Parte 9

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Rocío se encontró con el arma trémula que portaba y dejaba olvidada Celeste casi sobre sus propias manos, sumisa de un plan diabólico que aportaba las herramientas de una catástrofe a aquellos que no cuentan con fuerzas propias para iniciar el juicio

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Rocío se encontró con el arma trémula que portaba y dejaba olvidada Celeste casi sobre sus propias manos, sumisa de un plan diabólico que aportaba las herramientas de una catástrofe a aquellos que no cuentan con fuerzas propias para iniciar el juicio. El cuchillo alcanzaría sólo para una parte.

Hundiéndose cada vez más en esas arenas movedizas de celos y envidia, el cuadro le ofrecía el acercamiento de Carla y Tatiana, y la etiqueta de "novio" pegada en la frente de Lucas que día a día afirmaba con sutileza y frialdad la idea de no volver a rozarse con ella. Rocío, ante la mirada atónita de Tatiana, mataba por las espaldas con dos disparos a Lucas y Carla. Era el fin de la única pareja formal de la oficina. El revólver ya no era un fierro extraño y la fotocopiadora escupiría en sólo unos instantes una nueva hoja. Sin notarlo casi del mismo modo que Celeste, dejó el arma muy cerca de Edgardo, tanteó su cuchillo en su bota y volvió a su computadora. Tatiana se arrastró hasta el baño cegada por el temor y sus espasmos. En sólo unos minutos habría pasado por decenas de sentimientos totalmente contradictorios. Necesitaba un refugio.


///ROCÍO Sentada con la espaldatotalmente erguida y las piernas cruzadas, con los ojos cerrados sobre otrosojos cerrados, Rocío se veía de niña correr por un patio enorme de céspedamarillo y seco, con un perro jadeando por detrás otorgándole venta...

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///ROCÍO Sentada con la espaldatotalmente erguida y las piernas cruzadas, con los ojos cerrados sobre otrosojos cerrados, Rocío se veía de niña correr por un patio enorme de céspedamarillo y seco, con un perro jadeando por detrás otorgándole ventaja,persiguiéndola, como si entendiera el juego de correrse pero no alcanzarsejamás. La niña de sonrisa con hoyuelos en sus mejillas, reía feliz ante unosfresnos que le daban sombra y una montaña de tierra en el fondo que subía y bajabasiempre perseguida por su mascota. De un momento a otro, sin perder la sonrisase dejó caer boca arriba con sus piernas y brazos extendidos mirando el cielo,alcanzada esa vez por el perro lamiéndole el rostro desenfrenadamente. Lasrisas continuaron. Meses más tarde se mudarían de casa, de vecindario, deciudad. Su vida cambiaría radicalmente.///


Se oyó golpear la puerta y Rocío que meditaba en el centro de esa habitación desnuda de muebles, piso de madera y paredes blancas muy altas, se puso de pie. Giró sobre sí misma y encaminó hasta la puerta y esperó a que llamaran por segunda vez.

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