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-¡En fila señoritas! ¡Ya!-
Todas las mujeres del prostíbulo estaban puestas con sus mejores vestidos y peinados. Caminaron con rapidez hacia el salón mayor e hicieron dos hileras frente a su jefe,sonrientes. Menos una chica pelirroja del final.
-Como sabrán hoy viene un hombre muy muy especial de entre todos los mundos. El príncipe Loki de Asgard. ¿Recuerdan?-alza una ceja.
-¡Si!-algunas ríen y sonríen respondiendo,mientras otras solo sonreían.
-¡Busca una mujer! ¡Una golfa con quien querrá coger todos los días! Y una de ustedes será ella. ¡El elegirá a la mujer que quiera! ¡La que sea!-grita felizmente-Y la que el eliga,se va con el-
Todas se miran sonrientes,pensando en lo maravilloso que sería vivir en Asgard y ser la esclava sexual de el principie Loki,aunque todas busquen a Thor.
-Genial....-murmura la pelirroja con sarcasmo.
-¿No estás feliz?-chilla una de las chicas de su lado.
-No quiero ser esclava de nadie-espetó sin mirarla de brazos cruzados. La chica solo la miró extraño y apartó su mirada. Bajó esta.
En otro mundo estaba el príncipe Loki,mirando por su ventana detenidamente,pensando en su futura sumisa. Siente pasos detrás de el,voltea lentamente. Era su padre,Odín.
-¿Estás listo?-pregunta.
-Claro-
-Hijo...No importa la mujer que escogas. La tratarás como a una reina,no solo la utilizarás para complacerte. La amarás. ¿Entendido?-frunce su ceño.
-Por supuesto padre,con todo mi corazón-sonríe abiertamente.
-¡Mientes mucho Loki! Espero que no lo estés haciendo ahora!-bromea Odín dándose la vuelta y caminando a la salida. Loki ríe.
-¡No lo hago!-va detrás de el.
-¡Harán lo que el les diga! ¡Cualquier cosa!-grita el jefe a las mujeres. Las cuales no dejaban de sonreír emocionadas.
El cuarto se iluminó aún mas cuando un rayo Bifrost se ve golpeando el piso fuertemente. Algunas gritan con emoción,pero luego de una mala mirada de su jefe se calman.
El Rey de Asgard Odín y su príncipe Loki quedan parados en la entrada. Todas se maravillan al ver la belleza del príncipe,y unos ojos esmeralda oscuro que las hicieron temblar.
-Buenos días sus majestades!-el dueño del prostíbulo hace una reverencia. Al igual que las demás mujeres. Ellos sonríen.
