Prefacio

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Rompe de olas marinas.

Galopes de caballos.

"Sé, que estarás bien."

Los jinetes acorazados, aceleraban el trote de estos.

"Obi, sé que lo cuidarás."

El aire silbaba, la arena se disipaba.

El escudo bañado en oro, mostraba la grandeza

de la serpiente dorada.

­"Dioses, cuiden a Marco."

Una guerra solo trae viudas,
familias quebradas.
Trae muerte.

Nadie gana.

El día y noche envolvían a los guerreros.

Ver pasar el sol.

Verlo ocultarse, yéndose a dormir.

Era el entretenimiento de los novatos.

Mientras que el vislumbrar de la luna, entretenía a los veteranos.

"¿Veremos algo así nuevamente?"

Se preguntaban.

Se preguntó aquel que lideraba a todo el grupo.

Su comando no era muy grande, pero lo defendería a capa y espada.

A pesar de que ya tenía sus profundas ojeras...

en cada acampado, se ofrece a dar la guardia.

Y mientras todos duermen.

Se dedica a contar las estrellas.

"La cantidad de estrellas de cada una de las constelaciones, indica mi amor por ti."

Se arrodilla cerca al fuego chispeante, inclina sus pálidas manos a él.

Mientras ve las cenizas y algunas escarchas elevarse.

Perdiéndose en el aire.

Llega la doceava  noche.

Saca un pequeño libro, con tapa de cuero y de bolsillo.

Comienza a escribir:
Viejas historias, nuevos cuentos.

Futuras leyendas para su pequeño.

—Heyler...

Los ojos del capitán se opacaron.

Un crujido a lo lejos.

Mira en dirección a los bosques oscuros.

La guerra, es una masacre entre personas que no se conocen, para el interés de otras que se conocen, pero no se masacra.

Una traición.

Una emboscada. 

Gritos de ambos bandos.

Pero es injusto.

—¡Nos ganan en número!—gritan.

Las guerras, nunca son justas.

Ellas perduran, incluso en tiempos de paz. 

—¡Protejan a la reina!—ordenan los más corpulentos del grupo, mientras frenaban los ataques del enemigo.

 —¡NO! YO LA REINA Y CAPITÁN, DESACATO ESA ORDEN.—Sus ojos azules brillaban de la impotencia.

Lo malo de proteger a tus seres queridos, es que lo haces a costa de la vida de otros...
A partir de ahí,
se desencadena la guerra.

—Ojo por ojo, diente por diente. Hijo, por hijo.—susurró terminando en una sonrisa aquel hombre que se retiraba el oscuro casco de hierro.—¿Daría ese sacrificio, mi Reina?—pregunta mientras se inclina hacía ella.

—¡Tú, no vas a tocar a mi hijo!—sus ojos azules brillaron, igual que la sangre.

En la guerra,
siempre gana el mismo ejército.
El de la muerte.  

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—Gran rey Obi.—habló con fuerza un joven muy magullado.

Tomó aire para continuar:

—Su esposa, falleció. Fuimos emboscados...  Soldado Daniel, a su servicio.—Golpeó con la última fuerza que le quedaba a su pecho ensangrentado.

Para luego caer muerto.

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Las frases en negrita son frases que quería acompañar a lo que escribí y decidí recopilarlas según me gustaban y encajaban con lo que quería contar.

No son de mi autoría y no respondo a ellas. Agradezco a quién las haya inventado. El único nombre que hallé es esté: Lean Le. Seas el autor o no, gracias por ser parte de esta novela.

LIZA2504

Sois Rosa. Sois PuñalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora