Perfect

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Esbozó una leve sonrisa nostálgica.
Estaba entre mis piernas, apoyando su espalda en mi torso, mientras le hacía caricias sutiles en su cabello.
-¿De verdad quieres seguir?- me preguntó, entrelazando mis manos con las suyas.
Mis ojos se abrieron con estupor.
-¿Lo dices en serio?- inquirí con una risa sarcástica.
-Sabes que no podemos estar juntas. Por más que lo deseemos con vehemencia, no nos lo permiten, ¿no te harta?- Su voz se iba quebrando a medida que terminaba la oración.
Apoyé mi mentón en su hombro y rodee su torso con mis brazos.
-No me quiero alejar de ti, lo sabes. Te he dicho incontables veces que no permitiré que nos separemos. Puedes quedarte segura de que nadie nos anulará la oportunidad de amarnos- cerré mis ojos y dejé que ella llorara en mis brazos. La situación era cansina. Sus padres no permitían que nos viéramos más de una vez por semana. El tiempo juntas cada vez disminuía, todo bajo la atenta mirada de su madre.
Nadie aceptaba nuestra relación, a no ser por mi madre y nuestro pequeño circulo social.
-Nos escapemos- dije tras la línea telefónica.
-¡¿Estás loca?!- exclamó.
-sino, de qué otra manera estaremos juntas.
-¿Lo dices en serio? ¿y si nos descubren?
-No lo harán. Dalo por seguro.
-¿Cuando?- inquirió ya más segura.
-Esta noche.
-¿me buscarás?- podía notar su voz algo dubitativa.
-Te espero en la esquina. ¿puedes llevar tus ahorros?
-Si. Nos vemos- dicho eso, cortó la llamada. Suspiré y me dejé caer en la pared, hasta deslizarme y quedar en el suelo.
-¿Estás segura?- preguntó mi madre, con temor reflejado en sus ojos.
Asentí y me abracé a mis piernas.
-Sabes qué decir. No sabes nada, tu hija desapareció, nada más- ella se sentó a mi lado y acarició mi cabello.
-¿No tienes miedo?-
-tengo miedo a estar sin ella.
-¿Sabes que harás cuando las encuentren?
-Ese será el final- respondí con un hilo de voz.
-Muestrate fuerte ante ella. Debes darle seguridad- aconsejó mi madre, abrazándome.
Sentí sus lágrimas frías en mi hombro.
-Gracias, mamá. Te amo- dije correspondiendo el abrazo.

A la medianoche, me encontraba en la esquina de su casa.
La divisé corriendo hacia mi con una mochila en su espalda, tomó mi mano y la seguí a su mismo paso.
Llegamos hacia la parada de buses, soltó mi mano y las apoyó en su rodilla, regularizando su respiración.
-¿Estás segura?- Indagué observándola, ella desvío su mirada hacia mi y me sonrió.
-Contigo siempre-
* * *

El tren se movía ruidosamente, queríamos dormir, pero no lo conseguiamos.
Su cabeza estaba recostada en mi hombro, mientras yo acariciaba su muslo.
-Te amo- susurró.
Tomé su mentón y deposité un casto beso en sus labios.
-También te amo- dije besando por última vez los labios que tanto amaba.

Llegamos a Ansenuza,un lago demasiado alejado de nuestra ciudad.
-¡Es hermoso!- exclamó con asombro, acompañado de una hermosa sonrisa.
La fresca brisa hacía flamear su corto cabello morado.
-Vamos a la cabaña - tomé su mano y nos dirigimos hacia allí.
Al llegar, una señora de unos sesenta años, nos recibió cálidamente.
-Tomen chicas, que la disfruten- dijo dándome las llaves. Hizo una pequeña reverencia y se retiró. Sonreí y dejé los bolsos en la mesa.
-Solas...- murmuró.
Me acerqué a ella y la abracé.
-Solas - repetí.
Faltaban apenas una hora para ser las siete.
-¿Quieres dormir?-
Asintió y subió las escaleras para ir hacia la habitación.
La cabaña consistía en dos habitaciones en la planta alta, un baño, cocina, living y un comedor. En la plata alta, yacía un balcón con una vista al lago. Era perfecta.
Subí los bolsos y los dejé en la habitación, en dónde yacía mi novia acostada boca abajo.
-Me voy a bañar - avisé y tomé una muda de ropa.
Entré al baño y comencé a desvestirme. Abrí el grifo del agua y dejé que cayera por todo mi cuerpo. Suspiré relajada.
La puerta se abrió, corrí la cortina y la vi desvestirse frente al espejo. Tragué en seco. Hacía ya más de un mes que no la veía de esa manera.
Se adentró a la ducha, mirándome con picardía.
Se acercó a mi y unió nuestros labios en un beso lento.
La tomé de la cintura y correspondí.
Genn, lentamente, descendió su mano a mi trasero, apretándolo.
Dejé escapar un leve gemido en sus labios.
El beso tomó densidad, siendo ahora necesitado y fogoso. Yo, siendo más alta que ella, la tomé de las piernas y la cargué, apoyándola contra la fría pared de azulejos.
Comencé a besar su cuello, pasando mi lengua por la curvatura de ésta.
-A-Abril- suspiró. Pasé la palma de mi dedo índice por su entrada, con ese acto, Genn clavó sus uñas en mi espalda.
-A-a la cama- logró articular, sintiendo como mi falange se adentraba en ella.
Con una mano, cerré el grifo, mientras con la otra sostenía su cuerpo.
Volví a cargarla, y sin importar que estuviésemos mojadas, fui a la habitación y la acosté en la cama.
-Te amo- dijo con sus mejillas encendidas, sus ojos brillantes y sus labios entre abiertos.
La besé, correspondiendo a su sentimiento.
* * *
Los rayos de sol, se adentraban por la ventana.
Abrí un ojo, tratando de acostumbrarme a la luz.
Observé a Genn, estaba dormida, abrazandome. Deposité un beso en su frente y me levanté a preparar el desayuno.
Había olvidado que me encontraba completamente desnuda.
Tomé una remera holgada y un tanga.
Me vestí y bajé a la cocina.
Cuando reservé la cabaña, la anciana me había informado que había comida para algunos días. Le había contado la historia, en respuesta, me dijo que nadie usaba la cabaña, por lo que no hacía falta que pagué por ella. A cambio, nos pidió que seamos felices. Me conmovió por completo. Aún teniendo ahorros de un año, más el dinero de Genn sabía que nos serviría para comprar comida y víveres.
Preparé café y tostadas. Al parecer el aroma despertó y atrajo a Genn, ya que se encontraba bajando las escaleras, mientras sobaba sus ojos con el dorso de sus manos.
-Buen día - dijo somnolienta, se acercó a mi y depositó un casto beso en mis labios. Sonreí enternecida.
Serví el desayuno y me senté dispuesta a comer.
-Le puse tres de azúcar al café, como te gusta- acoté llevando una tostada a mi boca.
-Gracias, amor- sonrió y dio un sorbo.
-¿Quepred hasher alguo hoymp?- pregunté masticando.
-¡No hables con la boca llena!- me regañó con el entrecejo levemente fruncido. Sonreí, se veía adorable.
Terminé de tragar y volví a preguntar.
-Podríamos ir a recorrer la ciudad. No parece grande- sonrió entusiasmada.
-Acepto- dije antes de tomar el café.

Veíamos como las gaviotas volaban por encima del lago, Genn sonreía encantada por la vista. Y su sonrisa me hacía feliz.
-¿Crees que nos encuentren?- preguntó tomando mi mano mientras caminábamos por el centro de la ciudad.
Allí todo era rural. No había edificios o autos ruidosos, la mayoría se trasladaban en bicicletas o caminando. Los ancianos eras saludables y llegaban a una edad increíble. Según decían los rumores, el agua del lago era curativo y bueno para la salud.
-Lo dudo, pero es probable.
-Tu madre debe estar destruida- dijo tristeza.
-Ella lo sabe. Me dio dinero- aseveré.
-¡¿De verdad?!- exclamó con asombro.
Asentí riendo.
-Sabes que ella siempre nos apoyó.
-es una buena madre.
-También lo serás algún día- dije sonriendo.
-No sé si llegaré a serlo, si nos encuentran yo- la interrumpí.
-Disfrutemos por ahora. No pienses en eso.
-tienes razón.

