⌜myg⌟

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La humedad impregnaba el ambiente. Las pequeñas gotas de agua chocando contra el gélido suelo hacia desaparecer el silencio de la madrugada. La paz reinaba en aquella noche lluviosa.

Pasada la medianoche, y la ruidosa tormenta, la calma y la serenidad de la lluvia de verano tranquilizaba su ser. Cualquier problema había sido barrido por aquellas agresivas gotas de agua.

Una vela estaba encendida, alumbrando la lúgubre y solitaria habitación. Mientras la ventana, abierta sin miedo, dejaba que el frío nocturno traspasase sus huesos.

Respiraba hondo, intentando captar toda la esencia de la llovizna y de la tierra mojada. Ese olor característico que se instauraba en la atmósfera tras una tormenta, bañaba sus pulmones con delicadeza.

La mente empezando a generar diversos escenarios, y lugares a los que escapar. Aquellos donde la sensación de calma se pudiera extender de manera diaria, alejando la lluvia interna de él mismo.

Era irónico ver como aquel joven chico disfrutaba de una dulce tormenta y los rastros de ella, pero luego su débil mente no podía soportar la propia tormenta que creaban su oscuros recuerdos.

Estaba exhausto, agotado. Conforme pasaba el tiempo su joven ser sentía la contaminación impregnando su estado mental. Los días se prolongaban sin propósito alguno. Pretendiendo no ser solitario, pretendiendo no sentir dolor, inútilmente fingiendo estar bien, inútilmente pretendiendo ser fuerte. Respiraba por cobardía, por cobardía a no enfrentar la deseada muerte.

Su móvil sonó, rompiendo la silenciosa atmósfera que se había creado. Su pulso se aceleró con pánico, debido al inesperado ruido procedente del aparato.

Miro con detenimiento y curiosidad al causante que realizaba a la llamada a altas horas de la noche.

-Esta lloviendo.-susurro una voz clamada en la otra linea. El joven sonrió ante el cometido de la llamada.

-¿Crees que estamos preparados?.- preguntó, desviando sus oscuros orbes al vacío manto de las noche.

-No es cuestión de estarlo, Yoongi.- respondió, manteniendo esa serenidad en su voz.

Un escalofrío, recorrió su cuerpo debido a la excitación contenida.

-Te espero donde siempre. Hoy tiene que acabar.- dicho esto, su voz no volvió a escucharse, dejando un vacío en el chico.

Su mente estaba preparada, desde hacia mucho tiempo. Aun que había sido tomado como una ilusión, algo que nunca se haría realidad. Hasta esa noche.

Por dicha razón, su cuerpo no respondía. Lo sentía como una ilusión, un espejismo. Estaba bloqueado, perfectamente erguido, mirando a la ventana y disfrutando de lo que serian sus últimos segundos sentado en esa cama, rodeado por esas paredes.

Observo cada rincón de la pequeña habitación, sin sentir sentimiento alguno atado a ella. Sin sentir pena, ni dolor.  Su cuerpo se movía sin orden, reaccionaba de manera inconsciente. Todo estaba preparado.

La gran bolsa, bien escondida en el fondo de su armario. Allí, donde había guardado su libertad, felicidad y futuro como un mero espejismo en su débil imaginacion.

La coloco con precisión sobre sus hombros. Suspirando, y respirando el dulce aroma a vainilla que desprendía la vela casi consumida sobre su mesilla, se despidió de todo. De todo lo que había regido su mente, su sufrimiento y su delirio. De aquellas cosas que corrompieron su esencia y que dejaría atrás esa noche.

Con cautela, movió sus pies hacia la puerta principal. Miró hacia las llaves descansando sobre la mesilla, y sonrió con felicidad. No la necesitaba, no las necesitaría nunca mas.

Abrió la puerta sin dudar, sintiendo las gotas chocar contra sus mejillas, las cuales se deslizaban con delicadeza hasta llegar a su barbilla. Se sentía bien, se sentía feliz.

Cerro tras de si, sin mirar atrás y simplemente guiando sus pasos por la insegura brisca generada en la madrugada.

Sus ropas ya estaban húmedas a mitad del trayecto, al igual que sus cansados pies. Pero a el no le importaba, el se sentía mas vivo que nunca.

Sus oscuros ojos, dirigieron su atención al conocido lugar, donde grandes recuerdos habían sido construidos. Y junto a ese lugar, se encontraba dicha persona que había creado tales momentos, los únicos que el joven podía considerar como felices.

Se acerco con cautela, y sigilo, sintiendo la presión por no despertar a la dormida ciudad a sus espaldas y ser atrapado en su fuga.

—Eres como un angel—susurró el chico enfrente suya con una sonrisa cuando ambas miradas se chocaron.

Yoongi se encontraba completamente empapado, al igual que su contrario. Su cabello negro caía por su frente, dejando que las gotas se desplazaran solas por su pálida piel. Sus pequeños labios y nariz, se teñían de un color rojizo por la baja temperatura.

Era la viva imagen de la perfección en persona, o al menos eso pensaba su pareja al verlo bajo la lluvia.

—Te amo —susurró con dulzura,haciendo que el pelinegro sintiese esa cálida sensación es su estomago, llevándose cualquier sensación de frío de su delgada anatomía.

—Te amo Jimin —

Sus palabras dieron paso a que ambos chocaran sus cuerpos con añoranza. Sus rostros bien alineados, al igual que sus labios lo cuales no tardaron en encontrarse. El beso era lento, necesitado y tierno. Algo que lleno el vacío ser del pelinegro.

Su mochila fue cayendo por sus hombros, hasta desplomarse con peso y rapidez contra la acera. En ese momento , Yoongi sintió su mundo desaparecer. Una paz lo inundo de pies a cabeza. La libertad era la que corría por sus venas. Todos sus lúgubres pensamientos habían desaparecido, habían sido barridos por las gotas de agua que empezaban a intensificarse.

Sentía su cuerpo adormecido y paralizado. Se sentía en calma, feliz.


「rain ! ♡ yoonmin 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora