Prólogo

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Regreso a aquel lugar, aquel que fue testigo de muchas cosas, aquel que me trae un sinfín de recuerdos a la mente y me deja deambulando por las páginas de una historia que marcó mi vida.

(3 años atrás)
Era una mañana algo lluviosa y me encontraba saliendo de la carpintería de mi abuelo cuando percibí al otro lado de la calle algo nuevo, un café, decidí cruzar para echar un vistazo. Al llegar a la puerta me di cuenta del pequeño letrero rojo en el que se leía "CERRADO", me asomé por el cristal de la puerta transparente... nuevo, definitivamente el lugar es nuevo, puesto que hace una semana que estuve por aquí nada de esto se me hacía familiar.

(Ahora)
Ya sentado en la mesa, nuestra mesa, con el café que ella solía pedir, salgo de mis pensamientos cuando escucho la campana de la puerta y al mismo tiempo percibo ese olor tan familiar que me regresa de inmediato a mi recuerdo.

(De vuelta a 3 años antes)
Me giro y lo primero que aparece en mi campo de visión es una bella mujer mojada de pies a cabeza y con un característico aroma a clavel, bella aún con el ceño fruncido y notables pecas en su rostro, se acerca a mí malhumorada sacando de su bolso la llave que abriría la puerta que yo le estaba obstruyendo.

- Soy Emma, mucho gusto. No sé si no lo has notado, chico, pero estoy toda mojada gracias a la lluvia que se acaba de soltar. Vengo tarde y todavía tú ahí obstru...- me dijo rápidamente antes de lograr interrumpirla.

- Tranquila, no quieres ahuyentar a tu primer cliente ¿o sí?-  le contesté divertido viendo como abría la puerta y volteaba los ojos para después responderme: - Sería un placer.- con una sonrisa retadora y esos ojos brillantes, se dirigió al mostrador para llevarme, aún de mala gana, la carta del lugar.

Ella no lo sabía, pero desde ese momento lo supe, esa chica iba a poner mi vida de cabeza. Y así lo fue...En lugar de viajar a ese pequeño pueblo una vez por semana a visitar al abuelo, empecé a tomar largos viajes en tren desde la ciudad cada vez que podía, para verla a ella.

Empezábamos a pasar cada vez más tiempo juntos, mis momentos favoritos eran los más inesperados y llenos de casualidades... Como la primera vez que le compré un ramo de claveles solo porque reconocía su aroma personal en aquellas flores, y yo sin saber que eran sus favoritas; o la vez que les buscamos hogar a los gatitos abandonados que encontramos en el parque y terminamos conservando uno; o aquella ocasión en que la acompañé a la iglesia y por primera vez escuché su hermosa y melodiosa voz al cantar; o el día en que saliendo de su trabajo decidimos escaparnos y acampar en la montaña ¡cómo olvidarlo! Pasamos la noche acostados uno junto al otro viendo la luna y las estrellas. Ese día le confesé que la amaba. Y fue el último día que la vi. Fue un misterio.

Quedamos de vernos al día siguiente en nuestro Aniversario, y qué sorpresa me llevé al darme cuenta que se había ido, sin pistas, sin explicaciones, sin despedidas, se fue de mi vida sin dejar rastro.

Regresé todos los días al café por dos semanas, de ahí fui cada semana del mes y luego pasé cada mes durante el último año. Todo ese tiempo sin noticias, solo y viviendo el dolor de su ausencia; seguí adelante en algunos aspectos, pero mi corazón siempre le pertenecería y no podía evitar extrañarla, es por eso que terminé regresando al café, todavía con la esperanza de encontrarla.

(Ahora)
Y me encuentro hoy en el café, de vuelta a la realidad, volteo hacia la entrada observando mi deseo hecho realidad. Es ella. Está de vuelta. Se ve algo cambiada pero ¡qué va! ¡Es Emma! Ella voltea a verme, y cuando la miro a los ojos me doy cuenta de su expresión que logra deprimirme, sus ojos aún brillantes pero... esa no es mi Emma ¿qué ha pasado?

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2017 ⏰

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La chica del caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora