Capítulo 26

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Ya estoy acá — dije entrando a la habitación de Diego, que estaba sentado en la orilla de la cama terminando de arreglarse —

Hola, pasa por favor — respondió cuando me vio asomar la cabeza por la puerta — mi madre está pagando la cuenta. En un momento viene

— Si claro, gracias — entre tímida y me senté en el sillón de la habitación mientras los esperaba —

Te llame pero no respondiste ¿Estabas ocupada? — preguntó Diego terminando de abrochar el último botón de su camisa —

De hecho estaba llegando al hospital, no vi necesario responder.

Un profundo silencio se extendió por la habitación y no cruzamos palabra hasta que Doña María llegó para irnos.

Camino al departamento de Diego, este iba muy callado mientras que yo y su madre hablábamos de diversos temas

¿Hijo te pasa algo? — le preguntó su madre pero Diego no respondió palabra alguna —

Mientras yo lo miraba por el retrovisor, su mirada estaba pérdida en el paisaje, pero su mente quién sabe en dónde o en quién.

Llegamos a su departamento y rápidamente se bajó del auto, su actitud estaba siendo muy extraña — pensé — y solamente Doña María agradeció el gesto de haberlos regresado a casa lo cual se me hizo más extraño aún, pues Diego quería que fuera por ellos al hospital.

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Está tarde, comenzaría a buscar departamentos y pondría en venta la casa. Entre más rápido venda mi casa, más rápido me resignaré a vivir sin Oscar, y quizás mi vida comience desde cero nuevamente.

Dicen que siempre es bueno buscar nuevos territorios, conocer nuevas costumbres y personas, eso enriquecerá al alma más que al entendimiento.
Y una casa nueva será el inicio de una nueva vida. Una vida que debí haber empezado hace mucho tiempo pero no me atreví.
Mi gran problema toda la vida será: aceptar los cambios, pero nosotros somos un cambio constante y eso nos permite crecer.

La última semana he buscado lugares que se adapten a muchas cosas de mi vida y hoy iría personalmente a ver cuál sería mi nuevo lugar...

Ana

Esperaba a Amelia en mi auto frente a su casa, el tiempo para que me diera una respuesta se agotó y sería una pena que rechazará nuestro negocio.

La puerta del auto se abrió y entró, en sus ojos podía ver la desesperación que tenía por consumir drogas.

Y bien Amelia ¿Qué has pensando de mi propuesta?

— ¿Qué me asegura que nadie se dará cuenta? — preguntó nerviosa cabizbaja —

Ja ja ja — me burlé — niña ¡Qué ilusa eres! Nadie se dará cuenta, porque todo estará muy bien planeado, además no te olvides que tan grande será tu recompensa — el tentar a Amelia es más fácil que tentar a un hombre casado —

Esta bien — respondió — lo haré

— Perfecto Amelia, créeme que no te arrepentirás... tu paraíso comienza desde ya — dije sacando de mi bolso unos gramos de coca —

Pero tengo una condición Ana — interrumpió mi acto —

— ¿Disculpa?

— Mataré a Alina, cumplirás tu parte del trato y te largaras de mi vida — respondió bajándose del auto —

El Tiempo Después De Ti ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora