La pieza del puzzle

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Dejó de teclear, echándose hacia atrás con una sonrisa en el rostro. Había perdido la noción del tiempo durante dos años por esto... y al fin había terminado. Le costaba creérselo, pero estaba listo. Se puso en pie, notando la lengua pastosa y el cuerpo temblar. Pasó por delante del espejo que había tapado con una sábana tiempo atrás ya que no le gustaba el reflejo que le ofrecía: una sombra de lo que fue antaño, ¿qué podría ver si se miraba en aquellos momentos?

Caminó despacio hasta colocarse frente a su creación. Era...exactamente igual que él... alargó el brazo, acariciando su mejilla. Frío... aunque había hecho lo imposible por cambiar su temperatura y convertirlo en algo cálido, igual que el de verdad en su recuerdo, no lo había logrado. Retiró sus dedos con una mueca de fastidio al pensar en ello, pero pronto borró los pensamientos negativos de su mente para centrarse en que ya había terminado. Desenchufó el cable de atrás, y tomó aire antes de apretar el botón que había justo al lado de donde se encontraba enchufado. Se apartó entonces un poco, conteniendo el aliento.

Durante unas milésimas de segundo que se le antojaron eternas, no sucedió nada. Por su mente pasaron todo tipo de pensamientos sobre haber fallado... sin embargo, su obra abrió los ojos y parpadeó. Pareció buscar algo por el cuarto y cuando lo vio a él, ladeó un poco el rostro y sonrió de forma afable. Igual que él haría.

—Nam Joon...—dijo. No era su voz del todo como la recordaba... pero se asemejaba. Había tardado semanas en, basándose en vídeos y mensajes de voz, en intentar darle un tono, un sonido, iguales... no obstante, aunque cualquier otra persona no notaría la diferencia, no era lo mismo para él.

De todos modos, cuando aquel ser que había creado a imagen y semejanza de Seok Jin avanzó hacia él para abrazarlo, no dudó en atraparlo entre sus brazos mientras se echaba a llorar como un niño pequeño.

Al principio fue difícil acostumbrarse a aquel Seok Jin fabricado. Pero también era cierto que no había dormido tan bien desde su adiós... Se tumbaba en la cama con él, abrazados y la tranquilidad que lo embargaba era tal que no podía evitar quedarse dormido al poco rato. Al cabo de unos días dedicándose solo a aquello, el chico no humano decidió (porque tenía esa capacidad) que era hora de recoger la casa, ya que estaba patas arriba. Nam Joon tenía su propia empresa de tecnología y había estado trabajando desde allí mientras lo creaba, así que no había tenido razones para salir de casa en todo ese tiempo. La compra, las reuniones... todo lo hacía desde allí. Por eso, cuando Seok Jin destapó el espejo, no le extrañó nada verse peor que la última vez: cabello largo y descuidado, cuerpo esquelético y ojeras. Su moreno de antaño había palidecido, aunque le quedaba aquel color oscuro natural. Al lado del robot que había hecho a imagen y semejanza de su amor, él parecía un muñeco. No podía evitar que su corazón latiera a toda prisa al verlo erguirse a su lado, con aquella sonrisa perenne. Su cabello caía a ambos lados de su rostro, de color castaño y brillante. Buscó su mano por inercia y cuando la encontró, entrelazó los dedos con aquellos fríos... Apretó con fuerza, sin querer notarlo.

Después de un día de limpieza profunda, tanto del hogar como de sí mismo, Nam Joon parecía otro. Se había cortado el pelo y el Seok Jin robot se lo había teñido de rubio. Había optado por ropa que le sentase mejor y no le fuese tan extremadamente grande y el simple hecho de descansar mejor haría que con los días, se asemejase más a quien fue en el pasado.

Un mes más tarde, se había acostumbrado al sol de nuevo y a pasear junto al ser que había creado. Se había ido a vivir a otro lugar, lejos de la casa que había compartido con él. Así, cuando les vieran juntos, nadie haría preguntas impertinentes porque no les conocerían.

