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El reloj, que reposaba en la pared del café en el que me encontraba, marcaba las 8 de la noche. Una hora que parecía provocarme bastante ansiedad, pues mis pies no paraban de moverse en vaivén.

Un café, el mismo café que compraba allí siempre para dar un poco de energía a mi cuerpo, se encontraba en entre mis manos. Rodeaba el vaso con mis manos, no tan cerca para no quemarme y no tan lejos, para no dejar de sentir el calor que desprendía este. 

Mi vista repasa las mesas del café. Ninguna cara conocida, y me comenzaba a incomodar la cantidad de personas que se hallaban. Sin embargo, me hacía sentir bien porque no estaba sola.

El café, mi vista regresa a mi café, hipnotizada por el color marrón de este, me acuerdo que su color se parecía al color de sus ojos. Sonrío. Me encantaba observar las volutas de humo que salían de él como si este respirara. Si el café fuera una persona, sería el.

Ahora el estaba allí. Tan real.

— ¡Hola! ¿Llego muy tarde? ¿Me perdonas? —veo su sonrisa, aquella que tanto amaba, dedicada solo para mí. Mi sonrisa es aún más amplia que antes. Tan afortunada, tan viva me hacía sentir. Sus labios se teñían de un rojo intenso; frío. Si pudiera besar aquellos labios.

Toma asiento enfrente de mí y enseguida mi pulso se acelera como si sus movimientos fueran el motor de mi corazón, haciendolo mover con fuerza.

—Te perdono —susurro con una sonrisa grande y con una mirada que seguramente brillaba como dos estrellas en el cielo. De nuevo poso mi vista en el café.

—Estás tan hermosa.

Siento mis mejillas arder y un vuelco en mi corazón hace que me tiemblen los labios. Entonces los aprieto fuertemente entre mis dientes, cerrando de la misma manera mis ojos.

— Por favor, se mi novia.

Abro mis ojos. Ya no estábamos en el café.

Me encontraba en un jardín. El olor a tierra y flores llenaba mis fosas nasales. Todo era brillante, y nos veíamos tan felices a más no poder. Podía sentir su mano que jugaba con la mía, su mano acariciaba mi rostro, su mano me sostenía para no caer.

¿Te gustan los poemas? —asentí sonriente. —Me aprendí uno, ¿quieres escucharlo? —sonreí ampliamente, indicándole que quería escuchar ese dichoso poema.

1+1= 1

Su sonrisa parecía competir con el sol, ambos tan resplandecientes y tan cálidos.

Ladeo mi cabeza confundida, notando que aquello que mencionaba no era correcto.

¿Uno?

Lo oigo reír, sus ojos se cierran y no hay cosa tan adorable con la que pueda compararlo. Me mira fijamente. Su mirada me hace estremecer como el café.

—Sí, uno, si los dos se aman.

Mi corazón parece explotar, rompiéndose como el vidrio, quedando partes tan grandes, como diminutas. Partes que jamás podrían juntarse. Su amor me descomponía, me enloquecía y no sabía que el amor doliera de esta manera.

Un amor que compartía sola.

Cierro mis ojos. Una diáfana lágrima se me escapa.

—Te amo.

Lo oigo decir en un susurro.

Ahora mi corazón se revuelca con poder, tampoco quiere quedarse en este cuerpo lleno de dolor.

—Yo también te amo respondo con voz desesperada, con las lágrimas amontonadas en mis ojos, pidiendo por ser liberadas.

—Mírame, Lene.

Mis lágrimas comienzan a resbalar sin timidez.

—No puedo —mi voz era débil. No soportaré más.

—Sí, si puedes.

—No, no lo entiendes Jimin.

Siento su cuerpo fuerte cuando me toma en sus brazos y me apretuja contra el de manera cariñosa. Ese era mi refugio, el refugio que existía cerca de su corazón. El lugar en que siempre quisiera permanecer.

— ¿Por qué?

El lugar de mis sueños. El lugar donde nace y nunca terminará mi amor.

—Porque en realidad no estás aquí.

El lugar de nunca jamás.

El reloj, que reposaba en la pared del café en el que me encontraba, marcaba las 8 de la noche. Y hacía frío, tenía frío y la soledad arañaba como el dolor esperando por mí.

Si él estuviera realmente aquí.

Si aquellos recuerdos en realidad hubieran sido reales.

Pero el nunca me conocerá, pero él nunca sabrá de mi nombre, nunca sabrá de mi existencia.

Siempre tuve miedo decirle lo mucho que lo amaba.

Pero... ¿Si le digo que lo amo, me escuchará?

¿Los muertos escuchan?    

ーneverland; pjm♡Where stories live. Discover now