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Señora Rosa, usted que atrae a todos con sus hermosos y llamativos colores. Usted que desprende aquéllos hermosos olores. Usted que parece brillar bajo la luz de la luna.

Déjeme decirle, con todo respeto, señora Rosa, que todo esto me parece nada más que bazofia.

Me parece, desde mi punto de vista, ridículo. Todos aquellos ingenuos que van a usted con tal de admirar su hermoso aspecto, como yo alguna vez fui, salgan simplemente heridos.

¿Por qué lo digo y me atrevo a reclamarsélo?

Déjeme decirle, señora Rosa, que usted es una vil mentirosa, un estereotipo erróneo, una asquerosa doble cara.

Yo algún día fui a usted en busca de admirar la perfección, fui con la esperanza de salir complacida.

Y lo fui, durante unos minutos, hasta que usted, señora Rosa, decidió llegar a lo más profundo.

Descubrí que su imagen solo oculta la fría verdad, bien dicho está “No te dejes llevar por las apariencias”.

Sólo quería acariciarla a usted, señora Rosa, soñaba con tocar sus delicados pétalos.

Pero usted siempre fue más lista, siempre preparada, me dejó pasar mis dedos por su delicado tallo, llegué a amar la manera en que se sentía.

Usted tenía todo preparado, cuando ansiaba por llegar a sus hermosos pétalos, una pequeña y venenosa espina atravesó la yema de mi dedo.

Sus burlas llegaron hasta mis oídos, señora Rosa, la he escuchado, he sentido todo lo que usted ha arrojado a mi.

Y déjeme decirle que la odio, la odio a usted por la manera en que me hizo sentir, esa maldita confianza.

Y aún la sigo odiando, porque logra que los demás caigan como yo lo hice, porque usted se alimenta de la sangre que corre por los dedos de sus víctimas.

Y todos aquellos que recurren a usted, señora Rosa, todos aquellos que se dejan guiar por su hermosa apariencia, salen heridos por las puntiagudas espinas que esconden sus hermoso pétalos.

Y quien la viera a usted, mi querida señora Rosa.

Todas aquéllas pequeñas espinas que esperan atravesar la piel de personas inocentes, todas aquéllas diminutas y pequeñas navajas que esperan por cumplir su propósito para que usted se alimente, todas ellas están repletas de veneno, del más letal, al igual que su duro corazón, señora Rosa.

Y sinceramente espero que un día mientras usted admira su incomparable belleza en el reflejo del agua recién caída del cielo.

Espero que mientras su mente esté llena de soberbia, ocupada, pensando en que es la más hermosa rosa que jamás se haya visto.

Sólo espero, deseo con todo mi corazón que usted misma sea atravesada por una de esa pequeñas sobresaliente espinas, me gustaría que usted sintiera todo ese dolor.

Que sientiera el veneno subir por su cuerpo, hasta llegar a su corazón de hierro. Que ese tan letal veneno adormeciera esa gran barrera que cubre su órgano vital, y que no solo la destruya, que la sobrepase y entre en ese lugar frío.

Que choque con todo el veneno que usted ya tiene almacenado allí. Y que explote, señora Rosa, que explote ese al que usted llama corazón. Que explote y el veneno se esparza por todo su ser.

Me gustaría que usted sintiera todo su veneno mortal recorrerla, y que se desvanezca lentamente.

Que usted misma vea como sus pétalos se marchitan, que sus espinas se caigan, que su tallo se doble y sus raíces se sequen.

Y si yo fuese usted, tendría miedo de mi misma. No se cómo teniendo su lengua tan larga aún no se la haya mordido.

E igualmente su lengua está llena de lo mismo que su corazón y espinas, veneno. Quisiera que muriera, atragantándose con su líquido frío.

Quisiera verla arder, encender llamas en sus hermosos pétalos. Escucharla gritar por ayuda y rogar por piedad a mi.

Puede sonar malvado, pero a usted, Señora Rosa, le deseo todo eso, toda su lenta agonía, que sufra su muerte, todo eso le deseo a usted.

Porque yo la odio, porque ha hecho sufrir a miles, y entre ellos estoy yo, y déjeme decirle que estoy muriendo lentamente al escribir todo esto, porque me duele decirle todo eso, pero no me gusta guardarmelo.

Y le aclararé que usted solo es una planta, no se mueve, no habla, no debe hacer nada, y así debería quedarse, pero no lo hace.

Así que sí.

A usted, Señora Rosa, le deseo que algún día le suceda todo eso, y mucho más.

...

-Somebody Else.

Señora RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora