Horrible Pesadilla.

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  Se levantó en medio de la avenida principal de una metrópoli vacía, de estructuras altas y planas sin relieve; casi cúbicas, dominada por la penumbra; donde la luz intensa que emitían los postes ubicados en las esquinas no llegaba a la mitad de la cuadra, como si una fuerza inexplicable no le permitiese llegar.

No circulaba el viento y el silencio llego a tal que empezó a escuchar los latidos de su propio corazón, que se aceleraba continuamente mientras más intentaba asimilar su situación.

Luego de la prolongada petrificación que sufrió en su incomprensión situacional; decidió caminar un poco, pero para su mayor nerviosismo; empezó a sentir que estaba desorientado en una infinidad de parcelas con un patrón repetitivo e inconcluso que lo llevaban siempre a un mismo lugar.

Ya no sabía ni que sentía, miedo, ansiedad, desesperación o confusión cuando empezó a delirar, escuchaba en la lejanía pasos que parecían de algún depredador mamífero cuadrúpedo y el sonido se hacía más fuerte mientras se acercaba a otra esquina. Al doblar; vio a la bestia, un lobo antropomorfo gris que podía andar bípedo.

Con una descarga adrenalínica en su sangre rompió a correr lo más rápido que pudo, viraba en cada esquina intentando despistar a su persecutor pero fue inútil ya que el engendro parecía seguir la pista de su aroma. En una cruzada logro divisar la casa de su hermana en medio de la manzana; y se dirigió con sus últimas fuerzas hacia ella para estar a salvo, no sabía cómo una humilde casa lograría mantenerlo a salvo pero él lo presagiaba y tal como pensó; cruzo y cerró la reja frontal cayendo al suelo por la inercia de su abalanzo.

El lobo no consiguió entrar en la casa totalmente cerrada y aparentemente se marchó ya que no se volvió a escuchar sus gruñidos ni su respiración tosca y acelerada, allí fue cuando el sujeto noto que no estaba en la casa de su hermana sino en la suya; lo cual lo desconcertó más. Algo olía mal; como a putrefacción así que siguió el olor hasta la cocina donde encontró un caldero tapado que al destapar descubrió que contenía viseras, asqueado camino en retroceso hasta la pared y se fue en vómito, sintiéndose débil intuyo el entrar en la habitación de sus padres, abrió la puerta lentamente y los encontró juntos en la cama matrimonial completamente abiertos del torso, muertos, se desvaneció en sí mismo y se desmayó.

Despertó empolvado en lo que parecía ser una chatarrería abandonada, rodeado de montañas de piezas corroídas pensó que lo mejor sería ver el panorama desde un punto más alto; así que se dedicó a escalar los tumultos con cuidado ya que las piezas flojas y polvorientas caían al contacto, al llegar a la cima vio que todo a su alrededor era lo mismo, montones de chatarra con algunos vallecitos y caminos laberinticos hasta el horizonte. Entonces sintió un temblor y la montañita donde se encontraba se derrumbó dejando una gran polvareda.

Al disiparse esta, noto que ahora se encontraba en el jardín de su abuela y el cielo se tornó de color rojizo. Se acercó a la casa que se encontraba totalmente cerrada y con un aura de soledad, saco la llave que se escondía bajo el tapete de bienvenida y abrió la puerta; entró y sintió un abandono profundo entre los objetos inmóviles que lo rodeaban, se dirigió a la cocina y tras la barra encontró a su abuela sonriente, se sorprendió ya que la veía y escuchaba pero no sentía su presencia; se notaba más alta pero nunca miro al suelo distraído con la simpatía con la que lo recibió, se sentaron a conversar como seria de costumbre y ella le expresaba que se sentía sola, que ya muy poco la visitaban y que no le gustaba tener la casa tan vacía.

La puerta se abrió y por ella entro su tía que se espantó al verlo ahí sentado y le pregunto: ¿Qué haces aquí? – Conversando con mami abuela – dijo él. Se le aguaron los ojos. – Hijo, tu abuela lleva semanas muerta. – Guardo silencio y se desconcertó de nuevo. – Pero, si yo acabo de verla y conversar con ella. – Replicó. – Ven hijo. – Dijo ella, él se acercó y la abrazo mientras ella lloraba.

Salió al patio y en un medio muro se apoyó para llorar también, pero no derramo muchas lágrimas; solo pensaba: ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué me sucede a mí? Sabiendo ya donde se encontraba decidió volver a su residencia, fue a su habitación y al verse a sí mismo; despertó. Todo había sido una horrible pesadilla. O al menos eso creía él.

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