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Punto de vista de Elena

Hoy es mi último día antes de volver a la escuela, después de haber estado fingiendo que estaba enferma, aunque por dentro me sentía realmente así. Harper y Amber habían venido haberme, aún querían saber la verdadera razón por la que faltaba tan seguido.

Harper se acostó en mi cama soltando un largo y profundo suspiro. Cerró los ojos. La miré extrañada, pero le resté importancia. Me senté en la silla del escritorio y miré como Amber tecleaba a toda velocidad en su celular. Hice una mueca. Sentía que muchas cosas habían cambiado en tan poco tiempo, era extraño, una sensación rara y quizás un tanto incómoda. 

Amber suspiró y se levantó.

—¿Y bien? —dijo con una ceja alzada—. ¿Nos dirás lo que ocurrió?

Harper me miró con atención.

Tragué con fuerza. No sabía si contarles o no. No quería que me vieran como una cobarde por enfrentar mi situación de esta manera, así no era yo, al menos no antes de él.

—Chicas yo... —mi voz se cortó ya que comencé a sentir que se formaba un nudo en mi garganta y solté algunas lágrimas en silencio.

Amber me miró boquiabierta y Harper demasiado sorprendida como para reaccionar. Me tapé la cara y seguí llorando. Poco a poco mis amigas se fueron acercando.

—Elena yo... lo siento. ¿Ocurrió algo malo? —preguntó algo culpable.

Me limpié las lágrimas con el borde de la manga de mi remera.

—Lo odio —solté—, él me hizo ser así de sensible.

Amber a mi lado, sonrió.

—Es normal ser sensible, Lena —mencionó con una pequeña sonrisa.

Harper me sonrió de lado y puso su mano en mi hombro.

—Es cuestión de tiempo —dijo y esbozó una sonrisa comprensiva.

Hice una mueca, dudosa y asentí.

—He estado faltando a la escuela para darme el tiempo necesario para recuperarme de esta situación. —Caminé hasta mi biblioteca y saqué una hoja que se encontraba dentro de mi diario.

Se las enseñé a mis amigas y ellas me miraron algo confundidas. Volví a mirar la hoja, la apreté contra mi pecho y asentí.

—He escrito una especie de carta, en la que dice todo lo que siento. —Se las pasé para que la leyeran.

Vi como ambas la leían y sus expresiones iban cambiando a medida que seguían leyendo. Harper me miró incrédula y Amber contenta.

—No puedo creer que lo hayas escrito tú, es hermoso —comentó Harper y me entregó la carta.

Amber estuvo de acuerdo y yo guardé la carta en un sobre.

—Aún no sé cuándo la entregaré, o si es que lo haré.

Amber dio algunos saltitos.

—Tienes que dársela, créeme —dijo con una enorme sonrisa.

Negué con la cabeza. Aún no estaba segura.

. . .

Al día siguiente volví a la escuela, todo estaba igual que siempre, mismas sillas, mismos profesores, mismas clases aburridas.

Hazel chocó su brazo contra el mío y me saludó.

—Hace mucho no te veo Lena, siento que pasaron siglos —comentó divertida.

Me encogí de hombros.

—Hace mucho que no hablamos —repliqué tajante y seguí caminando junto a ella.

Asintió y me miró de reojo.

—Te han extrañado mucho por aquí —soltó de repente.

Fruncí el ceño. ¿Quién podría extrañarme a parte de mis amigas?

Hazel me lanzó una sonrisa.

—Sobretodo Isaac, preguntaba mucho por ti. —Comenzó a peinarse el cabello con miles de rizos—. Y otra persona más.

Alcé una ceja.

—¿Quién? —pregunté con curiosidad.

Ella negó con la cabeza.

—No te lo diré —respondió y se fue corriendo.

No me esforcé en ir tras ella, simplemente la dejé irse. A Hazel le gustaba jugar un poco con tu mente, así que no siempre le hacía caso. Fui hasta mi casillero para recoger mis libros, y en cuanto la abrí, una nota se cayó. Me encogí de hombros y la levanté del suelo. No era una nota mía y tampoco era mi letra.

Lo siento.

Era lo único que decía. Miré hacia ambos lados del pasillo, nadie parecía prestarme atención, así que no le tomé mucha importancia a la nota, ya que quizás se trataba de alguna broma. Aplasté el papel con mi mano y lo tiré al cesto de basura.

Mi celular comenzó a sonar en el bolsillo de mi chaqueta. Lo tomé y era una llamada de Isaac.

—Heeeeeey, Lena —gritó alargando la "e".

Me separé un poco del teléfono.

—¿Qué te pasa Isaac? —le grité molesta.

Él se rio.

—Lo siento, hoy no he ido a la escuela, pero escuché que habías vuelto —comentó y escuché algunos ruidos del otro lado de la línea—. Mierda. Lo siento, de nuevo. Es que no tengo mucha señal aquí. En fin, quería invitarte luego de la escuela a un parque de atracciones.

Me quedé en silencio unos segundos, pensando si aceptar o no, pero la verdad no tenía motivos para negarme, así que acepté.

—Excelente. Te esperaré en la entrada de la escuela, luego de las clases —dijo y cortó la llamada.

Rodé los ojos, divertida. Sonreí y me di vuelta para seguir mi camino hasta mi próxima clase, pero me encontré con Oliver, casi me chocaba con él, o más bien mis labios casi chocaban por accidente, pero me detuve a tiempo y me alejé unos pasos. 

Él me miró con los ojos un poco más abiertos de lo normal, pero luego se quedó con su habitual expresión.

—Lo siento —dije casi en un susurro e intenté evadirlo, pero me detuvo al llamarme por mi nombre.

La piel se puso de gallina. ¿Qué quería? La verdad es que ya no quería tener nada que ver con él, aún estaba enojada porque me había estado ignorando.

Se puso frente a mí.

—Me gustaría hablar contigo, después de la escuela. Te esperaré en la entrada —declaró rápidamente y se alejó antes de que pudiera decir nada.

¿Por qué?  Eso era lo único que podía formular en mi cabeza en aquellos momentos.







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