Cogí mis cosas y las metí todas en cuatro grandes maletas mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas. No es que tuviera mucha ropa o maquillaje. Esque lo tenia que meter absolutamente todo, la ropa, el poco maquillaje que tenía, zapatos, abrigos, libros, carpetas, la play, el ordenador, impresora...Todo. Nada podía quedarse. Cogí una fotografía que solía estar en la mesita de noche y me detuve a observarla . Iba a echar mucho de menos a Dylan. Pero esto ya era demasiado, se había pasado de la raya y no quería volver a verle. La verdad , al principio todo iba muy bien, pero conforme iba pasando el tiempo todo se estropeó. Además, ya le había dado muchas oportunidades. Me abrigué bien y miré por última vez el interior de esa casa. Luego dirigí la mirada hacia el espejo de la entrada y me sequé las lágrimas que aún estaban en mis mejillas.
Salí y vi cómo el taxi que media hora antes había pedido llegaba. El hombre que conducía el taxi era algo mayor, tenía un aspecto cansado pero con una sonrisa.
-¿Le subo las maletas, señorita?- Su voz sonó ronca y algo rota debido a la edad.
-Sí, muchas gracias- Mientras el hombre subía las maletas al coche, yo me senté en los asientos traseros.
Miré el teléfono y le envié un mensaje a Cara, mi mejor amiga. Le pregunté si podía ir a quedarme a dormir unos días a su casa. Ella encantada accedió y cuando el taxista subió le di la dirección de la casa. Eché un último vistazo a la casa por fuera, el jardín y el coche aparcado bajo un toldo de plástico. Entonces me di cuenta. Me dejaba a Risto, mi perro.
-¡Pare el taxi porfavor!- El hombre me hizo caso y bajé corriendo del coche.
Cogí al perro, por suerte sus cosas sí las había metido y no tendría que entrar otra vez a la casa.
-Bonito perro señorita.-Risto era un pastor alemán muy bueno.
-Gracias.-Risto se sentó a mi lado y le di unas pocas chuches para perros.
Media hora después llegué a la casa y subí las maletas, suerte que había ascensor, porque sino me hubiese muerto. Toqué al timbre y una mujer bastante mayor abrió.
-Abuela, ¿quién es?- Cara se dejó ver detrás de la mujer, con un bonito pijama que teníamos a conjunto. De color rosa el pantalón y un perro en la parte de arriba con el fondo blanco. Además llevaba unas zapatillas de conejitos blancos muy monos.
-Cara!- Pasé al lado de la señora y abracé a mi mejor amiga.
-Summer!!-Ella me zarandeó y me dió un beso en la mejilla muy sonoro y exagerado, lo cual me hizo reír.
Cara es una de esas personas que pase lo que pase, hasta si estás en la peor situación, te hace reír enseguida y hace que te olvides de todo lo malo por un buen rato.
-Oh, ella es mi abuela Kimberly.
-Oh, cariño. Puedes llamarme Kim. Cara me ha hablado mucho de ti- Su voz era enérgica y muy alegre. - He hecho galletas con glaseado, ¿Quieres unas pocas?
-Me encantaría Kim.- Nos dirigimos las tres a la cocina y...¡Vaya! Había galletas, donuts con glaseado y una tarta de chocolate.-Vaya, aquí hay muchas cosas.
-Sí, bueno. Puedes coger lo que te apetezca y la tarta es para mañana. Me ha dicho Cara que mañana es tu cumpleaños. Cumples veinte ¿Verdad?
-Uno menos, 19.-Cogí un donut con glaseado. Lo probé y al morderlo noté, para mi sorpresa, cómo un poco de mermelada de fresa.-Mmmhhh...Está buenísimo
-Gracias, querida.-Me miró con una sonrisa de oreja a oreja.
-Summer, ven. Te enseñaré tu habitación.- Salimos de la cocina y me guió al piso de arriba, dónde habían las habitaciones y el cine. Sí, un cine. Nada más subir había cinco puertas. Tres eran las habitaciones, las tres muy grandes. Un baño, bastante grande. Y el último, el cine.
Entró a una de las habitaciones, y seguido de eso, subió las persianas y abrió la puerta.
-Ésta es tu habitación, si necesitas sábanas, en el cajón de abajo del todo del armario hay. Toallas, en el baño. ¿Pero qué digo? Si conoces esta casa a la perfección.- Las dos nos pusimos a reír como locas. Aunque no tuviera demasiada gracia. La verdad es que nos reímos por cualquier tontería.-Bueno, te dejo intimidad, luego bajas y vemos la tele un rato o una peli, no sé lo que quieras.
-Genial, hasta ahora.
Una vez Cara se fue, me guardé muy bien las cosas en los armarios y me fui a dar una ducha. El agua caía y la verdad era increíble lo relajada que te deja una buena ducha calentita en pleno invierno. Cuando acabé, me vestí, me sequé el pelo y me puse el pijama. Una vez acabé todo me cepillé el pelo y me lavé los dientes. Luego me até el pelo en una coleta deshecha.
Bajé al comedor y estaban viendo First Dates, la abuela de mi mejor amiga estaba enganchada a ese programa. Le envié un mensaje a mi madre, era un resumen de todo. Un mensaje largo diciéndole la situación de esta última semana. A detalle de todo lo que me pasó. Desde el día en que se pasó de la raya hasta la difícil decisión que tuve que tomar y dónde estaba ahora. A pesar de saber que ella estaría trabajando también estaba segura que más tarde lo leería y me contestaría.
Luego de eso cogí los boles de Rostro y le eché comida y agua. Pero él estaba con Cara en el patio. Así que salí afuera para ir con ellos.-Oye, luego podemos ir a la piscina- Me quedé flipando era invierno y hacía un frío que nos moriríamos. Y cómo si me leyera la mente continuó- Tranqui, la hemos tapado y ahora es interior y además hay termostato y no pasaremos frío.
-Vale, ¿puede venirse este guapetón? - Dije refiriéndome a Risto.
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Hasta aquí he llegado
RandomTodos tenemos un límite. Y, a pesar de que Summer Alvalle tiene mucha paciencia es limitada.