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Me cortaste las alas cuando las pobres ni siquiera emprendieron vuelo. Hiciste que salieran, para no dejarlas crecer, para que ni si quiera vieran que se sentía al tocar el cielo. Logre tocarlo, con la punta de los dedos, pero cuando casi llegaba, cuando casi lo alcanzaba, mis alas, desaparecieron. Apenas a escasos centímetros del suelo lograron levantarme. Me diste alas para volar, y no me dejaste hacerlo. Y mira que yo ya volaba sola, pero me empeñe en que me hacían falta tus alas para seguir haciéndolo. Y ni corta ni perezosa, deje de volar, deje de soñar, deje de tocar las nubes con los dedos, deje de creer en todo lo que habia creído. 

Lo que me dice el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora