Un montón de tierra

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"Los muertos reciben más flores que los vivos porque el remordimiento es más fuerte que la gratitud" -Ana Frank

Hay mucho silencio, más del que me gustaría que hubiese.

El único sonido que mis oídos perciben, aparte del eco de mis pisadas sobre los pequeños charcos de agua, son las tímidas gotas de lluvia que caen en esta noche oscura, sin estrellas, sin luna, sin nada. Las nubes grises, amenazantes, y mi tristeza me acompañan en mi camino.

Me vuelvo a preguntar por enésima vez ¿Qué diablos estoy haciendo? ¿Por qué diablos estoy haciendo esto? ¿Qué estoy haciendo?

No debería estar aquí, menos aún con la guerra que se acerca. Guerra que culmina mí perfecto plan fabricado desde hace trece años.

Dominar la tierra y los salvajes mares.

Yo debería estar en el Atlántico Norte, custodiando mi Pilar, dirigiendo al ejército de Poseidón, moviendo cada hilo, midiendo cada paso, controlando cada respiración de los chicos bajo mi mando. Escuchando las quejas de Isaak o Ío sobre Sorrento y su estúpida manía de tocar la flauta todas las noches. No aquí.

No aquí.

Suspiro y me aparto los mechones empapados del rostro con fuerza y entrecierro la mirada para poder distinguir mejor las lápidas que se muestran frente a mí.

Varios nombres las adornan, muchos en realidad, que no hacen nada más que pasar al olvido año tras año. Pasan al cruel olvidó de sus seres amados -si es que aún queda alguno-, compañeros y Diosa

¿Para esto es qué se volvieron Santos? ¿Para ser olvidados en una maldita tumba? Pues vaya honor.

Aunque ese es el destino de todas las personas; De la vida a la muerte y de la muerte al olvido. Pero ese, no será mi caso. Dejaré mi huella en el mundo, será imborrable y con el paso de los años seguirá causando el mismo daño, o incluso, será mayor. Yo soy quien dicta mi camino, mi destino, no una estúpida Diosa que se oculta tras sus Santos y espera que mueran por su causa.

Sacudo la cabeza para espabilarme y encontrar la razón por la que estoy aquí.

Comienzo a caminar, con pasos lentos e inseguros. Buscando algo que no quiero encontrar. Pero, aun así, mi subconsciente me impulsa a hacerlo.

Lo busco y no lo encuentro. Una parte de mí se alegra por un pequeño instante y otra ruega por que busque más, que lo confirme para aceptarlo. Ruega que lo encuentre y acepte la realidad.

Qué mi hermano está entre estas tumbas olvidadas.

Qué mi hermano se suicidó.

Qué mi hermano está muerto.

Qué mi hermano me dejó solo.

Solo.

Trago saliva, aprieto la mandíbula. Contengo las lágrimas que hacen arder mis ojos y me llevo una mano al pecho donde hace días que siento un enorme hueco que no puede ser llenado. Dónde hace días que un ruido sordo hace que quiera gritar hasta desgarrarme la garganta, llorar hasta que ya no me queden más lágrimas por derramar y morir para que el dolor se desvanezca.

Un montón de tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora