Andabas apurado, nervioso, agitado. Sé a dónde vas.
Lo sé perfectamente. Lo sé por esa ya conocida mirada, en la que si prestabas atención, podías ver ese brillo de determinación bajo tus ojos.
Hace tiempo, la primera vez que casualmente te vi en la misma situación, pensé que te le ibas a declarar a alguien. Debo admitir que, gracias a mi curiosidad y mi grandiosa necesidad de saberlo todo, seguí tus pasos hasta el tercer piso. Te vi entrar a una sala desconocida para mí, hasta el momento de leer el letrero.
"Taller Artístico de Comedia"
Y ahí descubrí que lo que te ponía nervioso no era una persona, era una audición. Desde el espacio de la puerta entrecerrada te vi interpretar papeles que ni siquiera se me ocurriría sobre su existencia. Pero hablabas con tanta firmeza, tanta confianza, tanta pasión sobre el escenario, que si no existían tú ya los habías creado, sólo con esa mirada. Todos en esa habitación lo sabían, cualquiera que te haya visto lo habría sabido.
En los días siguientes me enteré de que, como era de suponer, te habían dado la bienvenida a su grupo de actuación. Recuerdo que estuviste tremendamente feliz toda la semana, todos lo notaban. Eras imposible de ignorar.
Te he visto caminando hoy.
Andabas apurado, nervioso, agitado. Sé a dónde vas
Pero ahora me toca desconcertarme. Te siento diferente, expuesto.
Lo sé perfectamente. Lo sé por esa nueva e invasora mirada, en la que prestando atención, puedo ver ese toque de desconsuelo, de vacío, bajo tus cansados ojos.
Oh, te he visto caminando hoy.
Andabas afligido, desolado, distante. Ahora ya no sé a dónde vas.
No lo sé, porque te veo caminar en dirección opuesta a ese pasillo. Te veo salir de la escuela.
No sé a dónde vas. Pero lo que sí sé, es que ya no vas a volver.
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