En una fría noche, en las calles de la San Juan de Miraflores, donde los postes de luz alumbran el lugar con su color bronce y la mayoría de personas se encontraban dormidas plácidamente. Otro grupo se mantenía despierto, festejando con amigos, familiares y algunos vecinos, sean conocidos o no, ya sea por un cumpleaños o por el simple pretexto de ingerir alcohol. Pero en otra parte no tan ruidosa, se escuchaba un agudo ruido muy molesto, el llanto de una bebé que había sido abandonada. Un grupo de mujeres mayores de edad que pasaban oportunamente por el lugar llegaron a escuchar el dichoso llanto, la habían encontrado en un contenedor de basura, cubierta con un periódico como si fuese una frazada. Aquellas señoras la cargaron y la llevaron a un orfanato, no muy lejos del sitio. A pesar de las condiciones de la pequeña criatura, que presentaba malestares, algunos moretones y que probablemente requeriría de gastos para su salud, decidieron aceptarla en el establecimiento, al cuidado de los otros niños y un adulto mucamo que trabajaba en las mañanas y tardes.
Pasaron varios años, la pequeña bebé había crecido, ahora era una niña de negro cabello. Su piel que era de trigueño color, empezó a adquirir manchas blanca, era claro que tenía vitíligo, pero el orfanato se negaba a dar dinero para un tratamiento. Aunque constantemente recibían donaciones, se negaban a gastar el dinero y trataban de hacer el menor uso posible y quedarse con la mayor parte de las ganancias, simplemente ignoraron los problemas.
Por la falta de educación brindada a los menores de edad del orfanato, ellos pensaban que el vitíligo podría ser contagioso, por lo cual optaban por alejarse de ella. Los amigos que ella había hecho y que la aceptaban a pesar de ello, fueron desapareciendo, ya que fueron acojidos por familias.
A la pequeña le gustaba cocinar, a pesar de las burlas que recibía, le gustaba ver a los otros niños felices mientras comían. El adulto mucamo le había enseñado muchas cosas, era como un padre para la niña y ella lo consideraba de esa manera. Tenía una amiga llamada Janed con la que solía jugar en el patio del establecimiento, juntaban montículos de tierra y hacían túneles en ellos. Otras veces utilizaban una cubeta de verde color para construir unas simples torres. No era mucho, pero aun así se divertían con lo poco que tenían.
El tiempo seguía avanzando, cada vez quedaban menos niños, la pequeña ahora era una joven, su vitíligo se expandió por la mayoría de su cuerpo y se le dijo que no podía salir del orfanato ni estár expuesta prolongadamente a la luz del sol. Se empezaba a sentir sola, la habitación donde ella descansaba junto a los que consideraba sus menores y mayores hermanos, se encontraba vacía, solo quedando camas y algunos viejos escritorios. Su amiga Janed tuvo que despedirse, ya que ella también fue acojida por una famalia. Pero antes de irse a su nuevo hogar, le dejo como recordatorio un oso de peluche de color marrón, siendo ese el único objeto que sus padres le habían dejado. Janed pensó que el oso se sentiría mejor en compañía de su amiga. El adulto mucamo estaba entrando a la vejez, se podía ver con algo de dificultad como su cabello agarraba tonos grises, la niña empezó a tomar una costumbre por culpa de la soledad que sentía al ya no tener un amigo con el que charlar, comenzó a hablarle al pequeño oso como si este pudiera contestarle. La única pregunta a la que no obtenía respuesta era: "¿Cómo me llamo?". Se quedaba sentada en la cama, esperando una respuesta, mientras observa al a su amigo el oso.
Cierto día, en la mañana, cuando el sol ya había empezado a salir, la joven chica se despertó de un plácido sueño.
Puesto que a esas horas no había nadie del orfanato trabajando, decidió ir a la cocina y prepararse una merienda que consistía en un vaso con leche y un pedazo de pan integral con una rebanada de jamón. Se disponía a cortar el pan en dos para poder ubicar la rebana de jamón entre ellos. Agarró un cuchillo de mango negro, cuando accidentalmente, mientras dividía el pan, se hizo un pequeño corte en la nudillo medio de la mano izquierda. Después de eso perdió todo el apetito que tenía y dejo todos los ingredientes en su lugar anteriror, luego fue a su cuarto para sentarse en la cama y esperar a que el dolor calme. Ella miraba su herida, pero sintió una presencia en la habitación. Apartaba la mirada, lentamente, solo para observar al oso de peluche sentado en la cama que se encontraba delante suya. La chica miraba atentamente al oso como si esperara una respuesta del mismo, ella empezó a llevar su mano derecha sobre la herida del nudillo. Una pequeña parte de piel sobresalía del corte, empezó a jalar de ella. No sentía dolor alguno, arranco un pequeño pedazo de la piel para posteriormente, colocarlo sobre el peluche. Ella seguía observando al oso y le preguntó: "¿Cómo me llamo?". No obtuvo ninguna repuesta, pero ella seguía esperando una.Paso mucho tiempo, la que una vez fue una niña ahora era una joven adolescente. Su piel ahora era blanca debido al vitíligo que padecía. Ella seguía sin ser adoptada, pues nadie la quería acoger por culpa de su enfermedad. El viejo mucamo considero muchas veces en adoptarla, pero al no tener dinero para alimentarla, ni para darle educación, pensó que lo mejor para ella era que se quedara en el orfanato. En todo ese tiempo en que ella crecía, fue arrancando pedazos de piel, de sus brazos, piernas, pecho y otras partes de su cuerpo, hasta cubrir al oso de peluche casi en su totalidad. Ella se había dado cuenta de que a su querido amigo le faltaba un rostro, debía encontrar uno, de esa forma estaría completo, pero no cualquier rostro, uno con el cual se sentiría cómoda. No podía ser ninguno de los otros niños, no se llevaba bien con ellos, pero si con alguien, su querido mucamo.