Seguimos caminando por un rato, hasta que vimos una heladería.
-¿Quieres uno?- preguntó mirándome.
Asentí y nos adentramos en ella.
Con nuestros helados en mano, nos sentamos en la orilla del lago.
-Jamás creí que estuviésemos aquí, juntas- rompió el silencio.
-Yo menos. Jamás creí que pudiesemos estar solas- ambas sonreímos y aferramos el agarre de nuestras manos.
-Gracias, Abril. Me haces feliz cada día.
-Gracias a ti, Genn. Tú me haces más feliz de lo que algún día fui.
Nos miramos y sonreímos. Demostrándonos lo mucho que nos amábamos.
* * *
Los días pasaron con parsimonia, todo era calma, risas, cariños e intimidad.
Nos encontrábamos semi desnudas en el living. Buscando una película para ver.
-¿Por qué eres tan perfecta? - preguntó Genn, sentada con un pote de palomitas, observándome mientras conectaba el proyector.
-Tú eres perfecta- dije con simpleza.
Puse la película y me senté a su lado.
Hizo un puchero, el cual entendí a la perfección. Me puse tras ella y me senté, pasando mis piernas al lado de las suyas. Quedando así, ella apoyada en mi torso.
-Te amo- susurró besando mi mano.
-Yo a ti- dije, para después prestar atención a la película.
* * *

No podía creer que todo fuese a la perfección, era tan increíble, que me era inverosímil creerlo.
Mientras lloraba en mis brazos, tras recibir el llamado de mi madre, yo aguantaba mis lágrimas. Todo por ella.
Aquél día, nos llamó alertándonos de que sus padres ya sabían nuestro paradero, en unos días partirían para nuestra cabaña. Un oficial de policía recibió la noticia de dos jóvenes desaparecidas, reconociéndonos de inmediato.
Se giró y me miró afligida.
-Abril... ¿estarías dispuesta a morir por mi?- preguntó con la mirada exaltada.
Tragué en seco y desvíe mi mirada.
No perdería nada con hacerlo.
-Si- respondí con sinceridad.
-¿morirías conmigo?.
-Si.
Tomó mi mejilla y plantó un beso en mis labios.
La idea me incomodaba, pero cuando la encontraran, la separarían para siempre de mi lado.
La medianoche se hacía presente en Ansenuza.
Nos vestimos con ropa holgada y salimos a caminar por la orilla del lago.
Tomadas de las manos, nos acercamos.
-¿Estás segura, Genn?- pregunté asustada.
-Si no hacemos eso, nos separarán- respondió con sus ojos atestados en lágrimas.
Suspiré intranquila.
Nos desvestimos y dejamos la ropa en la orilla.
Lentamente, caminamos hasta sumergirnos en él.
Tomé su cintura y la besé. Comencé a llorar como una niña.
-Tranquila- susurró. También llorando.
Nos abrazamos por largos minutos, hasta que tomé la valentía que necesitaba.
-Te amo, Genn. Gracias- Sonreí para después acariciar su mejilla.
-Gracias a ti, Abril. Gracias por dejarme amarte y amarme- cerró sus ojos disfrutando las caricias.
Nuestras miradas se conectaron, sonreímos y, tomadas de las manos, nos sumergimos en las profundidades del lago.
Morí, morí por el amor de mi vida. Morí para estar siempre con ella. Me enseñó de que ni el rechazo de sus padres, o la limitación a nuestro amor, nos detuvo para amarnos y permanecer juntas.
La amé, la amo, y la amaré, por el resto de mi vida...

Fin...

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