Velas y Volados (+18)

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Tomó el encendedor y lentamente fue prendiendo cada una de las velas que había puesto con anticipación. Quería que ese día fuese especial, que todo fuese lo más natural posible, que la pureza de hacer el amor se viera reforzada por el contexto en el que se desarrollara el acto.

Se acercó a la cama con el corazón en la mano derecha y el encendedor en la izquierda. Se sentó en el borde y sacó un caño del velador; uno más pequeño de lo común, pero con una hierba mucho mejor. Se lo puso en la boca y acercó el encendedor, mientras veía la llama podía sentir como el fuego para el caño se mezclaba con el proveniente de las velas que había colocado y se sintió orgulloso de su obra.

Fumó profundamente y aguantó la respiración mientras le alcanzaba el caño a Karla. No alcanzó a entregárselo antes de que una feroz tos lo invadiera. Intentó detenerla, pero no pudo. -Esta mierda esta buenísima - pensó Daniel mientras sentía como sus parpados se hacían cada vez más pesados y como su cuerpo se comenzaba a sentir como una hoja cayendo en vaivén desde un pequeño árbol.

- Como se nota que no fumas mucho pequeño - Le dijo Karla con tono burlesco y una sonrisa que lo enloquecía. Karla dio una inhalada un poco más larga que la de Daniel e intentó aguantar el humo, no alcanzaron a pasar cinco segundos antes de que empezara a toser incluso más fuerte que su novio. Daniel empezó a reír y la quedo mirando como respondiéndole "Como se nota que tu si, eh".

Karla le ofreció otra fumada pero la rechazó. Ya estaba lo suficientemente colocado y una fumada más quizás lo mandara a dormir antes de empezar con el experimento del sexo volado. - ¿Segura de que esto... ya sabes... lo hace sentir mejor?, es decir, creo que me cuesta levantar un dedo... no quiero ni imaginar con lo que podría pasar ahí abajo - Le dijo mientras sus pupilas se dilataban, quizás por la marihuana, quizás porque nunca había visto que los ojos de Karla eran perfectamente verdes. Aunque los veía todos los días cuando se acercaba a darle un beso de buenos días en la universidad, nunca se había dado cuenta de que eran de un verde que solo se podía ver en ella, había descubierto un color en su rostro, un verde Karla.

Siguió mirando sus ojos y cada minuto que pasaba podía sentir con más intensidad como su estómago se contraía y su pecho estaba cada vez más cálido. Era como si todo su cuerpo estuviese siendo víctima de esos ojos cuya sección blanca se volvía cada vez más rojiza producto de la deshidratación.

- No me mires así - Le dijo Karla mientras se reía delicadamente y miraba a Daniel fijamente. - No puedo evitarlo... creo que... me encantas - Le respondió como suspirando cada una de las palabras y sin ninguna expresión en el rostro, pero aun así expresando la más profunda sinceridad.

Karla dejo de reírse y se quedó en silencio. Se le acercó arrastrando la mitad de las frazadas con ella y se puso frente a él. Levanto ambos brazos y los puso alrededor del cuello de Daniel mientras entrelazaba los dedos.

Daniel no podía dejar de mirarla, ni siquiera podía intentarlo. Su cuerpo - que de alguna forma también miraba a Karla - comenzó a reaccionar, la circulación se le aceleró y Daniel era consciente de cada mililitro de sangre que hacía su recorrido a lo largo de sus arterias, los músculos se le comenzaron a tensar como si se estuviesen preparando para la mayor batalla de su vida - Y esperaba que así fuera - y sus dudas sobre si algo pudiese salir mal ahí abajo se disiparon en un instante.

- Repítelo - Le dijo en voz baja y de tal forma que Daniel podía sentir el aire que salía de la boca de Karla. - Repítelo - Le repitió, pero esta vez su voz era un poco más fuerte, no en volumen, sino que en convicción.

Se apretó contra su cuerpo y sintió el bulto que a estas alturas era evidente en los pantalones de Daniel. Se mordió levente el labio inferior apenas se percató del contacto y comenzó a hacer un leve movimiento que masajeara el bulto con el vaivén de su prominente trasero.

Historias De Lujuria (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora