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Te quedas ahi parado sin entender muy bien que ha pasado; sientes algo resurgir desde dentro de tus entrañas, un hueco en tu estomago que termina anudandose en tu pecho y que duele y diablos como duele aunque ya hayas pasado por esta escena tantas veces.

"Es el karma cósmico" piensas mientras te arrodillas duditativo y la imagen de Billie reaparece siendo atravesada por la espada de Castiel. "Sí, es eso". Qué más podría ser aparte del destino tomando de vuelta sus malas decisiones, reclamando como la perra que es la existencia de Castiel, cuyo único pecado fue sacarte del infierno y quedarse contigo.

Es eso y es todo Dean, no dices nada, no haces nada mas que quedarte ahi mirando el cuerpo inerte de Castiel a manos de Lucifer. Te quedas sentado, casi arrodillado mientras vanamente tratas de sobrellevar el hecho de que el ángel nuevamente se ha ido y tu madre también.

¡Oh si, lo siento Dean!

Él ha muerto por protegerlos, se ha ido para así ustedes sigan siendo la familia disfuncional, tormentosa y codependiente. Lo ha hecho porque los ama y desea su felicidad aunque no ha válido de nada porque tu madre quien iba a volarse los sesos ha quedado atrapada con Lucifer en otra dimensión, muerta probablemente también en poco tiempo y con algo de suerte si es que allá pudiera quedarle algo (imposible si somos sinceros, digo es un mundo apocalíptico por si querias olvidarlo) de la manera mas rápida y menos dolorosa.

Tienes ganas de llorar, por supuesto que las tienes pero las lágrimas apenas se asoman y la vergüenza de sentirte impotente junto a ese falso y malentendido orgullo te impiden que las dejes salir como siempre. Ni siquiera te atreves a tocarlo; no, nunca haz podido hacerlo pues tu cobardia le gana a tu valentia y si no lo hiciste ninguna de las veces anterios ahora no va a ser diferente, quizas nuevamente solo te quedes con su gabardina guardada en tu maletero mientras es Sam quien lo entierre.

"Sam"

¿Donde esta Sam?

Volteas en cuanto su nombre resuena en tu cabeza porque todos se han ido otra vez menos él y lo necesitas pero él no está, no a tu lado ni detrás de ti sufriendo porque Castiel no esta y vuestra madre tampoco.
Te levantas como si tu cuerpo fuera un resorte, miras al ángel pero no más por mucho tiempo y te diriges hacia la casa donde se debe encontrar con el hijo de Lucifer.

Y la irá se habre paso, te gusta que finalmente aparesca para liberarte momentaneamente de todos esos otros sentimientos, te recompones la mascara de fiero cazador a cada paso que das, oh Dean, mi querido Dean ¿acaso realmente no te das cuenta de lo viejo que te has vuelto? ¿De tu cara amarillenta que reluce con esos ojos verdes rodeados de venas rojas? ¿te has vuelto tan tonto o tan ciego para no darte cuenta que tu mascara esta fragmentada por todos lados?

No, no te das cuenta porque no quieres hacerlo. Pero todos a tu alrrededor lo notan, tus pasos cansados más que decididos; esa arma que pareciera pesara casi 60 veces más y mientras te dices o convences que vas a matar a ese Nephilim maldito dejas arrastrando por todo tu camino la pena como una ancla sin final.

Dean, has vuelto a enfermar. Te han arrandado el alma en un par de rotas alas y quizas esta vez no la vas a volver a recuperar.

TiriciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora