Gracias a Harry Potter

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Después de la última visita al psicólogo cuando vio a Dylan por primera vez, Haden no puede dejar de pensar en ella, todos los días su hora favorita es cuando se va a dormir, a veces son sueños y a veces son pesadillas pero siempre son sobre Dylan.

Desearía saber más sobre ella, quería llegar a conocerla mejor y conocerla a través de ella no de James. Esperaba ansioso el próximo domingo, pero con lo tímido que era dudaba de que pudiera hablar con ella.

Finalmente llegó el domingo. No fue al grupo de apoyo en plan de prepararse para ir al psicólogo, se bañó, se lavó los dientes durante media hora para quedar con una sonrisa totalmente blanca lo que no logró, se peinó y limpió sus lentes, se vistió con un estilo relajado con una camisa abierta y una camiseta blanca debajo. Salió temprano de su casa para llegar antes que Dylan y así tener más tiempo si es que lograba entablar una conversación.

Cuando llegó no había nadie solo la secretaria y el psicólogo. James lo hizo pasar, no hablaron de Dylan, se rieron de videos chistosos en youtube. A Haden le gusta pasar tiempo con James pero en ese momento lo único que quería era salir por la puerta y que Dylan estuviera al otro lado sentada.

Cuando por fin terminó la consulta Haden caminó hacia la puerta con pasos largos y rápidos. Y ahí estaba Dylan sentada con expresión aburrida y esta vez con su  pelo liso, suelto. Ella no reparó en él, seguramente ni siquiera sabía quién era pero Haden estaba dispuesto a cambiar eso. La saludó como saludaría a cualquier desconocido, ella le devolvió el saludo, su voz era dulce y aguda con un tono un poco ronco, Haden se sentó al lado de ella, claramente eso a Dylan le llamó la atención ya que no había nadie excepto la secretaria y había más de 10 asientos vacíos y además que todas las personas que salen de la oficina de James P. salen directamente del consultorio.

Dylan sin ninguna vergüenza lo miró directamente a sus ojos celestes y le preguntó:

―¿Te puedo ayudar en algo?

―No ― dijo Haden inseguro ― de hecho si, si puedes.

―Ah, si, ¿y que podría ser eso en lo que te puedo ayudar? ― dijo Dylan

Haden estaba totalmente nervioso no entendía cómo Dylan podía estar tan segura de sí misma hablando con un extraño. Era una chica dura y segura con cero timidez, se le notaba en cada acción que hacía.

Él no sabía qué responder y dijo lo primero que se le vino a la mente:

―Te vi el domingo pasado y no te había visto antes por acá, ¿es la primera vez que vienes con James?

―No ― respondió Dylan - vengo acá desde hace algunos meses pero cambiaron el horario de mi sesión. ¿Y tú?

Bien pensó Haden me preguntó algo, si sigo así podré llegar a conversar con ella.

―Hace solo 3 meses que vengo con James.

Dylan asintió con la cabeza.

La conversación había terminado para ella pero Haden no podía dejar que eso pasara y en el momento menos oportuno James atravesó la puerta en busca de su siguiente cliente. Gracias a los dioses del Olimpo James vio a Haden sentado al lado de Dylan, entendió lo que Haden quería hacer y le guiñó un ojo. Antes de que Dylan se terminara de parar para caminar hacia la oficina, James la detuvo:

―Em... Dylan espérame unos minutos, tengo que preparar unos papeles.

Haden le agradecería a James luego pero ahora tenía que inventarse algo para seguir hablando con Dylan, así que de nuevo dijo lo primero que se le ocurrió después de mirar a su alrededor:

―¿Tú sabes el apellido de James?

―No ― respondió ella - Pero me hace acordar a James Potter.

Rieron.

―Si ― dijo Haden ―a mi también.

Gracias al comentario que hiso Dylan acerca de James Potter le hiso acordarse de Harry Potter lo que le hiso acordarse de otra pregunta.

―A propósito de Harry Potter, ¿te gusta leer?

―Si ― respondió a Haden ― mucho.

Y gracias a esa característica en común Haden logró sacar adelante la conversación con un tema principal, libros. Le preguntó por sus libros favoritos y los que más odiaba. Le preguntó si leía mucho o solo aveces. Que tipo de libros más le gustaba y los que menos. Se dio cuenta de que en tema de libros tenían mucho en común. 

Dylan se tuvo que ir pero le dio su número para que siguieran hablando y así lo hicieron todos los días a toda hora. Principalmente de libros y de que algún día se verían en persona. En un lugar que no fuera el psicólogo y por más tiempo del que tenían para hablar entre una sesión y otra con James.

Antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora