Nada más salir de la reunión, irrumpió en la sala diáfana donde se había formado un corro de detectives y uniformados que escuchaban las últimas noticias de la boca de Crowe. Jane contó hasta diez mentalmente para tranquilizarse y no saltarle al cuello. Llamó la atención de los allí reunidos con un grito.
- Darren, quizá te interese irte a un programa de cotilleos, aquí tenemos trabajo que hacer.
Crowe masculló algo ininteligible mientras acallaba algunas risas con miradas asesinas.
- Bien, ahora que tengo vuestra efímera atención... Caballeros, toca buscar pistas a golpe de teléfono y contrarreloj. Después de comer Cavanaugh ha convocado una rueda de prensa así que tenemos cinco horas para encontrar alguna prueba que descarte que Paddy Doyle cometió nuestro asesinato. ¡Manos a la obra!
Los detectives se dispersaron cada uno hacia su mesa. Jane hizo lo mismo, notando la falta de Frost.
- Está borrando la orden de búsqueda y captura de Doyle del sistema – informó Korsak señalando con un gesto de cabeza hacia la sala de informática.
La detective asintió y se sentó en su silla mentalizándose de que le esperaba una mañana muy larga.
Tres horas habían pasado y la tensión comenzaba a palparse. El aire era condensado, olía a sudor y desesperación. La gente iba de aquí para allá corriendo, los teléfonos no dejaban de sonar en una banda sonora constante y tediosa, unos se gritaban datos a los otros y la cafetera trabajaba más que nunca. Habían reclutado a un uniformado algo novato que se asegurara de que el café no se agotaba y sus tazas estaban siempre llenas. El frenesí y el caos estaban presentes allá donde miraras. Papeles salían volando de las mesas constantemente cuando un detective pasaba corriendo cerca, la impresora escupía nuevos datos como si se tratara de una máquina lanzapelotas.
- ¡Lo tengo, lo tengo! – gritó alguien desde lejos.
Todos se quedaron quietos en sus sitios y se miraron los unos a los otros en busca de la persona que había hablado. Entonces Fletcher entró corriendo por la puerta, el rostro perlado de sudor y la respiración escasa. Se paró frente a Jane con una hoja arrugada en la mano, apoyado en sus rodillas mientras se recuperaba.
- Lo tengo – jadeó dándole el papel a la morena.
- ¿Qué estoy mirando? – inquirió Jane. Era un impreso de lo que parecían cuentas bancarias.
- Los pagos con, uf, con tarjeta de Doyle – contestó Fletcher cada vez con la voz más estable. – Esta mañana dijiste que él te había contado que se reunía con O'Rourke en secreto hasta que trazaron un plan, ¿no? – Cogió aire profundamente. – Se me ocurrió revisar todas las fotos de vigilancia que nos prestaron los de Narcóticos y buscar por un sitio al que fuera con pocos hombres, un sitio con gente donde pasar desapercibidos. Había un bar que se repetía mucho pero no aparecía el nombre así que me tocó revisar sus cuentas bancarias.
- ¿Cuál?
- Ese – señaló una serie de operaciones subrayadas a lápiz – El Red Hat, en el 9 de Bowdoin Street.
- ¡Genial! Qué Dios te lo pague con una buena novia, Fletcher – le gritó Jane mientras salía corriendo por el pasillo, seguida de cerca por Frost.
- ¡Estoy casado! – Fue la respuesta del aludido.
Con la sirena puesta, el joven detective esquivó el tráfico mañanero de Boston con una precisión que habría sido digna de admirar si no fueran tan rápido. La morena tenía la sensación de que sus tripas se habían quedado sentadas en su silla de la comisaria. La radio iba apagada y no se atrevía a abrir la boca por temor a desconcentrar a su compañero y provocar un accidente.
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The Yin to my Yang
FanfictionJane Rizzoli se guía por corazonadas. Maura Isles solo confía en la ciencia. Ambas mujeres son como el agua y el aceite, el sol y la luna, el Yin y el Yang; totalmente contrarias. Pero todos sabemos que los polos opuestos se atraen irremediablemente...