Siempre me impresionó la idea de las dimensiones que refleja un espejo. Pensar que mientras miro mi rostro reflejado en él, en el otro lado podría estar sucediendo cualquier cosa me desconcertaba. Nunca creí que fuera algo que tuviera relevancia, mucho menos pensaba que sería algo real, hasta que sucedió...
Caminaba sin rumbo por un paraje solitario, como era mi costumbre, empezó a llover y no tuve más opción que refugiarme de la intensa lluvia en un edificio cercano. Al parecer estaba vacío, pero, ¿quién diablos deja abierto un edificio y sin supervisar?. Desconocidos eran para mi los hechos de que tuviera alguna importancia en la comunidad esta construcción, o si en su interior se encontraban objetos de valor, no parecía ser el caso, pero igual seguía siendo una imprudencia.
Como curioso que soy, y al parecer el clima no iba a mejorar en un tiempo relativamente corto, decidí darme un pequeño -sí, sobre todo- paseo por aquél edificio, pensando que sería una aburrida y total, pero entendible, pérdida de tiempo sin objetivo alguno. Graso error.
Después de deambular por una cantidad desconocida de tiempo en el centro de un amplio espacio en el segundo piso de la construcción, y haciéndose notar bastante por su contraste con el resto, ubiqué lo que parecía ser un cuarto con cuatro puertas, al principio pensé que eran cuatro distintos, mas pronto descubrí que no se trataba de eso. Pensando que al entrar resolvería mis dudas y con tiempo de sobra, entré.
Descubrí que se trataba de un gigantesco cuarto cuyas paredes, suelo y techo eran espejos, era mucho más grande de lo que parecía por fuera y muy iluminado, pese a que no había a la vista fuente alguna de la que esta pudiera provenir. Noté que el espejo sobre el que pisaba y el del techo de algún modo degradaban la imagen y se veía a blanco y negro, mientras los demás reflejaban normal, no encontré explicación y gracias a la incomodidad de ver imágenes infinitas de mis mismo tuve fuertes deseos de salir corriendo.
No encontraba ninguna de las 4 puertas, palpé cuidadosamente cada espejo en busca de un relieve desigual que anunciara la salida pero en vano fue mi búsqueda. La desesperación empezaba a entrarme pero luché con todo para mantenerme calmado y pensar con claridad.
Paranoico creí estar pues sentí que uno de mis reflejos se movía, parpadee y vi que estaba normal, pero otro reflejo se movió, no creía lo que mis ojos estaban viendo, intenté explicarme a mi mismo que era el cansancio y -pudiera haber influido también- un acceso de claustrofobia -mal que yo no padecía- por la condición de encierro que en ese momento tenía.
Fui corriendo a la esquina para intentar cubrir todos los ángulos, que aún así seguía siendo imposible, giraba sobre mis pies constantemente para divisar las acciones que los reflejos de mi llevaban a cabo.
-¡No puedes ver todos los espejos al mismo tiempo!- Oí que gritaba uno de ellos.
Solté un grito desgarrador y corrí, choqué como estúpido frente a otro espejo, y me deslicé hacia abajo. Pocos segundos después, con las manos muy apoyadas intenté levantarme, mientras mí el reflejo me miraba, como si algo me quisiera decir...
Me tumbé al suelo mientras vi que todos me miraban, como dijo uno, no podía verlos a todos al mismo tiempo, vi que se golpeaban, insultaban, los reflejos se multiplicaron por espejo, en un número que por sus constantes movimientos me fue imposible cuantificar. Parecía una ilusión óptica adicional a la que de por si tenía.
Desesperado arremetí contra uno de los muros de cristal y noté que la grieta que le pude hacer, se hizo en todos, sentí que la habitación se estremecía ligeramente.
-¡Imbécil! ¿No te has dado cuenta?
-¿Darme cuenta de qué?
-Somos tú, eres nosotros.
No quise escucharlo, el terror invadió aún más mi ser cuando vi a uno de ellos con las cuencas vacías y sangrientas... sonriéndome.
