Capítulo 8

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Al fin, ese fin de semana de videojuegos que tanto habíamos esperado había llegado. Chuck se presentó puntual a mi casa, a las 9 de la mañana, como habíamos acordado hace casi una semana.

-Bien, he traído el juego de nuestra niñez, si seguimos el plan hoy nos lo pasamos entero y mañana podremos jugar juegos más... actuales, ya sabes...

-Tío, yo ideé el plan, no hace falta que me lo repitas.

-¡A sus ordenes mi capitán! ¿Nos ponemos en marcha?

Cogí el juego y lo puse en la consola, indicando que si, nos poníamos en marcha.

-¡Me pido ser el jugador uno! -grité a la vez que ponía el conector en la ranura del jugador uno.

-Puto... Ok, pues supongo que me toca ser el dos -dijo conectando su mando.

Parece ser que de pequeños eramos un poco exagerados, y también bastante malos, porque en una mañana nos pasamos el juego entero.

-¿Y ya está? -dije cuando vi los créditos.

-Chicos, supongo que os pasareis el día encerrados intentando acabar el juego este así que os dejo la comida aquí y no os molesto -dijo mi madre entrando y saliendo de mi habitación.

-Eh, ok -dije después de que cerrase la puerta- Vale, el plan ha fallado un poco, ¿alguna idea improvisada comandante?

-Pues... -dijo levantando el Fifa.

-Y por eso te pregunto a ti -y reímos.

Cambiamos de consola y nos pusimos a jugar. Bueno, yo más bien a recibir una paliza de Chuck mientras el se regodeaba dejando la repetición completa del gol.

-¿Por qué sigo siendo amigo tuyo?

-No se... ¿Eres masoquista?

-Con tu cuerpo un egoísta -y nos partimos el culo un rato.

-Lo has dicho mal.

-Au contraire, amigo mío, lo he adaptado a la situación, que es lo que hacen las personas inteligentes -y Chuck aguantó la respiración y abrió la ventana.

-¿Que haces? ¿No te has tirado un pedo no? -y me levanté rápido por si había que salir huyendo.

-No tranquilo, es que con tanto ego me ahogo.

Chasqué la lengua y me reí. Después nos pasamos toda la tarde cambiando de juego, e incluso se fue a su casa y jugamos los dos online, luego volvió, jugamos un rato más y nos fuímos a dormir como a la una de la mañana.

-Tío, ¿estás despierto? -susurró Chuck.

-Ya no -le dije yo.

-¿Te das cuenta de que llamamos a la comida comida cuando todavía no ha sido comida? Es como lo de vender la piel del oso antes de cazarlo...

-Son las dos de la mañana tío.

-¿Gracias reloj parlante?

-Que te jodan -dije volviendo a girarme para dormir.

-Piénsalo, es lo mismo con la bebida, todavía no la hemos bebido... ¡Y con el pescado!

-Hey, las mamadas... -y los dos reímos a carcajadas.

-Me gusta como piens- -Chuck fue cortado por mi móvil, que empezó a sonar.

-¿Quién puede ser a estas horas? -dije algo molesto.

-Tío, es Alex -dijo Chuck que ya tenía mi móvil en las manos.

Rápidamente se lo robé y contesté. No hacía falta poner el altavoz, con el silencio que había en mi casa, normal a esa hora, se escuchaba perfectamente.

Llamas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora