Cita de Jueves.

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No todos los días se veía algo como esto.

Dos parejas muy cotizadas, tanto por hombres como mujeres. Paseaban tranquilamente por una concurrida calle del centro de la ciudad.

Clint Barton, famoso instructor de arquería, y profesional del mismo campo, orgulloso iba de la mano de su pareja, el Doctor Bruce Banner, científico reconocido mundialmente, por su trabajo del Choque de Electrones.

Junto a ellos, otra pareja aclamada hacia acto de presencia, Steve Rogers militar reconocido por su audacia y devoción en las Fuerzas Armadas de USA, paseaba de la mano de su despampanante pareja, Tony Stark, reconocido millonario, empresario, filántropo y genio de la ciencia.

Las parejas disfrutaban de su paseo rutinario de cada jueves por la noche.

Rutinario o, más bien por obligación, Clint y Tony tenían un complot en conjunto para con sus parejas.

A ambos les gustaba lucirse y presumir a sus despampanantes parejas.

Pero, éstos aburridos de eso, comenzaron a negar las salidas, ya no les gustaba acaparar la atención.

Al inicio fue y era entretenido, pero con el tiempo para ambos, se convirtió en un martirio total.

Pero, sus parejas no pensaban igual.

Por lo que los obligaban a ir si o sí.

Sin embargo, en esta ocasión había un ligero cambio.

Dado el caso que Bruce y Steve no ponían real atención al paseo ni a ellos; Tony y Clint tras notarlo buscaron la opción más simple.

Celos.

Así que se acercaron a un Bar cercano y entraron los 4 con la excusa de tomar una copa.

Ordenaron un par de copas y un buen vino, para así pasar el tiempo.

Pero luego de un rato Tony y Clint se levantaron a bailar.

Steve no bailaba muy bien, pero, si era por su Tony se esforzaba mucho por hacerlo.

Bruce por su parte, prefería evitarlo, simplemente no le gustaba bailar.

El millonario y el arquero se sentían frustrados, no sentimentalmente sino sexualmente.

Clint, llevaba días si una buena cogida de parte de su genio, ya que este pensaba que el sexo no era lo más relevante en una relación.

Pobre iluso.

Tony, por su parte no tenía falta de sexo, todo lo contrario.

La cuestión es que siempre era lento, suave y dulce. No negaba que lo amaba.

Pero... ¡Joder!

¿Era mucho pedir que Steve lo partiera en dos de vez en cuando?

Así que el plan dio inicio.

Ambos.

El millonario y el arquero, fueron a la pista de baile del local. Por los altavoces sonaba una canción muy movida y sensual.

Los dos sabían lo territoriales que eran sus novios.

Por lo que se lanzaron a ese mar de cuerpos para menearse entre si con un descaro total, delante de sus hombres.

Los cuales al verlos, olvidaron la charla sobre el cambio de la mesa política y centraron su atención en sus respectivas parejas.

Ambos enmudecieron.

Era un espectáculo digno de ver.

Quizás demasiado.

Porque ellos no eran los únicos con sus ojos posados en el par de hombres dueños de sus corazones.

Apretaron los puños al ver como con gran osadía, esos tipos se acercaban a bailar con sus chicos.

Los cuales, estaban conscientes de las miradas que les dedicaban sus parejas.

Añadiendo más leña al fuego.

Ambos comenzaron a bailar y a restregarse con los hombres que los rodeaban, sin dejar de incitar con la mirada a sus novios.

Y la paciencia de éstos se comenzaba a ir a la mierda.

No hacían nada, para no hacer un espectáculo escandaloso, pero les era casi imposible el no hacerlo.

Pero, la calma jamás llegó.

Todo empeoró cuando ellos se dejaron toquetear por esos extraños calenturientos.

Todo pasó muy rápido.

Tanto, que la música se acalló, todos soltaron un jadeo y un mismo rugido resonó en el local.

"Él, Es Mío"

Un Steve y un Bruce todo encolerizados besaron muy fuerte a sus novios. Mordiendo y succionando todo a su alcance. Donde éstos apenas y pudieron corresponder tal asalto.

Tomaron a sus parejas cual saco de papas y los llevaron a sus respectivos autos.

Aunque caminaban al inicio. Habían venido en autos diferentes y los habían aparcado en un estacionamiento local.

Llevaron a casa a sus responsables de tal molestia.

Ambos, Clint y Tony, sabían que de esta noche a mañana no podrían caminar o sentarse.

Por lo que sonrieron inconscientemente.

Quizás esto lo harían más seguido y no solamente los jueves.

Fin.

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