Tears.

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18 abril 1998:

-¡Estoy hasta los huevos!, ¿Qué más quieres de mi, eh? – La exasperación brillaba en esos ojos marrones que me cuestionaban furibundos. De nuevo la había cagado, las inseguridades era parte de mi karma y obligaba a Hideto a cargarlas conmigo, lo más estúpido de la situación es que yo sabía que él me amaba, que no tenía a nadie que me amara como lo hacía él... Pero mis celos, que cualquier otro le fuera cercano me exasperaban y lo peor del caso es que no lo podía controlar, no podía detenerme cuando se me escapaba el maldito vomito verbal.
- ¡Que no toques a otros con esas confianzas!, ¡Eres mío, joder! – Gruñí cual niñato estúpido, incluso estuve a unos segundos de cruzar mis brazos a hinchar las mejillas.
- ¿Te estás escuchando? -Enarcó esa bonita y delineada ceja, oculta bajo su flequillo rosa... Mi arañita rosa. – Si sabes perfectamente que soy tuyo, ¿Por qué te enfadas tanto? – Resopló quitando el flequillo de su frente.

Si, me había celado porque vi a Hideto abrazando a Pata por la espalda por alguna noticia que no me había enterado... Estaba exagerando un poco, pero no me iba echar para atrás, jamás, nunca daba mi brazo a torcer... Y por eso estaba por quedarme soltero, ¡Maldito temperamento!
-Pues... -¿Qué argumento podría servirme?

Antes que pudiera decir cualquier tontería Hide se me había acercado para dejar un beso sobre mis labios, en mi distracción al estar mirando al suelo ni lo noté. Tomó un mechón de mi cabello para acomodarlo tras mi oreja derecha y luego me sostuvo del rostro.
-No seas tonto, si llevamos tanto tiempo juntos es porque yo te amo y tú me amas a mí, ¿No? – Una bonita sonrisa se dibujó en su carita, ocultando sus ojitos y dando expresión de travesura, esa por la cual siempre sufría porque alguien podría llevársela. - ¿Estoy en lo correcto?, ¿Me amas?

Hinché las mejillas unos segundos, resoplando con un poco de fastidio, es que tenía toda la razón y el único estúpido era yo.

-Te amo. -Balbuceé, mirando hacia otro lado, un poco avergonzado. ¡Hideto a veces era demasiado occidental para mí!

-Entonces no hay manera que yo pudiera ver a otro más que a ti. – Sonreí de lado un poco satisfecho de su respuesta. – Porque yo sé también que tú eres mío, mi hombre. – Tanto en mi panza como en pene se llenaba de cosquillas cuando afirmaba tales cosas, ¡¿Que no ve el empalme que se me está haciendo en la entrepierna?!

- Soy tu hombre, por eso no debes tocar a otros. - Me quejé en un tono infantil, pero para equilibrar el universo ya estaba abrazando a Hideto por la cintura y manoseando con mis manos el bonito trasero que tenía.

- Bah, serás manilarga...- Me gruñó, conteniendo la risa tonta y mientras buscaba con su nariz ocultarse en mi cuello, era muy similar a un conejo cuando buscaba ocultarse y además me hacía muchas cosquillas.
-Quieto, quieto... -Reclamé entre unas risas flojas, sino se me iba ir la inspiración antes de hacerle cualquier cosa a ese hombre.

¿Cómo podía explicar esa relación que tenía con ese revoltoso?

Desde la primera vez que crucé mi vista con él supe no existiría nunca más nadie en mi vida... Él había tomado mi corazón como su hogar, mi hombro como su pañuelo de lágrimas, mis besos sus consuelos y mis brazos su abrigo.

No podía resistirme en irme sobre él, era imperativo hacerle el amor a Hideto, era una persona que necesitaba de mucho afecto y de atención, aunque solo fuera yo quién lo supiera, era nuestro mayor secreto... El frágil, el que se rompía, el pretendía ser fuerte por ambos.

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