Un grito ahogado salió de mi anudada garganta, al voltear vi que las duplicaciones habían desaparecido, y sólo quedábamos yo y mis otros 6 yo. Alentador.
Mientras las 4 imágenes a color empezaban a correr y confundirme a través de los cuatro muros laterales, las sombras que habitaban en los cristales cuya imagen era blanco y negro se retiraron caretas de sus rostros al mismo tiempo, mostrando expresiones completamente distintas y con esto, sus debidos comportamientos.
El superior se mostraba muy feliz e hiperactivo, saltaba como un simio, daba piruetas cual cirquero y danzaba al compás de una fulgurosa música inaudible, siempre sin despegar su vista de mi cuerpo, conforme seguía con su mórbido acto su reflejo comenzó a tomar luz... y desapareció.
Con su salida se recorrieron los lugares como las caras de un dado y el único espejo de reflejo incoloro tomó un lugar lateral. Todos los reflejos se mantenían quietos, salvo uno. El que quedaba en la parte inferior.
Varios duplicados aparecieron en el breve lapso de un parpadeo y se veían temerosos, dentro de la imagen corrían sin rumbo por todo el espacio mientras uno de mis yo se acercaba con paso confiado. La sorpresa que tuve fue enorme al ver que los golpeaba brutalmente uno a uno, las paredes se inundaron de manchones de sangre que saltaban a cada segundo, y después me caían a mí, resbalé al evitarlos y permanecí aturdido.
A estas alturas, me calmé un poco sabiendo que sólo 4 reflejos más y sería libre, pero el estupor era de magnitudes colosales.
Tres de los restantes fueron experiencias iguales, me gritaban insultos mientras yo no podía apartar la vista de sus acciones, vi imágenes pasar muy rápidamente que han quedado tatuadas en mi memoria y que jamás creo poder olvidar. Chorros de lágrimas escurrieron durante lo que pareció una eternidad, había perdido la noción del tiempo hacía un largo rato. Pero sólo uno más, sólo uno...
Era aquél en blanco y negro, con el cambio de posiciones se colocó frente a mi, con un gesto silencioso me indicó acercarme, viendo que no tenía otra opción, lo hice.
Puso su mano y yo la mía uniéndolas, sentí un frío helado recorrer mi cuerpo y al retirar violentamente mi mano la sentí adormecida totalmente. Pero algo había cambiado, no estaba viendo ya al espejo... estaba dentro de él. Mi otro yo habló después de soltar una hórrida carcajada:
-Veo que estás muy sorprendido, ha sido un experiencia placentera como nada lo ha sido jamás para nosotros, aunque no entiendo por qué te has quedado estupefacto como si jamás hubieras visto esos actos y oído esas palabras, peor aún, como si nunca las hubieras hecho y dicho.
-No, yo no soy como ustedes. Yo no soy así.
-Lo que ves en nosotros, lo ves en ti.
-No.
-¿Vas a negarlo en serio?. Mira dentro de tu ser, odio, rencor, ira... De eso está llena tu alma, mira a través del cristal, tu cuerpo yace inerte, sin vida.
Me hipnotizaba la diferencia, pero aún más la similitud, era yo... y no lo era al mismo tiempo. Me acerqué los más que pude y quise atravesar la pared. En ese momento mi cuerpo desaparecía y estallé en ira.
-¡Malditos serán, demonios!
-¿Y así te atreviste a decir que no eras así?- dio la vuelta y se fue.
-Espera, -dije mientras corría tras de él, tratando de alcanzarlo- ¿dónde he quedado yo?
Cuando desperté tomé consciencia de que había caído desmayado en medio de la lluvia. Me encaminé a mi casa con un fuerte trauma pero decidido a superarlo.
Vivo con un miedo constante, sé que en algún momento lo peor de mi va a exteriorisarse y apoderarse de mí, lo sé, porque cada me veo en un espejo, el reflejo no es para nada igual...
Autor: Jonathan Flores De León
Fecha de producción: 18 de abril, 2014.