Aquella tarde, mientras paseaban, se puso a llover de repente. No le preocupaba mojarse, ni tampoco que lo hiciera su creación puesto que estaba protegido para poder mojarse y bañarse sin mayor problema. Por eso, siguió caminando a su lado sin mayor distracción hasta que el sonido de un maullido llamó su atención. Se detuvo en seco, mirando hacia ambos lados para ver de dónde podía venir hasta que los localizó. Tiró de la mano del otro, acercándose a una caja escondida entre la hierba que se estaba mojando. Había tres gatos en ésta, maullando desesperados y que no eran más grandes que la palma de su mano. Fue a soltarse de su creación para coger la caja y llevarlos a buen recaudo, pero no lo logró y se volteó a mirar a aquel que tenía el rostro de Seok Jin. Éste mantenía aquel semblante sereno, tranquilo, sonriente...

—¿Nos vamos?

—¡Pero...! Tenemos que llevarlos a algún lugar...—empezó a decir, pero el robot tiró con fuerza de su mano.

—Tú te estás mojando. Puedes resfriarte.

—Pero los...—empezó a decir, pero enmudeció. A él le daban igual los gatos. Solo estaba diseñado para preocuparse por él. Porque él no era Seok Jin. No era la persona que había amado y que siempre cuidaba del resto. El mismo que no permitiría que nadie sufriera daño y que cuidaba de los hijos de sus amigos cuando trabajaban. Ni el que preparaba comida para los más necesitados, o que le reñía por no saber fregar bien los platos.

Le observó sorprendido, dándose cuenta una vez más de lo frío que era el tacto de su mano. De lo áspera que resultaba su piel de repente. Del brillo anormal de sus ojos... su aspecto era idéntico, y a la vez, tan diferente...

Nam Joon tragó saliva, soltándose al fin de la mano del otro y cogiendo la caja con cuidado. Los gatos no dejaban de aullar mientras eran transportados.

—Vámonos a... casa —dijo sin mirarlo, pero escuchó el sonido de sus pisadas al lado. No abrió la boca para nada más mientras se dirigía a dicho lugar y cuando llegó, dejó a los animales a un lado y fue a coger de nuevo su mano. Se lo pensó mejor y lo único que hizo, fue pedirle que le siguiera. Lo sentó en una silla—. Seo... No... ehm... quiero que sepas, que no me arrepiento de haberte creado—comenzó a decir, colocándose detrás de él. Como se lo había pedido, el ser se quedó sentado y sonriente. Siempre sonriente—. Ha sido la manera en la que... he vuelto a vivir, a tener ganas de salir a la calle, comer... de repente, me he dado de que el recuerdo escuece y me entristece pero ya no duele como antes. Yo...—apretó los puños, bajando la mirada al notar cómo las lágrimas se recogían detrás de sus ojos— Yo... no quiero esto. No voy a recuperarle... haga lo que haga. Se ha ido, se ha escapado de entre mis dedos y... Seok Jin fue la persona que más he amado nunca. Siempre me sentí como una pieza perdida del puzzle hasta que lo encontré a él. Me di cuenta de que no necesitaba a nadie que encajase conmigo a la perfección, porque éramos como el día y la noche. Pero él me hacía sentir siempre querido y... y me escuchaba en silencio, me aconsejaba... solo con oírle reír me sentía mejor...—negó con la cabeza, llorando ya sin poder remediarlo— No necesito encajar en ningún puzzle, solo le necesito a él... pero ya no está, joder... se ha ido y... y yo tengo que... decirle...—tuvo que sujetarse una mano con la otra para ser capaz de llevar el dedo al interruptor y apretarlo— Adiós...

Nam Joon se dejó caer al suelo, escondiendo el rostro entre las manos mientras no dejaba de llorar. Había mentido, sí que dolía. Como si le estuvieran apuñalando el pecho una y otra vez sin cesar. Se mantuvo en esa posición, llorando durante horas...

Y cuando sintió que no le saldrían más lágrimas se levantó y fue hasta los gatos. Y los observó maullar en silencio.

Al menos... al menos ellos sí estaban vivos.

La pieza del puzzle (NamJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora