Aerys irrumpió con enfado en la carpa del consejo. Los miembros del mismo entraron tras él a toda velocidad. Preguntaban por su salud y su estado físico, preocupados por su rey. Pero éste los mandó callar a todos. Lord Tywin entró junto a Rhaegar, a paso más calmado.
-¡Tú!- vociferó Aerys señalando a la Mano.
-Mi señor.
-Medio año. Medio año ahí dentro.
-Llevamos ese tiempo aquí fuera mi señor.
-¿¡Y qué habéis hecho!?
-Esperar.
-Esperar.- repitió el rey con sarcasmo.
-Esperabamos el error.- dijo Rhaegar.
-Cállate muchacho. Hablamos los hombres- le respondió su padre y dirigiéndose a él añadió-. Estabas bien, ¿verdad? Viendome morir, viendo el trono cerca y tocando tu maldito arpa. Si supieses empuñar un arma esta conversación hubiese tenido lugar hace medio año.
Rhaegar apretó los puños.
-Hemos intentado hacer todo lo posible.
-No.- negó Aerys. Una extraña sonrisa se asomaba por su rostro.
-Padre, deberíais descansar.
-Vete.- le cortó el rey.- Seguro que tus amigos los libros te esperan. Los hombres debemos hablar de guerra.
Rhaegar lo miró.
-No vas a decile a tu rey lo que debe hacer.- añadió.
Rhaegar dio media vuelta y salió de la carpa. Las palabras de su padre le hirieron más que mil espadas. Le había humillado frente al consejo de guerra. Después de medio año velando por él... miró el castillo de Valle Oscuro y fue directo a las puertas de la ciudad. Parte del ejército se adelantó con el príncipe. Rhaegar desenvainó la espada a medida que se acercaba.
Las puertas de la fortaleza comenzaron a abrirse y Denys Darklyn salió aprisa. Los miembros del consejo de guerra salieron por el ruido de las puertas y contemplaron la escena. El príncipe avanzaba directo a por Denys andando a paso rápido.
-Mi señor- gritaba él poniendose de rodillas-. Rendimos la ciudad y pedimos clemencia ante los ojos de los dioses. Que la mano de la Madre sea piedosa por nuestros errores. He sido presa de engaño por parte de mi mujer. Me incitó a hacer tales actos-Rhaegar se encontraba a diez metros del Lord, pero no se detenía-. Perdonadnos la vida. Pagaremos todos los impuestos, castigaré a mi mujer, buscaré...
Sus palabras se atragantaron en el acero de Rhaegar. El príncipe le desgarró la garganta con un solo movimiento y sin parar siguió hacia delante. Los guardias huyeron despavoridos cuando le vieron dirigirse a ellos. Subió a una de las almenas, y de un solo golpe, descolgó la enorme bandera con el emblema de los Darklyn. Señal que todos los hombres entendieron. Aquel día cientos de hombres y mujeres fueron pasados por la espada. No hubo violaciones, Rhaegar lo dejó claro y no fue flexible. Los traidores fueron exterminados. La casa Hollard, había ayudado a los Darklyn en la resistencia. Y como tal, fueron ajusticiados uno a uno los miembros. Sin embargo, el pequeño de la familia fue perdonado gracias a que ser Barristan pidió la clemencia para el pobre niño asustado, el cual no tomaba participación en los actos de los mayores. El pequeño de nombre Dontos Hollard fue enviado a la corte real. En el saqueo también apresaron a Lady Serala Darklyn, quien admitió haber sido responsable de influenciar a su marido para levantarse contra la corona. El rey Aerys se encargó de ajusticiarla.
-¿Reconocéis ante los dioses haber llevado a cabo tales actos?- preguntó.
-Así es.- respondió la mujer entre sollozos desesperados.-Por favor, perdonadme, solo queríamos defender a nuestros ciudadanos.
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Rhaegar, el último dragón
FantasyHistoria de Rhaegar Targaryen (en forma de novela), basada en hechos y datos extraídos de los libros de R.R. Martin. Este libro narra su vida desde su nacimiento hasta su muerte en forma narrativa. Todos los acontecimientos sucedidos son verídicos d...