Lunes

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Me encontraba en Auradon Prep por lo que podía ver por las ventanas era de noche, sabía que tenía que ir a ver a Jane. 

-Carlos, ven –escuche la voz de mi novia y me hizo sonreír ampliamente –ven, no te demores tanto.

-¿Dónde estás? –pregunté mientras caminaba en medio de un gran pasadizo con muchas puertas las cuales por más que intentaba no podía abrir.

-Aquí amor –volví a escuchar la voz de Jane –ven

Llegué a la puerta del fondo y moví la perilla, esta se abrió sin ofrecer ningún tipo de resistencia, entre en la habitación completamente a oscuras esperanzado en verla pero la imagen que apareció en frente mío cuando las luces se encendieron solas no era la de mi dulce novia esperándome si no la de ella besándose con Doug, di un paso atrás para salir de ahí pero la puerta se había cerrado con llave.

-¿Creíste que iba a estar con un villano? –escuche su voz aunque sus labios no se habían separado de los del chico –jamás iba a estar contigo, me ayudaste a ser popular, a que todo el mundo me hablará pero nunca iba a casarme contigo –mi espalda estaba pegada a la fría madera y podía sentir un nudo en mi pecho.

Jane se separó de Doug y me miró directamente a los ojos.

-Regresa a la alcantarilla de donde saliste –hablo con una voz que no era de ella, era la de mi madre –regresa a cuidar los abrigos de tu madre, regresa a ser el perro de Cruella de Vil.

Di la vuelta intentando desesperadamente abrir la puerta pero esta había desaparecido dejándome encerrado mientras escuchaba la risa de Jane retumbando en mi cráneo.


Abrí los ojos exaltado, mi pecho subía y bajaba tratando de recuperar el aliento que había perdido, había sido una maldita pesadilla, casi por instinto miré el reloj despertador que indicaban que ya eran las siete de la mañana, empezaba el primer día luego de haberme enterado que Jane me había engañado con Doug.

-Aun el pijama –dijo Jay saliendo del baño con una gran sonrisa, yo, que en ese momento estaba sentado sobre la cama me volví a echar en ella y me acurruque tapándome con el pesado edredón blanco –oh vamos amigo, vamos a llegar tarde –Jay se acercó a mí para destaparme.

-No quiero ir a clases –susurré mientras luchaba para que el mayor no consiguiera su objetivo –solo déjame en paz.

-Carlos una chica no puede destruirte así –el comentario me había molestado mucho.

-Quieres que te recuerde como mierda estuviste cuando Audrey te dejo por el principito –sabía que mi ceño se había fruncido y pude sentir que todo mi dolor se había transformado en una furia incontenible. –eras un zombie caminando y llorando por una princesa que nunca se iba a fijar en un ladronzuelo como tú.

Mis ojos y lo de Jay se cruzaron por un momento, sabía que mi comentario lo había lastimado y para ser completamente sincero en ese momento me daba gusto que hubiera sido así. 

-No voy a hacer caso a tus ofensas –dijo Jay caminando hacia donde se encontraba su mochila –sé que estás molesto con Jane –la mención de su nombre hizo que sintiera como si un cuchillo se hubiera enterrado a un lado de mi estomago –y por lo tanto te desquitas con quien puedes. –me miró un momento y ver esa lastima en sus ojos me enfureció aún más –nos vemos en la tarde.

-Lárgate –grité lanzando la almohada contra la puerta que ya se había cerrado. 

Cuando me quede solo la furia desapareció haciendo que el dolor volviera, llorar en La Isla era el más claro gesto de debilidad que podía existir, los villanos nunca se sentían triste y mucho menos lloraban por amor.

Carlos, La Peor Semana de mi Vida.Where stories live. Discover now