009.- Familia Dalaras

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Darion

Hoy en la madrugada había sentido un impulso muy fuerte en ver a Zephyr, pero con Evangeline cerca no pude. Resignado acabé tocando el piano para distraer mis impulsos de destripar a alguien, por la maldita impotencia y estrés que me causaba esta situación.

Al amanecer, entré a la bodega para satisfacer mi malestar con una botella de O positivo. Ahora volvía a mi habitación para recoger las llaves de mi coche y atender mis deberes, como un líder...
Entré a mi habitación, y vi a Evangeline revolviendo los cajones de mi escritorio.

-¿Que estás haciendo en mi habitación? -solté molesto.
-Solo buscaba aquel licor que nunca me dejabas beber, por cierto, ¡tenemos visita! -dijo Evangeline, y la miré estupefacto sin decir una palabra-. ¡No me mires así, y dime donde lo escondes! -exclamó, con una mano en la cintura.

-Primero: esta casa es mía, y no quiero ninguna visita que yo no haya invitado -pausé mirándola severo-. Segundo: Ese licor no es para cualquiera, es muy sagrado en nuestra familia -.

-Blah, blah, blah... Ya estás en el mismo nivel de aburrido que el tío Nicodemus -dijo saliendo de mis aposentos.

No me interesa quien esté viniendo, sino dejar mi casa a manos de mi descuidada e infantil prima.
Tengo cosas más importantes que hacer, a estar con una panda de niños.

Desaparecí en dirección al salón, me acerqué a la percha y cogí mi chaqueta. -En una hora vuelvo Evangeline, cuando vuelva quiero la casa tan impecable como lo está ahora -dije y antes de que recibiera respuesta, desaparecí del lugar.

Hoy tengo un encuentro con el líder de otra familia casi tan importante como la mía. El problema es que no son vampiros, son brujos. Volvieron a esta ciudad para hacer una tregua entre familias, ya que nuestra relación se podría decir que no es muy amistosa. Pero sospecho que la verdadera razón por la que volvieron fue porque sus poderes se vuelven más potentes cuando están en su lugar de procedencia.

Esta vez cogí mi coche, no quiero correr el riesgo a que un humano me vea aparecer de la nada en pleno día.
El lugar del evento será en el lado suroeste de las afueras de la ciudad, donde no pasa apenas gente, porque hay otra ruta más segura y rápida de entrar o salir de esta ciudad.

El trayecto hasta el punto de encuentro fue bastante corto, y pude llegar un cuarto de hora antes de la hora programada. Salí y me paré recostado en mi coche, cogí mi teléfono móvil. Son las 9:21a. m., faltan nueve minutos para el encuentro, así que aproveché y llamé a Evangeline.

-¡¡Dary!! -gritó al otro lado, haciendo que me apartara el teléfono del oído.
-No grites Evangeline, puedo oírte perfectamente -dije con molestia.
-Claro Dary, ¿ya te aburriste y decidiste volver para pasarlo bien? -respondió en tono de burla. Hice un pequeño gruñido. -No. Solo te llamé para avisarte que volveré más tarde -dije con indiferencia. No pensaba decirle que iría a ver a Zephyr. -Oh. Supongo que luego tendrás más tiempo para mí... -dijo apenada, haciéndome sentir culpabilidad.

-Por supuesto, tendremos una tarde magnífica juntos -dije para que se sintiera mejor.
-¡Te quiero Dary! -expresó con entusiasmo. -Yo igual -colgué.

Un par de minutos después, se acercaron dos 4x4 con vidrios polarizados. Del primero salió un joven, y del otro un hombre bastante más maduro, con rasgos parecidos a los del joven.
Después salieron cuatro hombres con pintas de guardaespaldas, y se acercaron a los dos hombres.

-Saludos, soy Hans Dalaras, líder y representante de la familia Dalaras -dijo y me estrechó la mano-. Y este es mi heredero, Marco Dalaras -el joven también me estrechó la mano, pero con una pequeña sonrisa.

-Darion Demetriou, representante y heredero sucesor. Un placer -.
-Igualmente -dijo el más joven arrancando una breve mirada de su padre. -Bien, esto será rápido -dijo seriamente, Hans.
-Claro, negociemos -dije con la misma seriedad.

-Mi familia volverá a nuestra antigua mansión, y juramos prestar nuestra magia como ayuda a cualquier conflicto que tengan con otro clan -comenzó Hans-. Pero queremos que nos devuelvan nuestra reliquia familiar -articuló observando mi reacción.

Lo que él me pedía era el talismán de las cinco brujas elementales, todas ellas muy poderosas, pero la qué forjó esa reliquia fue una bruja Dalaras siendo la primera bruja elemental. Sin duda, una de las reliquias más antiguas y poderosas del mundo.

Pero el problema está en que es muy importante para mí también.
-No creo que... -empecé mirando al vacío. -No borráremos absolutamente nada, solo queremos tenerla a salvo. -respondió rápidamente. Le miré a los ojos, lo decía seriamente y podía ver su sinceridad.

-Entonces manténgalo a salvo como si vuestra vida dependiera de ello -dije con tono de amenaza.
-No se preocupe, y pedimos disculpas por los conflictos que tuvimos en el pasado -dijo Hans con su mismo tono de seriedad.
-Igual también pido disculpas en nombre de toda la familia Demetriou -afirmé y nos estrecháramos la mano.

Con eso finalizamos la tregua, y nos separamos. Ahora estaba en mi coche, dirigiéndome a la casa de Zephyr. Pude sentir esta madrugada como su corazón latía desesperado. No podría perdonarme el que le pasara algo... Tengo que asegurarme de que está bien.

***

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