///EDGARDO ¿Y qué pasó con esa promesa de tus cartas donde jurabas que meesperarías para siempre? Porque allí dice para siempre y no había pasado un añoen el que me acerqué nuevamente y ya decidías estar con otra persona, Mariana. ¿Quésucedió con esa convicción que yo sería la persona con la que quisieras estartoda tu vida? ¿Y de repente me odias por insistir un poco por regresar contigo?¿Que yo no te respeto? ¿Pero acaso no fuiste tú quien escribió que esperarías yme abrazarías muy fuerte al verme regresar? ¿De verdad me odias? Pasaron... ¿Cuánto?Algunos meses, ¿Y ya me odias? ¿Y el amor que jurabas eterno y sincero? Eterno,sincero y único... claro. Pues ya ves, como todo, se termina y cambia, y nada eseterno, pues por eso odiaba tus palabras escritas de ese momento, porque sabíaque no eran verdad, o no eran a conciencia y que me volverían en contra luegode alabarme y elevarme a lo más alto. Me enterrarían y me llevarían a lo másprofundo del inferno en menos de un año. Así fue y será toda la vida. Y meexigías que repitiera tus palabras, tus promesas.///
Edgardo sintió un inmenso vacío en su interior, aquel que sentía hacía tiempo atrás en el momento de recostarse a solas por la noche programando el despertador de la mañana siguiente, una y otra vez. Aquel vacío del silencio al bañarse solo en su casa luego de una fiesta, minutos después de acabar sobre una linda mujer, al apagar el televisor tras una película a todo volumen. Ese vacío indicador que todo ha terminado, que ya no queda nada por hacer, ni sentido por continuar. Edgardo cerró los ojos una vez más para encontrar los motivos sin hallar siquiera un objeto material. La negrura se presentó ante sus ojos.
Ay Mariana, cómo no te maté cuando pude. Te mataría si pudiese volver atrás. Te mataría. Lo sabes. Te mataría. Te mataría.
Giraba el anillo grabado con su nombre en el anular, una y mil vueltas, recordando el momento preciso que se lo regaló y el día que se lo devolvió junto a otros objetos. Sin la intención de seguirlo con la mente, un fragmento de Arrancacorazones de Attaque 77 sonaba no muy lejos de él, mientras observaba un diminuto muñeco al lado del monitor. Muñeco devuelto junto al anillo y otros objetos.
Te mataría si pudiese volver atrás. Te Mataría. Una y mil vueltas. Ay Mariana.
El homicidio condicional se convirtió en un suicidio futuro simple. Tomó el revólver para que haya en él un nuevo nombre personal en su cañón. Terminarían siendo seis en total.
Jorge se acercó colocando su mano sobre su cabeza y promulgó una corta frase que terminaba con la palabra "amigo". Compadeció su destino, maldijo a Mariana como si conociese de cerca la historia, tomó el arma y regresó a su sitio. Se aseguró que las drogas hubiesen dado resultado sobre Fernanda y Carolina, que en efecto ya se comportaban totalmente como zombies. Apuntó el arma a su sien y su esquizofrenia diagnosticada por el médico desapareció junto a sus sesos. Jimena tomaría la posta en pocos segundos.
Celeste había acudido al timbre de la oficina cuando aún Luisina no había abierto su vianda para el almuerzo. Cuando todavía Tatiana no había comenzado con la guerra, que de no haber sido por ella comenzaría seguramente por Jimena o Rocío. Celeste esperaría que su hermana le acercase el Taurus 838 que su padre tenía oculto en algún lugar de su habitación, lo quitaría de su caja de madera, lo cargaría con ocho balas, llamaría a Ricardo para que lo ayudase con unas supuestas cajas y al bajar nuevamente y de un sólo accionar (esperaba que sólo fuese uno) lo mataría. YA NO SENTIRÉ EL PESTILENTE OLOR DE ESTE GUANACO. Posteriormente no sabría qué hacer. Allí mismo se terminaba el plan. QUIZAS ME VAYA CAMINANDO COMO SI NADA A MI CASA. ME TOMARÉ EL DÍA. SÍ, ESO HARÉ.
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La Oficina
Mystery / ThrillerUna guerra entre colegas que se desarrolla en el ambiente de trabajo por los demonios que todos llevan dentro, con los que se enfrentan día a día.