora esperando una orden que parece no querer llegar. - nunca había sido alguien formal con su jefe y aunque sabía que al otro le molestaba en sobremanera su actitud no intentaba cambiarlo.

- Choi, cuántas veces te he dicho que no...

- Sí, ya sé, "Sr. Jackson para mis trabajadores", pero en serio hace frio afuera y sí no me van a encargar nada preferiría irme. - el otro solo lo miro sorprendido y molesto.

- Nunca le damos días libres a nuestros trabajadores y mucho menos en días festivos, ya lo sabes además sí se te había encargado una orden, lo pedí especialmente para ti. - le dedico una sonrisa entre dientes que lo asusto un poco. - ¿No me digas que aún no la has entregado?

- ¿De qué hablas?, nadie me dijo nada sobre una orden a pedido tuyo.

- Por supuesto que sí, le dije a Mark que te lo comunicará. - justo en ese momento el nombrado hizo aparición.

- ¿Comunicar qué? - Mark era el actual y según chismes que escucho de algunos de sus compañeros, el novio definitivo de Jackson, no lo negaba aquel joven de cabellos rubios y piel blanca era algo, cuando lo conoció fue consciente de lo tímido que era este y como terminaba sonrojándose cada vez que su jefe lo halagaba por su buen trabajo, cosa que nuca había hecho con nadie pero que con Mark había sido imposible de no hacer, cuando se enteró de la relación que mantenían estos dos creyó que no duraría mucho pero el destino estaba loco y aquellos dos estaban cerca de cumplir 2 años de noviazgo.