-Ah~ que aburrido~.
El gran, literal, Atsushi Murasakibara iba de camino a casa, no era su día, en verdad no era su día, las flores que llevaba no eran ni por asomo las favoritas de su esposo, los dulces lo habían tentado y por "hambre" se los había comido a medio camino, suspiro y tomó fuerzas de la zona para hacerle frente a un muy probable mal humorado castaño debido a la falta de tacto de su pareja hacia aquella fecha tan especial para ambos, al menos Atsushi debía aparentar que le interesaba el sexto aniversario de matrimonio con su pareja con la que aparte compartía paternidad de dos hermosos niños. Pensó en si entrar o no, tocó la perilla de la puerta, ¡¿desde cuando Murasakibara Atsushi se asustaba por su avellana?! Ah si, desde que casi lo mata a golpes con el balón de básquet cuando se le olvidó su primer y segundo aniversario, la llave de su hogar cedió, abrió la puerta y se preparo para el impacto de su nada pequeña de cinco años el cual nunca llegó. Preocupado por no escuchar los chillidos de su pequeño castaño, las quejas de la pelimorada o un saludo de su esposo se adentro a su hogar.
-Estoy en casa~ Teppei-chin~ Murashi-chin~ Kiyatsu-chin~.
Nada, de pronto un dulce aroma a vainilla hizo su cuerpo estremecer, había dulces, el aroma era tan azucarado, tan seductor, lo siguió cual canino hasta dar con la fuente del dulce aroma que fue la habitación que compartía con su amado esposo.
-¿Hola? ¿Teppei-chin?
Quizás su dulce esposo le había preparado un pastel para el solito y por eso los más pequeños no estaban.
-Bienvenido a casa Atsushi.
Sus orbes lilas se ubicaron con la voz sensual y estos se abrieron ampliamente al ver lo que su esposo llevaba puesto en esa ocasión, su no tan pequeño Atsu-chan cosquilleo, reaccionando al estímulo visual. Un suéter negro de mangas largas, un corcet que delineaba su deliciosa cintura aún más, un par de ligueros ubicados a cada lado de sus caderas, las medias eran tan bonitas con esas decoraciones que tanto le fascinaban a Murasakibara debido a que le recordaba a los bonitos envoltorios de los dulces, la sonrisa ladina del castaño y el meneo de sus caderas lo hicieron caminar embelesado hasta donde se encontraba su amado corazón de hierro para tomarlo por la cintura tomando posesión de sus labios en un demandante, pasional y asfixiante beso que demando gran parte de la habilidad del castaño para poder, como mínimo, seguirle el ritmo a su amado de dos metros de altura. Las grandes manos del más alto apretaron con saña sus nalgas, separando estas y jugando con el encaje de sus provocativas prendas.
Los gemidos y obscenos movimientos de su lengua contra la del castaño encendieron mucho más su líbido, quería devorarlo ya. El castaño no estaba en mejor forma, deseaba ser llenado con aquel enorme pedazo que Atsushi poseía dentro de sus pantalones, aunque no estaba usando sus feromonas para poder llamar a su amado alpha este respondía con el mismo entusiasmo que cuando entraba en celo, cosa que lo hacía sumamente feliz ya que eso le daba la certeza de que era amado por quien era y no por su raza. Un fuerte gemido inundó la habitación, el pelimorado jugaba con el hilo de aquella tanga rozando la tela contra la entrada ansiosa de su esposo y masajeaba sin tregua el miembro de este repartiendo besos en su cuello, hombro y pecho.
-Atsushi, n-no te demores tanto.
A cada roce, su instinto como omega pedía ser tomado por su alpha, llenado y que terminara con una nueva cría en su interior creciendo lentamente.
-Mmm, quiero comerte Teppei-chin~.
La voz cantarina y cansada de su esposo le pareció tan excitante, tan deleitable a su oído. Ayudó al más alto a desnudarse mientras este usaba los dientes contra sus lujuriosas prendas llegando hasta las más íntimas usando los dientes también para arrebarlas del cuerpo que ansiaba tocar completamente desnudo, las grandes manos del más alto no tardaron en colocarse debajo de sus piernas alzando estas dejando ver la entrada ansiosa que se fruncía para su deleite esperando ser profanada por el, su lado posesivo se vanagloriaba ante la visión de que el omega se pusiera así de caliente solo con el. Su lengua alcanzo la entrada lamiendo esta con una tortuosa lentitud que arrancaron gemidos de desesperación por parte del omega que se retorcía de placer y desespero por verse en cuatro mientras era embestido con toda la fuerza de un miembro de la Generación Milagrosa.
Al fin dejó a un lado el juego de la tortura dando paso a dos dedos que dilataron un poco más la húmeda entrada de su pareja.-¡Entra de una vez Atsushi!
Chillo el omega implorando que calmase su necesidad de sentirse lleno con algo que no era comida.
-Ya voy~ Teppei-chin~.
Amaba ponerlo a mil, a pesar del cuerpo de su pareja no le fue difícil darle la vuelta y dejarlo en cuatro, busco debajo de la cama pero no había condones, gruño algo frustrado y sin miramientos se introdujo de un solo movimiento sonriendo ante el lastimero gemido de placer por parte del castaño, el contrario no tardo en acoplarse a su miembro moviendo las caderas dando luz verde a las embestidas en su interior. Primero lento, rápido, lento de nuevo y después profundas, el calor que envolvía su miembro era delirante, las paredes se amoldaban de tal forma que el orgasmo podía llegar en cualquier momento, tomó los brazos de su pareja para jalar estos hacia atrás embistiendo a este mientras observaba con morbo como su miembro se perdía en las entrañas de su amado omega que pedía cada vez más hasta dar en el punto donde este se volvió un manojo de jadeos y gemidos que hizo enloquecer a su alpha interior aún más logrando que apoyara ambas manos en la cama para embestirlo con desbordante pasión y lujuria que movieron la cama haciendo chocar el cabezal de esta contra la pared, nuevas posiciones, muchos fluidos, muchos besos ruidosos hasta que al fin, a las 5:16 de la madrugada, después de cerca ocho rondas de sexo ambos al fin saciaron sus instintos hasta quedar satisfechos.
-Tener dos niños no es nada fácil.
El castaño acomodo la cabeza en el pecho de su esposo.
-¿Donde están los niños?
-Kuroko y Kagami me hicieron el favor de cuidarlos, estaban felices por poder jugar con sus primos.
Después de un último beso el castaño cayó dormido en los brazos de su esposo.
-Feliz aniversario Teppei-chin~.