CINCO AÑOS ATRÁS
Simon iba caminando por los adoquines de la banqueta mirando hacia el piso, pues buscaba no llamar la atención, sin embargo, lo podían ver, podían oler su miedo y por más que gritara no lo dejarían en paz, él lo sabía.
Iris, Alice, Sebastian y Noah los cuatro dueños del “Imperio", una empresa heredada por sus padres, siempre le hacían lo mismo, el caminaba de su casa a la escuela y en el cruce de las calles West y Hamilton lo esperaban a la misma hora todos los días y cada vez los golpes empeoraban; El lunes le golpearon la cara “discretamente” para que no notaran nada raro en la escuela, el miércoles fue peor, frente a toda la escuela lo humillaron, le bajaron el pantalón en el patio dejando fuera sus calzoncillos de Superman. Pero nada se compara con el vienes, en el cruce de las calles West y Hamilton no había nadie, ¡nadie! Y eso no es lo peor ni siquiera se presentaron a la escuela.
Todo era muy raro, no lo molestaron hoy, no se presentaron a la escuela e incluso de regreso a casa tampoco aparecieron, pero eso no era normal era evidente que algo tramaban.
Regresó a casa después de la escuela y no había nadie pues sus padres se habían ido de viaje a España y regresaban hasta la próxima semana así que comió y ceno solo, pero antes de dormir saco la basura a la calle. Cuando salió a la calle escucho un ruido pero no le presto mucha atención pero el sonido siguiente le helo la sangre. Simon le tenía miedo a los fantasma aunque sabía que no existían pero lo que paso a continuación fue la gota que derramo el vaso, los cuatro salieron de los botes gritando y le dieron el susto de su vida.
Simon no sabía qué hacer así que entro corriendo a la casa, se dio cuenta de que se había hecho pipi en los pantalones y se fue a cambiar, cuando bajo vio que los cuatro ya se habían ido pero él no dejaba de llorar se sentía enojado, triste, desesperado por hacerles algo a esos cuatro así que se dirigió a la cocina tomo un cuchillo y volvió a su habitación, fue al espejo y sin pensarlo dos veces se alargó la boca dejando una sonrisa tenebrosa en su lugar. Sin importar el dolor sonrió porque sabía que eso no significaba nada, lo que significaría algo seria el dolor que les haría a esos cuatro.
- Never Again - fue lo último que dijo antes de salir de su casa y desaparecer en el bosque.
HOY EN DÍA
- ¡Felicidades mi niña! Lo lograste por fin de graduaste.
- Gracias mamá, no lo habría hecho sin tu apoyo - dijo Iris mientras abrazaba a su madre.
Iris, la típica niña adolescente neoyorquina de dieciocho años, rubia, cabello ondulado y ojos de un color azul tan intenso como el cielo, era una de las herederas más bella según la revista People en un anuncio sobre los Herederos de las Grandes Empresas. Iris era muy dulce y alegre pero tenía un gran secreto, de niña tenía muchos problemas la mayoría causados por el divorcio de sus padres y no fue sino hasta que su madre se volvió a casar que la niña triste, depresiva y sobre todo paranoica desapareció dando paso a lo que es ahora.
Era el día de la graduación de Preparatoria de Iris y sus compañeros e Iris tenía ganas de decir algo desde que iban en Secundaria.
- Madre recuerdas que hace un año me dijiste que cuando me graduara de Preparatoria me dejarías hacer un viaje por la graduación con mis amigos - dijo Iris mientras volteaba a ver a su madre y en un movimiento rápido volteo a ver a sus amigos - ¿Si lo recuerdas?
Su madre hizo gesto de no recordarlo y se dio la vuelta, fue con los padres de Alice, Sebastian y Noah. Los cuatro trataron de escuchar mejor la conversación de sus padres pero lo único que lograron escuchar fue:
- Lo merecen… pero no… y que hacemos si…
-Es mucho… no lo creo.
- Bueno está bien como quieran.