Su mirada me lo expresa todo, y a la vez nada. No puedo parar de sentir este circo emocional en mi cuerpo cuando sus ojos me lo dicen todo, aunque sus palabras no digan nada. Puede que, quizás, no sea lo más parecido a la perfección. Pero es tan caótico, tan impredecible, tan único. Aunque no lo sepa, su pelo por muy desordenado que esté, es perfecto. Los ángulos de su mandíbula son tal y como imaginé. Aunque las sombras se refugien dentro de sus ojos, aún puedo ver ese atisbo de luz. Como una estrella fugaz atravesando una oscura noche. Sus manos son el pincel con el que todo artista quisiera pintar. Esculpido por los mismos dioses, tiene una magia tan encantadora que me aterra. Me aterra agarrarme con demasiada fuerza a este clavo ardiendo. Pero por eso existe la fe, y voy a tenerla por una vez. Aunque me queme, aunque arda, aunque llore. La esperanza es lo último que se pierde, ¿no? Aunque pase algo, sé que el arrepentimiento no predominará mi mente durante todo el tiempo en el que mi corazón tarde en sanarse