Pantera y su dueña

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Capítulo 3. Pantera y su dueña

Todo esto había ocurrido desde que ambos jóvenes eran compañeros de entrenamiento. Roxanne y Grimmjow siempre habían compartido aquellos momentos de lucha, en donde ambos, poco a poco iban incrementando sus fuerzas. Para desgracia de ellos, el peliazul era un descarriado que no le gustaba seguir las órdenes de Aizen, y la que siempre terminaba pagando por sus errores era Roxanne.

—Grimmjow, te he dicho que no debes ir al mundo mortal sin permiso—dijo Tousen haciendo que la sexta perdiera su brazo.

—¡¡Sexta!!—exclamó con miedo la de ojos morados.

— ¿Pasa algo Roxanne? —preguntó desafiante Aizen.

—He sido yo la culpable. Yo le he dicho que vaya tras los shinigamis—aclaró mintiendo para salvar a Grimmjow de su futura muerte.

— ¿Estas conciente de lo que te va a pasar ahora por esa estupidez? —preguntó Tousen.

—De verdad pensé que era lo más adecuado—agregó la chica de cabellos negros, haciendo que Ulquiorra intercediera por ella.

—Aizen-sama, usted conoce muy bien a Roxanne y sabe que aquí el único culpable es Grimmjow—señaló molesto el de ojos verdes.

—Lo siento mucho Ulquiorra, pero Grimmjow tiene que aprender que no debe desobedecerme—aclaró Aizen, haciendo una seña para que Tousen comenzara a golpear sin piedad a la sexta, siendo interceptado por Le Roux quien había defendido al de ojos azules.

—Ya he dicho que he sido yo la que ha dado la orden, yo recibiré el castigó—aseguró desafiante la de cabellos negros reincorporándose para que Tousen la golpeara una y otra vez, ante la lamentación interna de Ulquiorra y el arrepentimiento de Grimmjow.

—¡¡Ah!!—gritaba con dolor la chica, mientras se veía como su sangre estaba esparcida por todo el lugar.

—Aizen-sama, creo que fue suficiente—acotó el de ojos verdes, conteniéndose para no detener el mismo a Tousen.

— ¿Has entendido Grimmjow? Así vas a terminar si vuelves a desobedecerme—aseguró Aizen, tomando los cabellos azabaches de la joven y mostrándole el rostro cubierto de sangre de su amiga.

—Vamos, Aizen—dijo Ichimaru, dejando solos a Ulquiorra, Grimmjow y Roxanne.

— ¡Acaso eres estúpida! ¿Cómo se te ocurre recibir todo ese castigo? —gritó molesto el Rey Pantera.

—Es tu culpa, estúpida Pantera. A ti se te ocurrió ir al mundo humano, y pensar que ni siquiera fuiste a pelear, sino que a buscarte una ramera—dijo triste la de cabellos negros a punto de llorar.

— ¿Cómo es que sabe eso? —pensó sorprendido el de cabellos azules.

—Aléjate de ella, sexta—ordenó Ulquiorra, tomando a la chica delicadamente para que no se hiciera más daño.

—No la toques—contestó enojado Grimmjow, al ver que el de ojos verdes la tenía entre sus brazos.

—Eres una mierda, Grimmjow—sentenció el de cabellos negros, dejando solo al de ojos azules.

*****

Y nuevamente había vuelto a la realidad al seguir escuchando los gritos de Roxanne. Sin duda le dolía hacerla sufrir, aún más si se trataba de torturas físicas propinadas por Gin, ya que sabía que él era un maestro en hacer sufrir a las espadas cuando estos desobedecían las órdenes de Aizen.

— ¡Ah! Por favor, no más—gritaba la chica que lloraba por aquel sufrimiento causado por la estupidez de su amigo.

—Aizen-sama.

—No Ulquiorra, la última vez que me detuve cuando me lo pediste no fue suficiente para Grimmjow, creo que es hora de que se dé cuenta de que sus actos traen consecuencias para todos.

—Ya entendí, de verdad no volveré a ir al mundo mortal a excepción de que me lo ordenes, pero ya déjala.

—No—sentenció Aizen que seguía escuchando la hermosa melodía de la tortura.

—¡¡¡Ah!!

—Bien Aizen-san, creo que con eso fue suficiente—dijo Gin con un látigo en sus manos y señalando a la mujer que se encontraba en el piso, totalmente inconsciente y con un charco de sangre debajo de ella.

—Ya sabes Grimmjow—advirtió el de cabellos castaños, dejando a ambos Espadas con Roxanne.

—Estúpida zorra, cómo se te ocurre tomar este castigo por mi—fue lo que atinó a decir la sexta para que ella no se diera cuenta de su preocupación.

—Te dije que no me volvieras a llamar así, ¡sexta! —gritó furiosa y le lanzó un cero que Grimmjow apenas pudo esquivar.

—Ahora si que vas a respetarme, Pantera—aseguró la de ojos morados, siendo ayudada por Ulquiorra para poder pararse.

— ¿Qué te voy a respetar? Lo haría si dejaras de revolcarte con Ulquiorra—exclamó furioso y enviándole un cero directamente a Ulquiorra.

—¡¡Te dije que pararas sexta!!—exclamó, tomándolo por el cuello.

—Siempre tienes que defenderlo—contestó enojado al ver la relación que tenían ambos Espadas.

—Al único que siempre ha defendido, es a ti, estúpido—se quejó Ulquiorra al ver como Roxanne volvía a caer al piso, pero esta vez fue Grimmjow quien la había tomado.

—Yo la llevaré a su habitación, necesita descansar.

—Ya te dije que no la toques, Ulquiorra—sentenció el de ojos azules, mientras se dirigía con ella hacia su habitación.

La domadora de panterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora