Leney estaba segura de que había cavado su tumba.
Las palabras del profesor de Literatura se le quedaron grabadas en su cabeza por el resto del día. Había hecho muchas interpretaciones acerca de esas palabras, y todas llegaban a la misma conclusión: ella necesitaba un amigo. Necesitaba a alguien a quien hablarle sobre sus sentimientos y sobre la mierda que llevaba en el interior, sobre las cosas que había estado observando en las últimas semanas, sobre la nueva experiencia estando del otro lado, sobre las nuevas expectativas que se habían abierto ante ella.
La pluma podía ser su mejor amiga en este momento. Las palabras podían llegar a ser muy reconfortantes.
Leney sabía que llegaba el momento en la vida en la que no tienes a nadie, (o quizás así es desde el principio), y en ese momento ella estaba sola en el mundo, sola con una pluma y papel.
Necesitaba desahogarse de alguna manera.
Necesitaba escribir.
¿Era buena escribiendo? ¿Era buena poeta o filosofa? La verdad era que eso poco le importaba. No importaba si no podía ordenar bien las palabras, no le interesaba. Lo único que importaba era que esos sentimientos eran verdaderos.
Escribir. Escribir. Escribir.
Todo iba bien hasta ahí. Pero en el momento en el que decidió que no tenía sentido escribir a alguien que no te leerá, ahí es cuando la locura comenzó.
Escribió una carta. Solo una. Nada de borrador, nada premeditado. Leney sabía que si lo pensaba demasiado, se arrepentiría y no quería eso. Quería por una vez en su vida atreverse a hacer una locura.
Mandarle cartas a Elan Sternath que hablaban de sentimientos definitivamente era una locura, y de las gordas. Si él llegara a descubrir que era Leney la que le escribía... ni siquiera quería imaginarlo.
En el momento en que hubo metido la carta a hurtadillas en su casillero, supo que no había vuelta atrás. Se estaba comportando como una colegiala, y eso era divertido, pero vergonzoso.
Ni siquiera ella era inmune a los encantos de sus ojos esmeraldas.
08/Septiembre/ 2013
Querido, Elan:
Sé que probablemente te estés riendo. Sé que probablemente tienes una sonrisa de burla en el rostro, sabiendo que lo que leerás a continuación es otra patética confesión de otra chica que recibes a diario.
Lamento decepcionarte.
Si, esta carta es una llena de confesiones, pero no del tipo que te estás imaginando. No se si te entregue esta carta, ni siquiera se si voy a firmar con mi propio nombre, pero voy a dejar que la pluma vuele y me diga que hacer porque siento que voy a explotar.
Te contaré: en la clase de literatura, el profesor Melde nos dijo algo acerca del poder de las palabras, que dudo que hayas escuchado, y por eso lo cito: "Las palabras son el arma más poderosa que tenemos [...] Y, aunque muchas veces nos digan lo contario, una palabra puede cambiar el mundo. O, en el más especial de los casos, puede cambiar el mundo de una persona. [...] Una palabra hiere más que una espada, y alimenta más que una comida. Las palabras son el reflejo del alma".
¿Acaso esta carta puede cambiar mi mundo? No lo sé, pero lo puedo intentar. Y, con suerte, cambiare el tuyo.
¿Has sentido en algún momento que estas en una jaula? ¿Has sentido que no puedes abrir la boca porque sientes que todo el mundo va a reírse en tu cara si lo haces? Pues mi vida diaria se basa en eso. He estado observándote, mirando como finges reír de las cosas sin sentido que dicen tus amigos, y como te obligas a vestir de una manera para que nadie critique de más tus acciones. Toda la escuela está pendiente de ti, pero podría asegurarte que yo estoy día y noche en eso, y no me canso. Siento que pierdo la cabeza. Ya vez, desde el poco tiempo que he estado en las sombras he aprendido mucho sobre todos, sobre ti especialmente. Nunca dejo de verte. Conozco tu vida porque yo también pasé lo que estas pasando, y sé lo que es fingir. ¿No estás cansado ya? Todo está planeado, premeditado. Tú piensas en que decir. Como reaccionar. ¿Y por qué? Porque seguramente no quieres que la gente vea detrás de esa coraza que llevas puesta. Es una forma de protección, para que las personas crean que no pueden meterse contigo, que no pueden ver dentro de ti y para que piensen que eres más fuerte que ellos, cuando en realidad es todo lo contrario. Eres débil, estas dolido por dentro. Yo no me trago esa imagen, y puede que esa sea la diferencia entre yo y las demás personas que te mandan esas cartas cliché.
Comencé esto como una casta sobre mí y termine acusándote. Pido disculpas por eso, ya que no quiero ser uno de ellos, una de esas personas con las que andas y hablan mal de lo que haces, cuando todos tus actos son para complacer a alguien.
No sé si tendré el valor de dejar esto en tu casillero mañana en la mañana. Pero si lo estas, leyendo es que me atreví a hacerlo.
Espero tengas un buen día, si es que llegas a leer esto.
Anónimo.
PD: Ten cuidado al leerme. Una vez alguien dijo que los escritores te pueden enamorar sin siquiera tocarte. Y más cuando se proponen a hacerlo.
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P.S: Smile For Me?
Romantizm"Si cupido me diera tu corazón, lo haría enamorarse de mi. Caería como en una red. Estarías en mis brazos. Nos tomaríamos de las manos y caminaríamos durante horas juntos sin que nadie pueda interrumpirnos, porque al ser interrumpidos, nunca podrí...