Ya era de madrugada, el viejo mucamo, tomaba siestas de 25 a 30 minutos, la joven chica sabía perfectamente a qué hora tomaba dichosa siesta y el lugar. Cuando llego la hora de descanso del mucamo, ella fue al pequeño cuarto donde descansaba. Se empezó a acercar, empuñando un cuchillo de negro mango, mientras miraba atentamente el rostro de lo que era aquella persona que consideraba su único padre y la última pieza de querido oso. De una manera sutil y precisa, corto el cuello. Observo como sus ojos se abren, mientras desangraba, agitándose violentamente sin apartar la vista. La miraba con desesperación cuando simplemente, dejo de emitir movimiento alguno, muriendo con los ojos abiertos. Prosiguió a arrancar el rostro enterrando el cuchillo por debajo de la piel, dejando las orejas, los ojos y los musculos de la cara, sin tocar. Una vez teniendo el rostro en sus manos ensangrentadas, fue corriendo a su cuarto, mientras sonreía. Al llegar encontró a su amigo el oso sentado en la cama, como si estuviese esperando a su llegada.
Aunque el tiempo fue bastante largo, la piel y los pequeños pedazos de carne que se llegaron a colocar cuando ella arrancaba su piel, no se descomponía, permanecía fresco e intacto a pesar de los años. Todas las partes fueron cosidas con un rojo hilo, ella empezó a unir el rostro en el oso.
Una vez terminado, la chica miró el resultado final. Para ella era perfecto, algo único. Ella preguntó: "¿Cómo me llamo?". Mientras esperaba una respuesta, el silencio en la habitación se hacía notorio, no se escuchaba nada, incluso el ruido de los autos que circulaban por las calles se detuvo. El oso empezó a levantar lentamente su mirada, buscando la luz que entraba por una de las ventanas polvorientas de la habitación. La joven chica se dio cuenta de algo, no solo era la necesidad del oso, también lo sentía como la suya. Ella agarro al oso y salió corriendo, afuera de la habitación, del orfanato, de la ciudad, a fuera de toda cosa que le recuerde lo que una vez fue ella. Después de una largo recorrido, ella se detiene en un bosque, por culpa del vitíligo ella sentía ardor en la piel a causa de la luz del sol. En el bosque se sentía más cómoda, pues había más sombras que luz. Se sintió cansada, se acostó cerca de un árbol y se durmió.
Pasaron varias horas, para mala fortuna de la chica, la posición de la sombra cambio al lado opuesto, dejándola al servicio de los fulminantes rayos del sol, el oso se encontraba en la sombra, sentado mirando al cielo, se podía escuchar a la joven chica gemir de dolor mientras dormida. El viento que sopla en el bosque es el único sonido que se escucha, ni el ruido de la ciudad llega hacia ellos. Pero un sonido se mezcla entre los árboles, se escucha la voz de alguien, pero este alguien, solo susurraba una palabra...
Se podía ver una familia almorzando, el padre ya estaba sentabo en la mesa, la hija se estaba lavando las manos, la madre llamaba a su hijo para comer, pero este se encontraba mirando las noticias en la televisión de la sala. El niño fue con sus padres al escuchar que la comida estaba lista, dejando la televisión prendida, el reportero comentaba: "...todo eso sucedió en las calles de San Isidro. Mientras tanto, en los bosques de la ciudad de Piura, se encontró el cuerpo de una chica de 21 años. Varias partes del cuerpo fueron arrancadas, se determinó que la joven chica fue secuestrada y desmembrada por un grupo criminal acusados de atentados contra colegios, iglesias, estaciones de policía y de enviar cartas explosivas a civiles en las zonas bajas de la ciudad, a continuación, una entrevista con el Ministro de Defensa Civil..."
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Sueños de mi autoestima
RandomRecopilación de sueños que me llegaron a contar y que me parecieron interesantes, todos fueron modificados para darle algo de sentido, cabe destacar que estos sueños son tanto como míos como de mis amigos cercanos que me dieron permiso para escribir...