Abuso...

29 0 0
                                    

A veces, nuestro sexto sentido nos avisa o nos previene por sucesos que van a acontecer pero no siempre somos conscientes de esto y dejamos que todo fluya sin preguntarnos el porqué de lo que sentimos. Si pusiéramos un poco de atención a este “sexto sentido” quizá el desenlace de la trama ya escrita por el destino pudiese reescribirse y tornarse diferente.

La familia Soler no tardo mucho tiempo en concluir los preparativos para su viaje y se dispusieron a marchar. Alex por su parte ya estaba también listo para dirigirse a la clínica de la ciudad pues allí era donde pagaba su  servicio social obligatorio aunque para este no se suponía para nada como una obligación; el sueño de toda la vida de Alexander fue ser médico pediatra.

El día transcurrió en la mayor normalidad excepto por una extraña sensación que acompaño a Alex todo el tiempo.

Ya eran casi las 7:00pm y se acercaba la hora de regresar a su casa. Alex estaba un poco raro y no sabía  aún el porqué de su estado.

-Oye Alex, ¿qué es lo que tienes? Todo el día haz estado retraído y con la mente en otro lado. Pregunto su amiga.

-Nada Liu, ni siquiera me di cuenta que no te estaba prestando atención; quizá deba ser que estoy algo cansado.

-¿Cuándo regresan tus padres?

Mmmmmm pues no estoy seguro, creo que los escuche decir que regresarían el lunes en la noche....

- Ah es verdad, este fin de semana va hasta el lunes, no me acordaba y sabes algo Ale, se me acaba de ocurrir una magnífica idea....

-Mientras no tenga que ver con fiestas en mi casa no hay ningún problema.

-No Ale, deja de ser aguafiestas. Hay que aprovechar que tienes la casa solo para ti, además solo sería una reunión pequeña con pocos invitados... Dale Ale suplico Liu.

Nunca podía rehusarme a las peticiones de Liu, así que después de pensármelo un poco accedí un tanto indeciso... Ya es un hecho mañana domingo se hará una fiesta en mi casa.

Eran casi las 10:00pm cuando regrese a casa. Estaba muy cansado después de un largo día ayudando tanto a los pacientes como a los mismos doctores de la clínica.

No había nadie en casa y eso se me hizo extraño pues esperaba encontrarme con Andrew; aunque quizá como lo tenía  pensado en un principio, la decisión de quedarse conmigo no era sino un pretexto para escaparse de rumba.

Me di una larga ducha caliente para relajar mi cuerpo y disipar un tanto la continua sensación que me embargo durante todo el día. Luego un poco más sosegado fui a la cocina y comí algo ligero para después de esto disponerme a descansar.

La noche trascurría tranquila y apacible, Alex se encontraba en medio de sus sueños sumido por completo en el mundo de Morfeo cuando de un momento a otro sintió un peso sobre su cuerpo y se despertó sobresaltado.

-Pero ¿qué demonios pasa? me pregunte aún adormilado.

Sobre mi estaba Andrew, desnudo con un alto grado etílico en su organismo.

-Déjate querer, ¿acaso no era esto lo que querías? ¿No te la pasas mirándome siempre con deseo? Todavía recuerdo como me veías hace unos pocos días. Se nota a leguas que me cargas ganas.

Ya despierto del todo empecé  a forcejear por quitármelo de encima... En este momento no tenía la más mínima idea de lo que iba a ocurrir esta noche.

En vano resultaron los gritos, empujones y en general la resistencia que puse. Andrew logro inmovilizarme por completo, como era lógico con una fuerza y un tamaño como el suyo en comparación con el mío y empezó a besar mi espalda, llevado por un deseo incontrolable. Yo temía por lo que iba a suceder y no dejaba de llorar y proferir gritos pero él no me hacia el menor caso. Ya todo estaba perdido.

-Bájate de encima. ¿Qué es lo que intentas  hacer?  Por favor, déjame en paz…

-Solo estoy haciendo lo que tú querías que hiciera. Se nota que eres un puto hambriento por sexo. Así que te voy a dar lo que se merecen los maricas como tu.

-Noooo, no me hagas daño. Déjame ir seguí gritando desesperada y desgarradoramente al comprender lo que Andrew tenía en mente. Ya mi voz era casi inaudible pues tantos gritos lastimaron mi garganta.

Andrew hizo caso omiso a mis suplicas y pude notar que al parecer cada uno de mis gritos lograba que Andrew se sintiera mucho más excitado hasta el punto de decidir penetrarme de una vez por todas.

Así lo hizo, empezó a hundir su pene en mi  mientras yo gritaba o intentaba hacerlo no solo por el miedo, sino por el dolor que me producía dicha penetración.

Mis gritos cada vez eran menos fuertes, estaba desesperado y sentía como si me estuvieran partiendo en dos, como si me estuvieran quemando desde dentro y aunque intentaba con todos los medios  liberarme de él fue imposible pues Andrew era mucho más grande y fuerte que yo.

Después de 15 o tal vez  20 minutos, Andrew logro descargarse dentro de Alex que lo único que hacía era llorar desconsolado.

Cuando Andrew termino, se levantó de mi cama, me miro con desprecio y al notar la mirada de odio y desprecio que le dirigía me dio un golpe y me escupió la cara.

-No eres más que un calienta huevos. No veo porque tanto escándalo si tú mismo te lo buscaste. Yo solo te di lo que pediste.

Espere abrigado con las sabanas hasta que me asegure que Andrew dormía. Me levante y con la tenue luz de la luna que entraba a través de la ventana me di cuenta que las sábanas blancas estaban cubiertas  de mi propia  sangre.

Envolví  las sabanas y me fui sigilosamente al baño donde permanecí  llorando hasta que llego el alba. Ya había amanecido, era un nuevo día.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 27, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Diario de un NinfómanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora