The beginning and the end

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Abrir los ojos y ver el cielo. Abrir los ojos y que unos plataneros te cubran de la luz del sol. Abrir los ojos y notar un suelo caliente, casi ardiente. Shiro Fubuki pensó por un solo segundo que estaba en el cielo, hasta que el calor en su espalda le indicó lo contrario. Pero lo había sentido. Había sentido que estaba en el cielo. En ese instante donde el universo y él estuvieron cara a cara, Fubuki fue feliz, sin sentir nada, solamente viendo el infinito a través de las hojas del platanero. Fue maravilloso.

Pero ya estaba empezando a notar el peso de la realidad en el cuerpo. Lo tenía entumecido, se sentía mareado, incapaz de levantarse, de moverse, tenía mucho calor y podría jurar que estaba sangrando por alguna parte. Notaba líquido resbalar por su cara.

Oyó sirenas de ambulancias. Oyó a gente parlotear a su alrededor. Le ponían nervioso, sobre todo porque no entraban en su campo visual, que lo notaba reducido.

—Ha despertado —dijo una voz varonil. Y vio a un chico rubio de ojos oscuros arrodillarse a su lado—. ¿Cómo te encuentras?

Fubuki se quedó perplejo. No le conocía de nada. ¿Debería? Ese chico era muy guapo...

—¿Qué... ha... pasado...? —Eso fue lo primero que dijo, y se sintió realmente estúpido hablando tan lento, pero es que su cuerpo no le permitía ir más rápido. De hecho, seguía empeñado en no querer moverse un pelo.

—Has tenido un ataque epiléptico. Te he encontrado y he llamado a la ambulancia.

Fubuki no consiguió traducir verbalmente su "mierda, otra vez no" que se había plantado en sus pensamientos. Solamente vio cómo el chico se apartaba por orden de una médica de la ambulancia. Ésta empezó a preguntarle cosas de forma apresurada:

—¿Te duele algo?

—No.

—¿Te has mordido la lengua?

—No... —repitió, después de comprobarlo con un movimiento leve. En realidad notaba sangre, y notaba dolorida la punta, pero se lo podría haber hecho cualquier día comiendo.

—¿Te has hecho pis?

Fubuki enrojeció por un enfado momentáneo. ¿Cómo era posible mearse en una situación así? Ni que fuera un crío.

—No. —Y esta vez el tono era más fuerte, pero sin gritar.

—Es normal en un ataque epiléptico que el cuerpo pierda el control de los esfínteres —le indicó la médica— y a veces las convulsiones provocan que la mandíbula muerda potentemente la lengua, o al contrario que haga que te la tragues.

El chico cambió su rojez por un pálido parecido al de sus ojos. Podría haberse quedado sin lengua, podría haberse atragantado, podría haber muerto con los pantalones meados. Dios, qué humillación.

Fubuki iba procesando datos, mientras los médicos lo trasladaban a la camilla y a la ambulancia. Recordaba que se dirigía a sus primeras prácticas de universidad. Era junio, por eso hacía calor. No sabía exactamente en qué punto del camino se había desmayado, pero estaba en la ciudad, seguro.

También seguía oyendo voces que no veía. Su cuerpo seguía sin querer moverse, y cualquier intento forzado era compensado con un mareo que hacía que su cabeza le diera vueltas. Pensaba que el traslado hasta la ambulancia en la camilla le haría vomitar. Su cuerpo tampoco quiso hacer eso.

—¿Puedo ir con él? —preguntó el chico rubio.

—¿No tiene a nadie más?

—Caminaba solo... —intervino Shiro, en la conversación. Al fin y al cabo, él era el enfermo y era de él de quien hablaban. Quería que ese chico le acompañara.

The beginning and the end [Inazuma Eleven - Goenji x Fubuki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora