Capitulo 3

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Las típicas risas de lo más alto del salón opacaban la vos del profesor Melde, quien hablaba para las escasas personas que de verdad ponían atención a su clase.

Ian estaba haciendo dibujos en su cuaderno mientras que Leney escuchaba atentamente.

Literatura era una de sus clases preferidas, aunque la mayoría de sus compañeros lo tomaba como una hora de siesta. En cambio, ella disfrutaba del arte de las palabras, de los sutiles sentimientos de aquellos filósofos. Encontraba interesante como había diferentes puntos de vista para las cosas más simples, y como las cosas más complejas eran simplemente relativas.

Sintió como un avión de papel le impactaba contra la cabeza de Ian y se le enredaba en su cabello. Ella lo quito con rabia y volteo sobre su hombro, mirando a los chicos sentados más arriba.

Se encontró con unos ojos esmeraldas. Y de repente sintió como su las palabras de aquellos filósofos no fueran nada, comparadas con las que ella podría escribir acerca de ellos y el sufrimiento que llevaban dentro.

Elan le sostuvo la mirada por unos escasos tres segundos. Pero había sido suficiente para hacerle bajar la guardia. Había dejado de reír cuando chocó con los ojos avellanas. Y sabía que ella sabía más de lo que debería. Sabía que Leney conocía sus secretos, lo presentía. Leney había estado en sus zapatos, conocía de esto. Y Elan tenía miedo. Miedo de que eso le pueda ser usado en su contra. Miedo de que Leney se encargara de destruir esa fachada de chico malo.

Leney sin mostrar sus sentimientos interiores, volvió la mirada al frente, justo cuando el profesor Melde dijo aquellas palabras que serian el nacimiento de una de sus ideas más locas.

-Las palabras son el arma más poderosa que tenemos. Una palabra puede evitar la guerra, puede hacer la diferencia entre el amor y el desamor, entre la vida y la muerte, entre la felicidad y la tristeza. Y aunque muchas veces nos digan lo contrario, una palabra puede cambiar el mundo. O, en el más especial de los casos, puede cambiar el mundo de una persona, todo depende de cómo las utilicen, todo depende de lo que digan, de lo que callen. Una palabra hiere más que una espada, y alimenta más que una comida. Las palabras son el reflejo del alma. Sepan usarlas correctamente. Sepan apreciar su valor....

El timbre que marcaba el final del segundo periodo sonó. Y todos comenzaron a levantarse, la mayoría, haciendo caso omiso a las últimas palabras del profesor Melde. Para Leney, esas fueron las palabras que le convencieron definitivamente:

-Y por último, un consejo: Cuídense de las personas que escriben, tienen el poder de enamorarlos sin siquiera tocarlos.


P.S: Smile For Me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora