Hugo, hugo... HUGO.
Luz. Vaya, ya es de día, sólo ha sido un mal sueño... de nuevo.
He soñado por lo menos 2 meses con el mismo sueño. SÍ, el mismo puto sueño. Puede que cambie de ropa, de lugar, de personas, pero siempre al final de él aparece, esa voz llamándome, una voz masculina algo aguda, una voz que jamás antes había oído. Que me atrae de una manera incomprensible, que logra calarse en cada célula de mi ser, que impide mi movimiento pero a su vez me llena de adrenalina.
Ya me fui en la volá. Mejor dejo de hacer raíces en la cama.
Es marzo y en Santiago hay un calor ridículamente insoportable. Son las 8:15 y sólo quiero llegar a la Universidad (creo), aunque si no me apuro llegaré tarde. Me calma el hecho de que después de todo logré entrar donde quería (antropología en la Universidad de Chile), mi nueva casa entre comillas.
Es extraño, ¿saben?, llevar 12 años en una escuela, hacer y deshacer amistades, compartir con los profesores, las tías del aseo, la tía del kiosko (con la cual mantuve interesantes charlas "filosóficas"), el perrito que siempre se colaba y causaba estragos, lo llamábamos Sopapo. Y tener que dejar todo eso atrás de repente, cambiar de segunda casa a un lugar extraño, es decir, PASÉ DOS TERCIOS DE MI VIDA EN UN MISMO COLEGIO.
Llego al campus JGM (Juan Gómez Millas), y sólo puedo ver cemento, edificios y planchas que tapan partes del lugar. Y bueno, ¿en qué estaba? ah, sí, me siento tan nervioso y emocionado, melancólico pero optimista, feliz y triste. Tantas emociones me recorren en estos momentos...
Las 8:30 indica el reloj.
CTM, LA CLASE YA COMENZÓ Y NO CACHO DÓNDE CHUCHA QUEDA EL... ¿AULARIO B? ¿QUÉ CHUCHA ES ESO?
Corro. Me caigo. Sí, soy algo torpe, por no decir aweonao.
Le pregunto a un chico que va pasando (y que no me ayudó a levantarme el muy culiao) y me da unas indicaciones. El campus está en ¿"arreglo", "reconstrucción"? lo que sea, por lo que no es un ambiente tan amigable y natural.
El tipo me da unas indicaciones que no logré captar del todo, pero para que me crean me dijo: "Pasa por calama, y hacia la izquierda hay un aulario ¿cachai?, ese es el aulario B, no vayas más allá porque te irías como para icei, o si pasas el patio de los olivos y el puente estarías en facso". Después de eso el weón se fue y me dejo con una explosión mental que ni se imaginan. Menos mal avanzo un poco y logro llegar gracias al tumulto de jóvenes perdidos al igual que yo, aunque no digo nada y sólo los sigo (cuando me lo propongo puedo ser un excelente trabajo siendo invisible, suena triste, pero pocos me notan, evitan mirarme, hablarme, simplemente soy alguien oculto detrás de algo). Me siento solo, pero somos tantos que alguien más (una chica) se sienta incómodamente a mi lado, opción a) odia a la gente, opción b) es tímida y tendré que iniciar la conversación para que esto no se vuelva más incómodo u opción c) estoy sopeado y huelo al agradable hedor de ala.
-Hola, soy Cathia - me dice sonriendo tímidamente.
Ninguna de las anteriores.
-Oh, hola... me llamo Camilo - y ahora es cuando les explota la mente, y empiezan a dudar si soy un ser fiable, tranquilos, Hugo es mi primer nombre, pero lo ODIO, y no les diré por qué (y ahora que quedaron metidos con este misterio, diremos que en algún momento tendré que revelarlo), por cierto, Camilo es mi segundo nombre.
-¿De dónde eres?
-Soy de región, ¿y tú?
-De Santiago, jaja. ¿De qué región?
-Magallanes. - específicamente de Puerto Natales.
Y antes de que diga algo como "¿y tienes de mascota un pingüino? o ¿se movilizan en carreta?" le doy una pequeña sonrisa y señalo al profesor que acaba de entrar y comenzó a saludar. Comienza la clase. Termina la clase. No me emocionó tanto pero tampoco estuvo mal, sólo fue una introducción a lo que será el curso este semestre.
Tenemos nuestro primer recreo y estoy perdido, debí haber hecho un poco más de esfuerzo en ser amigo de esa chica. Avanzo distraído en el cielo, cuando de repente ¡PUM!, caigo al suelo de la nada (o mejor dicho, ME SACO LA CHUCHA).
Contador de caídas de hoy: 2, hasta ahora.
-Oh chucha, sorry, no te vi.- me dice un chico extendiendo su mano para ayudar a levantarme.
-Suele suceder - suele sucederme.
-¿Eres mechón?
-Sí, de antropología.
-Que buena, yo voy en segundo -mira su reloj- me tengo que ir amigo, que te vaya bien y trata de no caerte de nuevo.
¿De nuevo?
-Espera, la sala A1...
-Por allá -extiende el brazo señalando el lugar y se va rápido.
-Gra... cias...
Faltan 5 minutos, esta vez sí llegaré a tiempo. ¿Qué toca?, oh, biología.
Me acerco, entro a la sala y lo primero que veo es al profesor solo que se percata de mi presencia al momento de haber entrado, pues no había nadie más en la sala.
-¡Hola! ¿vienes a biología cierto?
Hugo, hugo... HUGO. Esa voz...
Me estás webiando.
ESTÁS LEYENDO
El mechón que sueña con una vida celular
RandomUna simple historia altamente Krapivkana (no aptx para homofóbicxs). ¿Qué pasaría si fueras un mechón tímido de sentimientos confusos y conoces a un profesor demente que despierta hasta las sensaciones más profundas en ti? Una narración completamen...