Prólogo

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Las clases eran pura basura según pensaba Arlene en su clase de matemáticas porque no les entendía nada y menos se podía concentrar cuando a lado de ella se sentaba su amigo Eduardo. El tercer semestre de preparatoria había comenzado hace un mes y en ese poco tiempo hizo muchos amigos, pero se había enamorado de uno en especial. Eduardo. A veces te pasan muchas cosas, pero siempre habrá algunas que son peor que otras y sobresalen de las demás y una de ellas es el enamorarte de tu amigo.

Estudiaba en la preparatoria nocturna porque odiaba madrugar, pero ya fuera en la mañana tarde o noche las matemáticas no se le daban.

—Señorita Guerra, si no le interesa mi clase puede salirse.

Arlene tenía 17 años, aunque faltaban unos días para que cumpliera los 18. Era de tez morena clara de cabello y ojos oscuros, un poco alta y buena estudiante, pero ese día no tenía ánimos de nada. Ella volteo los ojos y tomó sus cosas, se levantó de su silla y salió del salón con una serie de voces detrás de ella. No era una niña malcriada ni nada por el estilo, pero esa noche no quería saber nada del mundo ni lo que pasaba a su alrededor. El peor error que cometió. No poner atención.

Cruzó la avenida metida en sus propios pensamientos provocando que una camioneta que venía a toda velocidad frenara de golpe y derrapara estrellándose con otro carro. Arlene se detuvo a medio camino en un estado de shock, estuvo a punto de morir y se salvó por tan solo un metro. Un metro más y ahora estaría embarrada a media avenida.

Unas camionetas de policías y agentes llegaron rápido y comenzaron a rodear la camioneta que casi mataba a la chica y de ahí salieron tres hombres. Uno de ellos corrió hacia Arlene y la tomó del cuello y le apuntó con una pistola a la cabeza.

—¡Retrocedan! ¡Vamos o le vuelo la cabeza ahora mismo!

—¡Estas rodeado Gerardo! —le contestó un oficial por una bocina.

Arlene de vuelta a su horrible realidad comenzó a respirar rápido entrando en pánico.

—¡Un paso más y le disparo!

Los otros dos hombres apuntaban con sus metralletas listos para disparar y proteger al sujeto moreno, alto y musculoso.

—¡Gerardo Alcantar! ¡Suéltala!

Arlene sentía la pistola temblar en las manos de su agresor y cada vez más presionaba en su sien. Respiró profundo y se armó de valor recordando todas aquellas veces que entreno para un momento como ese.

—¡Vámonos! —ordenó el moreno a sus hombres quien lo protegían.

En ese momento al que llamaron Gerardo aflojó el agarre, oportunidad que aprovechó Arlene para darse la vuelta y golpearlo en sus testículos, le arrebató el arma y le disparó a los dos hombres de enfrente en sus piernas luego apuntó a Gerardo en la cabeza.

—Vamos niña no tienes lo que se necesita para matarme...

Los policías se acercaron corriendo rápido y le quitaron el arma a la chica mientras que paramédicos atendían a los heridos de bala por ella que eran cómplices de Gerardo.

—¿Está bien señorita? Señorita...

—¿Qué?

El pánico volvió a su cuerpo y la adrenalina junto con su valentía se esfumaron.

—¡Te encontraré! ¡TE MATARÉ!

—¡Guarde silencio! —le gritó el policía esposándolo y subiéndolo a la camioneta.

—¡Cuídate estúpida! ¡El Cartel de las Sombras vendrá a buscarte! ¡TE MATARÁN!

Ella retrocedió y cayó al suelo de rodillas con la respiración agitada. Su valentía se había esfumado de su cuerpo siendo reemplazada por el miedo.

—¡Señorita! ¡Señorita!

Sus ojos se habían cerrado y ahora descansaba en el pavimento sin saber el lio en el que se había acabado de meter.

En las sombras de la noche alguien los estaba observando con detenimiento y con firmeza.

—Informa al jefe que atraparon a Gerardo.

—Ezra no se pondrá nada contento Vaquero.

—Lo sé, piraña lo sé, vamos que no tardan en llegar más perros.

Se dan la vuelta y salen de los arbustos subiéndose en una camioneta color negra. Aceleran y desaparecen entre las calles abandonadas del barrio bajo.

—Teniente Derricks al fin todo comienza a mejorar —dijo un oficial de un rango menor.

—No te confíes Gutiérrez —contestó el hombre mirando a su alrededor con detenimiento—, presiento que esto apenas comienza. Solo es el principio.

Asesinos De La Noche - El Cartel De Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora