¿Recuerdas...? ||Italia x Lectora|| <Hetalia>

Capítulo 1.

¿Recuerdas?

... Aquel día en el que nos conocimos...

   Yo caminaba perdida entre las calles de Italia, Roma, para ser exactos. Debía llegar a la boda de mi madre y mi padrastro, ya iba tarde y mi vestido provocaba que llamara demasiado la atención y aquello me molestaba. Miraba a mis alrededores de forma desesperada, buscando a dónde ir... Buscándote a ti.

    Tú caminabas junto a tu hermano tomando un helado, era de pistacho, lo recuerdo bien. Reías a carcajadas mientras aquel rizo que tanto me gusta rebotaba en el aire de arriba hacia abajo, y mientras tanto tu hermano te miraba serio tratando de decir algo como "mi hermano tiene problemas, ¡Por favor que alguien me ayude!", pero al final igualmente lograste hacerlo sonreír... Tu sonrisa enamora a cualquiera, es perfecta tal y como tu corazón.

     Me miraste y yo también te miré. Había visto ya varios chicos atractivos pero ninguno que provocara que se me fuese imposible despegar mi vista de él, algo en mí me decía que no te dejara ir, que tú tenías aquello que tanto buscaba y que podrías dármelo sin importar que no fuese yo la chica perfecta. Me seguías mirando, estabas ya frente a mí y recuerdo lo que dijiste en ese momento: "Parece perdida hermosa doncella, ¿En qué la puedo ayudar?". A partir de esas palabras mi corazón se aceleró, yo sabía bien que de seguro eran por mera amabilidad pero mi corazón caso alguno no me hizo. Ahí fue cuando te conté sobre la boda y tú me sonreíste, le diste tu helado a tu hermano, tomaste mi mano y me llevaste corriendo con la excusa de "Es algo importante, ¡No puedes llegar tarde!". Yo apenas y sí podía seguirte el paso, de verdad corrías rápido tal y como si tu vida dependiera de ello.

    Ambos llegamos a donde se supone que se llevaría a cabo la boda, íbamos tomados de la mano y bastante cansados y desarreglados. Mi tía se nos acercó exclamando "¡Tú y tu novio llegan tarde¡ Tu madre no quiere decir el sí solamente porque no estás tú ¡Entra en aquel lugar de una vez y hazla feliz!" Y en esa nos empuja a ambos dentro, siendo obligados a sentarnos juntos y de paso ser la mirada de muchos. Mi rostro me ardía de la vergüenza y tú simplemente mirabas algo atento a los novios en el altar mientras ella decía "Sí, acepto." y luego ambos, marido y mujer, se daban un largo y tierno beso.

    Mi madre y su ahora esposo corrieron tomados de la mano hasta el centro de todo gritando "¡Llegó la hora de festejar, pero primero el ramo!". Recuerdo que yo no quería unirme al grupo de mujeres, pero tú mismo fuiste el que me empujó hacia ellas. Mi madre lanzó el ramo entre risas y fui yo misma la que lo atrapó, siendo por culpa de aquella acción el centro de atención de todos. Mi rostro se transformó en uno de aquellos tomates que le gustan tanto a tu hermano y tú me sonreíste, parándote a mi lado diciendo "Suerte al que le toque compartir ese ramo contigo, tú no eres cualquier chica."... Me diste un abrazo y te fuiste tal y como entraste despidiéndote con la mano.

     Las personas del lugar, en su mayoría, me observaban atentamente con una sonrisa en su rostro, y entre ellas mi madre la cual se me acercó preguntándome algo curiosa: "¿Quién era ese chico?", A lo que yo simplemente pude responder: "No lo sé, pero me gustaría averiguarlo."

       Lo que quedaba del día nos dedicamos a celebrar, todos riendo y yo sin poder lograr olvidar cuando tomaste mi mano y corriste a mi lado como si de verdad fueras tú el que iba tarde. De verdad no te quería dejar ir tan fácilmente, de verdad había algo que me decía que no lo hiciera o lo lamentaría.

    Y aún recuerdo las palabras de mi madre al anochecer de aquel día, yo ya estaba acostada en mi cama del hotel y ella estaba a punto de irse junto a su esposo a hacer cosas de las que prefiero no saber. Ella me dijo: "Si de verdad tu corazón está en lo cierto y ese chico es para ti, créeme que lo volverás a ver una y otra vez.". Me dio un beso en la frente y se fue dejándome totalmente sola en la oscuridad que poco a poco caía, y mis ojos cerrándose ante aquel día tan cansador que viví por unos segundos junto a ti.