Adiestramiento de becarios

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La semana, que prometía ser un torbellino, ha pasado bastante rápido. Poco a poco he conseguido que todo vuelva a la normalidad, menos por mi móvil, que humea en notificaciones aunque haya puesto mis redes sociales en privado. Aunque esta situación también ha supuesto que algunas personas me sorprendieran para bien, como José, que se ofreció a custodiarme si tenía algún problema o Charles, que ha empatizado bastante bien con mi situación y hemos acabado confiando más el uno en el otro a pesar que no dejo de ser su tutora de prácticas. Alba me ha llamado cada día para ver cómo estaba.

Holly aprovechó la visita a su anterior casa para recoger sus cosas y traerse la cama de su cuarto de invitados, hemos hecho espacio en el trastero de mi piso para hacerle una habitación. Y así es cómo nos hemos convertido en compañeras de piso. Ayer ya pudo volver al trabajo y me hace feliz ver que mi amiga se recupera rápido de este trance. Y ya no hay más notas en mi buzón. Así que parece que todo, poco a poco vuelve a la normalidad.

Por fin es viernes. Y ya estamos a la tercera semana de junio y aunque llueve a ratos, el tiempo en Londres es bastante agradable.  La carretera está bastante húmeda y tengo que ir con cuidado con la moto para no derrapar ni levantar demasiada agua pero puedo ir en manga corta y vestidos con medias finas. 

Llego a la redacción y me siento bien con mi vestido de flores, mis medias negras con puntos del mismo color y mis botas, Esta mañana me apetecía arreglarme. Dejo mi casco en la taquilla y me cruzo con Max, con el café en la mano, que me para de golpe.

-Eh T/N, es el cumpleaños de tu becario-me susurra, como si fuese un espía dando el chivatazo de su vida. 

-Vale, gracias Max- le respondo, recomponiéndome. 

Avanzo hacia donde está mi zona de trabajo y Charles ya está amorrado a su ordenador, aunque veo que no lleva los auriculares. 

-¡Felicidades becario!- le digo con entusiasmo y le revuelvo los rizos negros.

-¡EH!-protesta mientras me río y me siento en mi silla- gracias.

-¿Dónde están los cruasanes?- le pregunto y aprovecho para sacar la carpeta dónde guardamos el trabajo del día de un cajón.

-¿De qué hablas?- aparta los ojos de la pantalla y me mira desconcertado. 

-En mi país- le respondo, con un toque de condescendencia - cuando es el cumpleaños de alguien, esa persona trae comida. Además, no he desayunado- hago una mueca- me hubiese ido bien. 

Charles me aguanta la mirada, atónito. 

-Pues vete a tu país, inmigrante. - me dice, antes de echarse a reír.

Y paf. Le suelto un carpetazo en toda la cara. 

-T/N,¿Qué haces?

-Te adiestro, -añado, seria, pero Charles sabe que estoy bromeando- me debes un desayuno. 

-Y tú una pinta y un autógrafo o saludo de tu novio-me espeta. 

-Vale, chulito de playa- le digo, arqueando una ceja.- La pinta mañana tarde. Y el saludo-suspiro- ya lo hablaremos, que está liado. 

Y es verdad. Brendon y yo no nos hemos visto desde el lunes, lleva toda la semana de  reuniones en Los Ángeles, por un nuevo CD que, por suerte, le dejarán grabar en Londres. Aunque el FaceTime hace maravillas, no es lo mismo, las llamadas son breves y a ocho horas de diferencia. Y tiene que volver el lunes.

Cuando me doy cuenta, está David asomado a mi mesa con los ojos como platos. 

-T/N, ¿le acabas de pegar un carpetazo en la cara al becario?-pregunta, sin salir de su asombro-me lo ha parecido, pero...

-Sí-le interrumpo, feliz, sin dejar de mirarle mientras le pego otro carpetazo a Charles, que debe haber empezado ya a trabajar.

Al ver que Charles me sigue el juego y me mira prometiéndome venganza, mi jefe se queda más tranquilo,  suelta una carcajada sonora y se va a su sitio. 

Sigo el día como un viernes cualquiera, viene Jude Law al programa y resulta encantador, pero empiezo a notar el cansancio de la semana y tengo ganas de pasarme el fin de semana tirada en la cama o paseando. No he pasado tanto tiempo separada de Brendon desde que lo conozco y me empieza a pesar, por muy reina del drama que suene. 

Termina el programa,  me vuelvo a poner en ropa de calle y salgo con Holly  a la puerta de los estudios, que dice que tiene que comprar un medicamento en la farmacia de al lado. La espero fuera y mi móvil empieza a sonar. Es Brendon y no recuerdo que quedásemos a esta hora para llamarnos. 

-¿Sí?-respondo, esperando interferencias.

-Bonito vestido, preciosa.-me dice y le oigo perfectamente.

-¿Qué?

-Gírate. 

Todavía asombrada, me giro lentamente y lo veo a lo lejos, pero lo suficiente para distinguirle entre la gente. Lleva unos vaqueros rotos, camiseta negra y gorro. Lleva lo que parece una flor en la mano y yo no puedo contener la sonrisa. Cruza el paso de peatones y voy corriendo a tirarme encima de él y a abrazarle.

-He vuelto antes para darte una sorpresa-dice, su voz sonando contra mi pelo. 

-Te quiero.-le susurro- quédate conmigo esta noche. 

Me separo de él, me da la flor y un beso largo. 

-Tengo todo el fin de semana para ti, T/N- me responde mientras me acaricia la mejilla con el pulgar y le sonrío.

En este momento Holly sale de la farmacia y nos ve. 

-Eh, ¡Hola!-dice mi amiga, sorprendida.

-¿Qué pasa Holly?- responde él.

-T/N, tengo el coche por aquí, supongo que las dos habéis venido en moto ¿no?

Asentimos.

-Nos vemos en tu piso pues-me guiña un ojo. 

Mi novio se va a su coche y Holly yo bajamos al parquing de los estudios y conduzco hasta el Soho. Llegamos antes que él y mi amiga desaparece a su habitación, que ha quedado con los de maquillaje del trabajo y yo me quito los zapatos. 

Al cabo de unos diez minutos, Brendon llama a la puerta. 

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Victorious (Brendon Urie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora