Parte única

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No es la gran cosa, pero este pequeño escrito se lo dedico a mis hermanas RivaMika uwu Sky, Ilyan y Selene. Las adoro :3

Advertencia: Lemon, posible Ooc.

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De nuevo allí, sentada, perfectamente recargada en la silla con las piernas cerradas, la falda escolar le llegaba hasta medio muslo y la blusa blanca de uniforme le apretujaba los pechos entre cada honda inhalación. Ansiosa, sostenía un libro entre sus manos, a espera del momento.

Sus idas a ese lugar se habían transformado en típicas desde el avistamiento del proyecto final. Ella nunca fue de las que dejan las tareas importantes para lo último, pero por esta vez permitió que la procrastinación tomara el control de sus decisiones.

Quizá la perenne desidia de Sasha se le estaba contagiando, o el hecho de haber cumplido sus 16 años le había cambiado por completo la mente. Porque claro, a esa edad todos creen poder comerse el mundo.

Mikasa Ackerman era la chica que muchos idealizarían como perfecta: buenas tetas, buen trasero, lindo rostro, perfectas piernas, excelentes calificaciones y padres cariñosos.

Lo físico siempre sobresaldría de lo intelectual... pero a Mikasa eso poco le valía, siempre y cuando no se sintiese acosada. Y ese era otro de sus fuertes: la chica sabía defenderse sola.

A pesar de sus evidentes cualidades no había mucho que Mikasa pudiera contar sobre sí misma; ella se creía poseedora de una vida escolar completamente genuina, normal, casi aburrida. Todos los días era lo mismo, ni siquiera la terrible asignatura de "Química Inorgánica" suponía un reto para su persona. Por eso, Mikasa había desatendido sus deberes hasta hace poco, buscando hacer otras cosas, queriendo aderezar su vida con una pizca de rebeldía que destilaban los jóvenes de su edad.

Sin embargo, sus actuales hazañas no abarcaban toda esa clase de rebeldía con la que ella tanto fantaseó.

Sino, de aquella que la había llevado exclusivamente de la mano a cometer actos indecorosos.

Al principio se repetía implacablemente que no debió sucumbir ante la pornografía que Connie cargaba en su celular. Eso estaba mal. Pero después de enterarse que su mejor amiga los veía tan amenamente —y entre el cambio de clase— fue imposible no ceder ante sus insistencias. Se sintió una total morbosa, dejando incluso que ésta los despachara en su propio celular.

No había mucho que decir. Una tarde la curiosidad la picó y, hambrienta por descubrir más, terminó viendo los 15 videos enviados por la castaña. Posteriormente, sin saber cómo, acabó con una mano clavada en la entrepierna. Varios de los videos trataban exclusivamente sobre la masturbación, tanto masculina como femenina, por lo que no fue difícil intuir cómo hacerlo. Tampoco es que fuera una ignorante, pero esa fue la primera vez que se puso así de húmeda.

Se sintió bien, y con el paso del tiempo se volvió una asquerosa adicta.

Los días subsiguientes a su fortuito descubrimiento los dedicó a encaramarse cada noche en una especie de "investigación", navegando por esas profundas aguas sucias triple x, y por supuesto, dando como resultado dormir de más las mañanas siguientes. Sus constantes desvelos, conllevó, además, un cansancio más que nada mental que le obstruía concentrarse plenamente en sus asignaturas. Sin embargo no le dio importancia. Mikasa se hacía del tiempo suficiente para cumplir las obligaciones a corto plazo, mientras las más largas y agotadoras las iba postergando, —desembocando donde está ahora.

Con el pasar de las semanas Mikasa ya no se contentaba con ver la abundante pornografía de su computadora. Decidiendo mermar un poco la carga por su bienestar —además del peligro latente a ser descubierta y mandada al psicólogo. Ahora también había optado por las películas eróticas emitidas a altas horas de la madrugada, junto con una incipiente curiosidad hacia lo que a relaciones sexuales se refiere. Sus divagaciones en foros y páginas expertas eran meticulosas y exhaustivas. Podría sonar a locura pero se había vuelto muy hábil en el tema.

El bibliotecario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora